Política

18 de Febrero de 2021

Elecciones en Ecuador y la recuperación de la integración regional

Facundo Ojeda, Lic. en Relaciones Internacionales, reflexiona sobre el desarrollo de las elecciones en Ecuador y cómo la victoria del candidato del ex presidente Rafael Correa podría generar un importante paso positivo para el gobierno argentino. El mapa latinoamericano se va modificando y ya son varios los gobiernos progresistas.

El 7 de febrero se celebraron las elecciones en Ecuador y, Andrés Arauz, candidato del ex presidente Rafael Correa, ganó las elecciones. Sin embargo, no pudo conseguir la victoria en primera vuelta, debido a que la Constitución establece que para hacerlo debe lograr una mayoría absoluta o el 40% de votos válidos y una diferencia mayor de 10 puntos sobre el segundo. Por lo tanto, irá a Ballotage el próximo 11 de abril con grandes chances de convertirse en el nuevo Presidente de la República del Ecuador. De confirmarse la victoria, el progresismo latinoamericano recuperaría lo que durante la primera década del siglo XXI fue su bastión y un modelo de desarrollo en la región en favor de las grandes mayorías.

Este movimiento de fichas en el panorama geopolítico latinoamericano que comenzó con la llegada de Alberto Fernández a la presidencia de la República Argentina, que siguió con la victoria de Luis Arce y el regreso de Evo Morales a Bolivia y el plebiscito en Chile supone, por ende, el inicio de un cambio de rumbo hacia la tan ansiada integración latinoamericana construida en torno a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) – y tan necesaria en tiempos de pandemia. 

No es casual que la llegada del coronavirus a América Latina saque a la luz las crueles consecuencias de un lustro de políticas de ajuste de gobiernos de derecha posmoderna aplicadas sobre los sistemas de educación y salud, que ha evidenciado grandes fisuras en la unidad de Latinoamérica. Vimos como un gobierno degradó el Ministerio de Salud pasándolo a Secretaria, vimos vencer vacunas, cancelar el programa conectar igualdad que hubiera asegurado las clases de manera remota a más de 4 millones de alumnos, entre otras políticas.

Una vez declarada la pandemia de alcance mundial por parte de la OMS, los gobiernos latinoamericanos tomaron medidas asincrónicas en cada territorio sin una estrategia regional común basada en la cooperación como la realizada durante la pandemia del virus H1N1, en la cual se utilizaron las diferentes estructuras que facilitaba la UNASUR. Otro escenario muy diferente al de las negociaciones bilaterales asimétricas por las vacunas hubiera sido si no se hubiese desmantelado el Consejo Suramericano de Salud.

El contexto ha dejado crudamente en evidencia la necesidad imprescindible de retomar el camino de una integración regional despojada de vestigios coloniales. La post pandemia no puede encontrarnos con las mismas aspiraciones de la pre pandemia. El sufrimiento incalculable que ha vivido la población suramericana por esta crisis debe dar aliento a la lucha por tener una región de paz, equidad, bienestar y salud para todas y todos.

Argentina y la región debe prepararse para una post pandemia, en donde enfrentaremos un escenario donde los países desarrollados, miraran más hacia adentro, posiblemente con una mayor dosis de proteccionismo y menos colaboración, al menos por un tiempo.

En este escenario estos mercados se nos alejaran aún más, por ello una integración regional inteligente y pragmática será clave para el crecimiento. Debemos poder implementar acciones coordinadas que nos permitan poner en práctica políticas de crecimiento a largo plazo para acelerar la recuperación, por ejemplo, fortalecer el comercio intrarregional, atender de manera eficiente la reconfiguración de las cadenas de valor e implementar un plan ambicioso de infraestructura regional.

El fortalecimiento de la integración regional tiene que ser uno de los caminos para superar las dificultades de esta emergencia, que obligo a muchos países a cerrar sus fronteras como uno de sus aspectos más paradigmáticos.

Los gobiernos progresistas deben tomar la iniciativa de levantar con fuerza la bandera de la integración y emprender liderazgos capaces de negociar, persuadir y consensuar los acuerdos necesarios con todos los países de la región. Precisamos continuar reparando las deudas históricas de nuestros pueblos que garanticen modelos de desarrollos económicos, sociales, ambientales con la gente adentro.

La capacidad de una iniciativa de integración para cumplir sus compromisos de desarrollo, en última instancia, depende de la existencia de líderes, que logren conciliar visiones individuales con las del conjunto en pos de un interés común. Ese interés común debe ser poner en pie a América Latina y el Caribe luego de la pandemia.

Las próximas elecciones en Ecuador no solamente son claves para sus ciudadanos sino para retomar el proyecto de integración regional, para un ejercicio pleno de los derechos humanos en la región, que consoliden y profundice la ciudadanía suramericana en pos de crear una SUDAMÉRICA PLURINACIONAL.


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