Investigadores de la Universidad Nacional del Litoral detectaron agrotóxicos en peces del río Salado

A fines de noviembre, las imágenes de cientos de peces muertos flotando en el río Salado que fueron difundidas en redes sociales y medios de comunicación encendieron las alarmas sobre las condiciones ambientales a las que se ve expuesto el cauce fluvial.

Las explicaciones de ese escenarios podían ser varias, pero a simple vista se evidenciaba que algún factor anómalo era el causante de ese estrago.

El río Salado, en la provincia de Santa Fe, atraviesa una gran parte del territorio dedicado a los cultivos agropecuarios, donde los productores utilizan con gran frecuencia compuestos herbicidas y agrotóxicos que, al drenarse el agua de los campos hacia el cauce del río, arrastran esas sustancias con consecuencias lamentables.

Las autoridades provinciales explicaron que la muerte de la fauna acuática se produjo por anoxia, es decir, por la falta de oxígeno dada la bajante del río.

En este marco, la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe le encargó un estudio a la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en el que le solicitó un informe que acerque una explicación sobre la mortandad de los peces.

“Se detectó la presencia en branquias e hígado de la especie estudiada (sábalo), residuos de un potente y letal insecticida organfosforado (OP). El clorpirifos es el insecticida OP neurotóxico de amplio espectro más utilizado en Argentina, principalmente en cultivos de soja, maíz, trigo y girasol para controlar plagas de insectos donde actúa inhibiendo la acetilcolinesterasa y causando la muerte por colapso del sistema nervioso. Debido a sus grandes riesgos para la salud humana y animal (sus exposiciones crónicas pueden causar déficits cognitivos y conductuales) en enero de 2020 la Unión Europea prohibió el uso del clorpirifós”, señala en informe emitido por la UNL.

El documento también explica que no se detectaron plaguicidas en aguas superficiales, pero los investigadores agregaron que en el total de muestras de sedimentos recolectadas en las márgenes río en los mismos puntos, sí se obtuvieron valores detectables del herbicida glifosato, mientras que en el tejido de los peces se hallaron restos del insecticida clorpirifos, en concentraciones de entre 30 y 80 miligramos, y también del herbicida 2,4-D en las branquias y en el hígado del pez sábalo, aunque en menores cantidades.