SALUD

13 de Diciembre de 2020

La mejor vacuna contra el coronavirus es la responsabilidad colectiva

A escasos momentos del inicio de la vacunación masiva en algunos países del mundo, se exacerbó la disputa por el mercado entre las distintas potencias extranjeras y sus biofarmacéuticas. Las autoras de este artículo analizan y describen las vacunas hoy en curso, señalando la imperiosa necesidad de que el Estado argentino revierta la política de años de destrucción del sistema científico y tecnológico, pues, el desarrollo de la vacuna es un problema que hace a nuestra soberanía nacional.

/Por Soledad Gori, Marina Carpano y Belén Almejun de Ciencia Nuestra

En esta situación excepcional que vivimos con la pandemia de COVID-19 producida por el coronavirus SARS-CoV-2 a menos de un año de detectarse esta enfermedad, ya hay un desarrollo de más de 150 vacunas. Con 87 desarrollos en estudios preclínicos y 58 en estudios clínicos, sólo 12 se encuentran en la última fase de estudio clínico o fase 3.

Es importante entender que todo este enorme desarrollo y carrera por conseguir la vacuna no partió de cero. Las pandemias anteriores de coronavirus (SARS en el 2002-2003 que abarcó a 29 países y la del MERS en el 2012-2015 que incluyó a 27 países) permitieron contar hoy con un conocimiento previo que fue utilizado en todo el mundo para los estudios de esta nueva pandemia, que ya lleva más de 64 millones de casos en el mundo (probablemente muchos más porque éstos son sólo los que obtuvieron diagnóstico). En algunos casos, se modificaron desarrollos previos de investigaciones vacunales para el SARS.

En el caso de la etapa clínica, se han fusionado algunas fases de investigación, por ejemplo, unificando las fases 1 y 2 con un número mayor de voluntarios lo que permitió evaluar seguridad, dosis e inmunidad al mismo tiempo. Pero es importante destacar que no se han salteado ninguno de los pasos requeridos para el desarrollo de cualquier vacuna. Además, como un hecho inédito, las biofarmacéuticas han comenzado con la producción de las vacunas que se encuentran en la última fase de estudio (Fase 3) a riesgo de que no sean efectivas y, por lo tanto, no aprobadas para la aplicación en toda la población. Esto permite que las dosis de las vacunas se puedan distribuir una vez culminados los ensayos de fase 3, es decir, en tiempos mucho más cortos que en otra situación, siempre y cuando sean aprobadas por los organismos reguladores. Cabe aclarar que las biofarmacéuticas no pierden dinero haciendo esto, no hacen caridad, han recibido dinero de la OMS, de ONGs y de Estados y se han nutrido de investigaciones avanzadas de científicos a nivel mundial. Su riesgo es el de tirarla, no el de perder en el mercado.

Normalmente, el desarrollo de una vacuna puede llevar de 5 a más de 10 años debido a que se van ensayando de a una o sólo unas pocas variantes vacunales simultáneamente. Cada fase del desarrollo lleva mucho tiempo ya que deben realizarse numerosas pruebas que aseguren su efectividad y seguridad. Pero, dado que la del COVID-19 es una pandemia que afecta al mundo entero, la necesidad de acelerar y maximizar los desarrollos para frenar la diseminación del virus ha resultado imperiosa y se ha obtenido financiamiento nunca antes visto para tantos desarrollos en paralelo. Y como se mencionó en nuestro artículo previo, contar con una alta circulación del patógeno, permitió acelerar los resultados de la fase 3.1

Diferentes plataformas de vacunas para este nuevo coronavirus

Las vacunas que se encuentran hoy en desarrollo se basan en diferentes plataformas/tecnologías que ya se usaban regularmente o se encontraban en estudio para desarrollos vacunales de otras enfermedades. Las más avanzadas son (Ver tabla):

Tabla que resume las vacunas más avanzadas en fase 3, algunas en negociación con el Estado argentino. Se incluye también la vacuna más avanzada de Latinoamérica (Soberana01 de Cuba) y el desarrollo argentino más avanzado.

Vacunas basadas en virus inactivados

Se utiliza el virus SARS-CoV-2, el cual se produce en gran cantidad y luego se lo trata con químicos o con calor. De esta forma no puede multiplicarse dentro de nuestras células ni causar la enfermedad. Cuando se aplica la formulación vacunal, se inyecta al virus “muerto”. El sistema inmune lo reconoce y genera defensas (anticuerpos y células T) contra toda la partícula viral completa. Este tipo de vacunas son de las que más se conocen y se utilizan, a veces llamadas tradicionales. Ejemplos de ellas en nuestro calendario de vacunación son la vacuna de la polio, influenza y hepatitis A. Para COVID19, actualmente en fase 3: Sinovac (CoronaVac), Sinopharm Wuhan, Sinopharm Beijing (BBIBP-CorV), Indian Council of Medical Research/Bharat Biotech (BBV152).

Vacunas en base a otros virus modificados

Se utilizan otros virus como “delivery” del componente de SARS-CoV-2 que queremos que se produzca en nuestras células. Es decir, un virus que lleva dentro un “mensaje” con la información del nuevo coronavirus que necesitan nuestras células para generar defensas contra él. En el caso de las vacunas de este tipo que hoy están en fase 3, se utilizan adenovirus como “delivery”, que son virus del resfrío común. Es importante aclarar que son no replicativas, es decir que se modifica a este virus del resfrío para sacarle la capacidad de multiplicarse, de causar la enfermedad. Además, también se lo modifica para que lleve el mensaje con la información necesaria para que nuestras células generen a la proteína spike del SARS-CoV-2 por un tiempo breve, tras lo cual nuestro sistema inmune puede reconocerla como extraña y producir defensas. Este tipo de vacunas se utilizó para la vacuna del ébola y para desarrollos de la vacuna del SARS. Para COVID19, actualmente en fase 3: Rusia (Sputnik V), AstraZeneca/Oxford (ChAdOx), CanSino (Ad5-nCoV), Johnson & Johnson/Janssen (Ad26.COV2.S)

Vacunas basadas en material genético

Estas vacunas no usan ni el propio patógeno ni otro modificado, sino que utilizan un pedacito de material genético como información que llega a nuestras células. Para el caso de las que se encuentran en fase 3 para el nuevo coronavirus, se utiliza un mensaje, una parte del genoma viral que denominamos ARN mensajero (ARNm) que ingresa a las células de nuestro cuerpo gracias a que se encuentra envuelto en lípidos, similares a la membrana de nuestras células. Este mensaje es reconocido por nuestras células y entonces producen por un tiempo breve la proteína spike del SARS-CoV-2. Nuestro sistema inmune la reconoce como extraña y produce la respuesta inmune. Una de las contras de este tipo de fórmula vacunal es la inestabilidad del ARNm, por lo que estas vacunas necesitan muchas veces mantener una refrigeración de -80ºC hasta la aplicación, algo que previamente no había ocurrido para otras vacunas y supone una enorme dificultad en su distribución. Además, nunca antes se ha comercializado una vacuna basada en ARN en humanos y, aunque hace más de 15 años que se ensayan para otras patologías, sigue siendo un producto novedoso y, por ende, las autoridades sanitarias como la ANMAT deberán ser más cautelosos a la hora de su aprobación. Para COVID19, actualmente en fase 3: Pfizer/BioNtech (BNT162), ModeRNA (mRNA-1273).

Vacunas de subunidades

Se utilizan partes específicas del patógeno, como por ejemplo proteínas virales. Son pedacitos del virus SARS-CoV-2 que al ingresar a nuestro cuerpo son reconocidos por el sistema inmunológico el cual genera defensas contra los mismos. Este tipo de vacunas también tiene mucha historia y se encuentran varias en nuestro calendario de vacunación (como la de la Hepatitis B). Algunos de los desarrollos para el nuevo coronavirus utilizan una parte de la proteína spike y otros, como el desarrollo del grupo argentino de la Universidad Nacional de San Martín, utilizan múltiples porciones del virus que incluyen partes de la proteína spike.

De este tipo de vacunas se encuentra en fase 3: Novavax (SARS-CoV-2 rS), Medicago (CoVLP), Anhui Zhifei Longcom/Chinese Academy of Medical Sciences (ZF2001). Además también usa este tipo de plataforma la única latinoamericana que ya llegó a etapa clínica de prueba en humanos, la Soberana 01, del Instituto Finlay de Vacunas de Cuba. Esta se encuentra actualmente en fase 2 y utiliza dos dosis.

Que Cuba tenga vacunas en fases de prueba en humanos no es casualidad (no tiene 1, tiene 4: Soberana01, Soberana02, Mambisa y Abdala) se basa en una política de hace años, donde invierten el 10% de su PBI en salud y producción de medicamentos y vacunas. Así es como logra generar 8 de las 9 vacunas de su calendario, muchas de ellas siendo registros de innovaciones 100% cubanas y muchas se exportan generando una gran entrada de dinero para el Estado cubano.

En el caso de los desarrollos argentinos, la vacuna de la UNSAM-CONICET se encuentra registrada en el sitio de la OMS, y ha obtenido buenos resultados de etapa preclínica de prueba en animales. Pero al comparar con lo que ha ocurrido en Cuba, nuestro país desde la última dictadura ha destrozado el sistema de desarrollo y producción nacional de vacunas. Es importante remarcar que urge invertir para que los grupos argentinos puedan realizar las fases clínicas de prueba en humanos. Sin inversión nunca podrán ver la “luz” de la aprobación.

¿Cuáles son las vacunas de las que Argentina participa con voluntarios en ensayos clínicos de fase 3?

Como explicamos más arriba, los ensayos de vacunas en fase 3 son multicéntricos. De hecho, Argentina ya ha participado en ensayos de fase 3 en su historia, como  para la vacuna de la Fiebre Hemorrágica Argentina. En nuestro país se están llevando a cabo las pruebas de fase 3 de las siguientes vacunas (Ver tabla):

Sinopharm, actualmente está reclutando 45 mil voluntarios en nuestro país, así como en Emiratos Árabes, Bahréin, Perú, Marruecos, Pakistán, Serbia y Jordania.

Janssen de Jonhnson y Jonhnson, actualmente reúne 60 mil voluntarios en EEUU, Colombia, Brasil, Chile, México, Perú, Sudáfrica y Argentina.

Pfizer-BioNTech, actualmente reúne 30 mil voluntarios en EEUU, Alemania, Brasil y Argentina.

¿Cuáles son las vacunas que se producirán en Argentina?

En Argentina, se producirá la vacuna AstraZeneca de la Universidad de Oxford, Reino Unido, mediante la empresa mAbxience, del Grupo Insud y actualmente reúne a 45 mil voluntarios en Reino Unido, Brasil, EEUU, Sudáfrica y Kenia. ¡Pero cuidado! Que se produzca en una biofarmacéutica aquí, no significa que esas vacunas estarán disponibles para el pueblo argentino. Hugo Sigman, el dueño de mAbxience, explicó claramente que su empresa tiene un negocio con AstraZeneca. Acá producirán el principio activo, lo enviarán a México donde se envasará y de ahí a AstraZeneca que se encargará de la distribución. No hay prioridades, hay negociaciones. Lejos estamos de una producción nacional desde y para el pueblo.

Hace poco, el gobierno de Rusia comunicó que la vacuna Sputnik V podrá producirse en la Argentina, sin embargo, no hay aún ningún anuncio oficial por parte del gobierno de nuestro país.

Grupo que desarrolla la vacuna más avanzada de Argentina en la UNSAM, coordinado por Juliana Cassataro. Fuente: UNSAM.

Negociaciones del gobierno de Argentina para el acceso de vacunas para el país

El viernes 6 de noviembre se promulgó la ley de vacunas Destinadas a Generar inmunidad contra COVID-19 (27.573), una herramienta exigida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y las biofarmacéuticas, necesaria para avanzar en los contratos con las diferentes compañías y acceder al COVAX (un mecanismo de compra colectiva impulsado por la OMS que permite un acceso equitativo a la vacuna para un porcentaje de la población). Actualmente, el gobierno argentino mantiene negociaciones con 5 de las vacunas candidatas contra el coronavirus que se encuentran en la Fase 3, última etapa de los ensayos clínicos. (Ver tabla)

Además Argentina ya compró por COVAX, 9 millones de vacunas que llegarán en febrero 2021.

Las primeras dosis que lleguen serán para personal de salud, personal esencial y grupos de riesgo.

Es importante destacar que los contratos con las biofarmaceúticas son contratos a riesgo, deben finalizar los ensayos de Fase 3 y se deben tener la aprobación del organismo regulador ANMAT para adquirir las dosis de vacunas y poder aplicarlas a la población.

No se están salteando ninguno de los pasos en los desarrollos de las vacunas y en este caso la OMS dijo que aprobará vacunas que demuestren más de 50% de eficacia. Al respecto, es importante destacar que las vacunas del calendario que usamos nunca poseen 100% de eficacia, sus rangos varían mucho. De hecho menos de la mitad del calendario de vacunación supera el 80% de eficacia. Sumado a eso, las vacunas del calendario tampoco provienen de un único lugar del mundo, por ejemplo la pentavalente se produce en La Habana, Cuba; la triple viral en Estados Unidos, etc. Nunca nos cuestionamos de qué lugar provienen, dejamos que los entes regulatorios (como la ANMAT) a través de personal capacitado evalúen los ensayos y las pruebas de cada vacuna para comprar la que sea segura, eficaz y conveniente para la población de su país.

Es irrisorio suponer que el Estado va a comprar una formulación para enfermar a su población, o creer que las biofarmacéuticas quieren distribuir masivamente un producto tóxico, es conspiranoico. Se les acaba el negocio y es lo que menos quieren.

Por último, en las últimas semanas estuvimos observando resultados de eficacia de algunas formulaciones y viendo como subían o bajaban en la bolsa las acciones de cada compañía. Esto es parte de la carrera por la vacuna y lo vamos a ver de acá a que finalicen los ensayos de fase 3 y se publiquen. Por el momento, los resultados que escuchamos las últimas semanas son preliminares, muy alentadores sí, pero no hay nada publicado aún, se trata más de un juego en la bolsa de valores de cada compañía que de su interés en la salud. A través de estos resultados, algunas vacunas han solicitado una aprobación provisoria en Estados Unidos o en la Unión Europea para que comiencen a aplicarlas en sus poblaciones. De hecho, la vacuna de Pfizer que presentó una eficacia de 95% (de 170 voluntarios enfermos 162 se encontraban en el grupo placebo y sólo 8 en el vacunado, de ahí el porcentaje de eficacia) ya ha obtenido aprobación de emergencia para su aplicación en Inglaterra y ha presentado los papeles ante la ANMAT en Argentina.

Esta aprobación provisoria no es ninguna novedad, todo Estado tiene derecho a analizar los resultados de los ensayos clínicos a través de sus entes reguladores y, si lo considera, aprobarla para uso en su población o en una parte de la misma. Esto ya había sucedido con la vacuna rusa (Sputnik V) que fue aprobada para el personal de salud, o con las vacunas chinas que fueron aprobadas para su uso el personal más expuesto de ese país (salud, militar, entre otro).

¿Qué no sabemos de las vacunas en curso?

Aunque sabemos que permiten que desarrollemos inmunidad por anticuerpos y células, no podremos saber en lo inmediato cuánto tiempo se mantienen. Para saber esto es necesario hacer un seguimiento a largo plazo de los vacunados, seguimiento que también se hace para otras vacunas. Por esto es que a veces, por ejemplo, luego de años de estudios, se sacan dosis de refuerzo de los calendarios de vacunación ya que se comprobó que la inmunidad sigue en un alto porcentaje de la población vacunada y por ende, no es necesario el refuerzo.

Tampoco sabemos si las personas que quedan protegidas por la vacunación se contagian sin desarrollar la enfermedad (asintomáticos) y por ende, no sabemos si son capaces o no de transmitir al patógeno. A modo de ejemplo, en el anuncio recientemente publicado por Pfizer de su 95% de eficacia, aclaran que no han hisopado a todos los voluntarios. Por esto no se sabe si algunos de los voluntarios contrajeron al patógeno y fueron asintomáticos, ya que sólo se registran los casos de las personas con síntomas desde leves hasta graves.

Sabemos que son seguras y que no generaron efectos adversos en los voluntarios de los ensayos clínicos realizados hasta el momento. No sabemos si generarán algún efecto adverso luego de mucho tiempo, pero tampoco lo sabemos cuando se aprueba un medicamento para tratamiento de alguna enfermedad, ni para las vacunas recientemente aprobadas. Tampoco se sabe en el caso de la infección natural del propio SARS-CoV-2 que, dicho sea de paso, las secuelas parecen ser complicadas incluso en personas que han pasado sintomatología leve, observándose daños en el corazón, pulmones, cerebro. Por lo que no es gratuito contagiarnos naturalmente. No es una gripe, ni un catarro más.

Un tema importante para poder hacer ese seguimiento a largo plazo y completar totalmente los ensayos de fase 3, es que los voluntarios que recibieron el placebo se mantengan dentro de ese grupo, es decir, no se vacunen. Eso resulta complicado al empezar a aprobarse para uso de emergencia las diferentes formulaciones y aplicarse a gran escala. De optar por vacunarse, si demasiados voluntarios del grupo placebo pasan al grupo vacunado, es posible que no se puedan extraer datos suficientes para establecer resultados a largo plazo de seguridad, duración de la protección de la vacuna y si previene la infección o sólo la enfermedad. Se genera un verdadero dilema científico.

¿Podemos soñar con la vieja normalidad?

La aprobación y aplicación de una vacuna va a permitir mejorar esta situación de emergencia sanitaria generada por la pandemia, pero seguramente llevará más tiempo superarla. Las vacunas que se aprueben mejorarán la situación, en cuanto a reducción de contagios, y por lo tanto se reducirá la cantidad de personas hospitalizadas y las muertes por esta enfermedad. Pero es probable que continúe la circulación del virus por un tiempo más. Deberemos mantener las medidas de higiene y cuidado aprendidas, aún después de conseguir la vacuna.

Debemos tener en cuenta que en cuanto a vacunas, que sean eficaces no garantiza que sean efectivas. Lo que hace que las vacunas resulten efectivas en la vida real (es decir, por fuera de un ensayo clínico totalmente controlado), no depende sólo de su eficacia en fase 3, sino de la cantidad de población vacunada, que permite proteger a quien la recibe así como a las personas que no se pueden vacunar, por ejemplo, los inmunodeficientes o inmunosuprimidos. Pensemos en la vacunación como un acto altruista y solidario para proteger a la población en su conjunto. Pensemos que cuanta más proporción de personas estén vacunadas, menor será la circulación viral y por lo tanto más eficiente la erradicación del virus. Dado que esta primera etapa de vacunación se centrará en que reciban la vacuna el personal de la salud, trabajadores esenciales y grupos de riesgo, los cuidados del resto de la población deberán continuar. Además, tengamos en cuenta que no existen vacunas probadas en niños para el SARS-CoV2, por ende hasta que no se realicen ensayos en niños, no habrá vacunas disponibles para ellos y si bien las complicaciones en chicos son poco frecuentes, existen y también hay niños que fallecen. Por todo esto, es imperioso que los adultos pensemos que nuestra vacunación protegerá también a los niños de la circulación viral.

Sumado a esto, puede que de las vacunas en desarrollo haya formulaciones más efectivas que otras para poblaciones de adultos mayores. Por lo tanto, es el ente regulatorio de cada país, junto con el Ministerio de Salud quien debe definir qué vacuna será aplicada a qué grupoNo corresponde que los individuos optemos por cuál sí y cuál no, esto es definido por personas capacitadas para analizar y aprobar los resultados de los ensayos en curso.

Además, las desigualdades que hoy se han exacerbado por la pandemia, las diferencias en cuanto a las condiciones que hoy tiene la mayoría de nuestro pueblo para hacer frente a esta situación de emergencia sanitaria continuarán. Como así también las condiciones en las que se ha desarrollado está pandemia, de la interacción capitalista del hombre con la naturaleza que facilitan la transmisión de enfermedades de origen zoonótico y degradación del ambiente.

A partir de este momento histórico que estamos viviendo debemos no sólo ampliar nuestro sistema de salud y desarrollar nuestra capacidad en ciencia y tecnología para dar respuesta a las necesidades de nuestro pueblo, también debemos generar mejores condiciones de salud y de vida para todos y todas. Esto puede permitirnos a futuro, evitar el surgimiento de nuevas pandemias y estar mejor preparados para resolver de la mejor forma, situaciones similares que puedan surgir.

En este sentido, respecto a las vacunas, resulta necesario que entendamos la importancia de su desarrollo como parte de nuestra soberanía, más en momentos como este en el que la pugna mundial por la disponibilidad de vacunas en todos los países nos coloca en una situación vulnerable a la hora de negociar con biofarmacéuticas cuya base es la especulación financiera.

Notas:

1 https://revistalamarea.com.ar/vacunas-el-mejor-beneficio-para-la-salud-publica/


Soledad Gori, Marina Carpano y Belén Almejun son Biólogas e, Investigadoras en Ciencias Biológicas y de la Salud. Integrantes del colectivo Ciencia Nuestra y de la Agrupación de Trabajadoras en Ciencia y Tecnología Las Curie.

Imagen de apertura: Infografía elaborada por Ana Schafir, estudiante de Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

 


Gracias por tu interés en breve te estaremos llamando!

¿Estás interesado en anunciar en CorreLaVoz.net?

Déjanos tus datos y un responsable del área comercial te estará contactando a la brevedad!
Completa tu Nombre!
Completa tu Numero de telefono!
Completa tu Email!

Estamos en Facebook danos un me gusta!