La mesa de los argentinos ha ido modificándose en las ultimas dos décadas. Durante la última mitad del siglo XX, se han producido cambios significativos en los patrones de consumo de alimentos. La nutricionista Lucía Cortinovis analiza cómo los hábitos socioculturales intervinieron en lo que comemos.
/Por Lucía Cortinovis
En la Argentina el consumo aparente de alimentos y bebidas se ha modificado en las dos últimas décadas, destacándose la disminución en el consumo de frutas y vegetales; harina de trigo; legumbres; carne vacuna y leche, y el aumento en el consumo de masas de tartas y empanadas, productos cárnicos semielaborados, gaseosas, jugos y comida lista para consumir. Este cambio refleja una disminución en la ingesta de nutrientes críticos como grasas saturadas, trans, sodio, azucares, fibras vitamina A y C.
Este cambio en el consumo de alimentos evidencia un desplazamiento de los patrones de alimentación basados en comidas y platos preparados a partir de alimentos sin procesar por otros que se basan cada vez más en productos ultraprocesados .Los cambios en el patrón alimentarios pueden tener importantes consecuencias en la calidad nutricional.
La alimentación cumple un rol fundamental para una vida saludable, la misma que se encuentra vinculada a los hábitos alimentarios, sin embargo, estos hábitos se ven afectados por tres factores como la familia, los medios de comunicación y la escuela.
Los hábitos alimentarios se aprenden en el seno familiar y ejercen una influencia muy fuerte en la alimentación de los niños; sin embargo, los cambios socioeconómicos actuales han llevado a padres e hijos a alimentarse de manera inadecuada. Estos cambios han contribuido a dedicarle más tiempo a la actividad laboral y menos tiempo a la hora de alimentarse, razón por la cual ha aumentado el consumo de alimentos procesados y de comida rápida, lo que influye en los hábitos alimentarios de los niños y afecta su estado nutricional.
Otro factor de gran influencia en los hábitos alimentarios de los niños es que le dedican más horas a ver televisión o videojuegos, uso de tablet, computadoras y menos horas a actividades deportivas.
Una alimentación poco saludable desencadena problemas de malnutrición por déficit y por exceso, lo que incrementa el riesgo de morbilidad, mortalidad y la aparición de enfermedades crónicas no transmisibles a largo plazo como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiacas.
La obesidad infantil es un problema de salud pública importante en nuestra sociedad, debido a que el niño obeso tiende a desarrollar obesidad en la adolescencia, y la misma tiende a perpetuarse en la edad adulta, convirtiéndose en un factor de riesgo a corto o largo plazo para el desarrollo de alteraciones clínicas metabólicas que van a influir en la esperanza de vida del individuo. A pesar de que la obesidad se ve influenciada por el componente genético, el aumento de su prevalencia se les atribuye a factores ambientales relacionados con la excesiva ingesta de comida rica en calorías y la poca o nula actividad física, factores que pueden ser cambiados hacia el desarrollo de estilos de vida saludables.
“ Es muy importante introducir la educación en la salud desde las edades más tempranas donde se deben crear hábitos saludables para una correcta alimentación en los niños y jóvenes con el fin de poder prevenir numerosas enfermedades".
Por Lucia Cortinovis - Lic. Nutrición MP 4151 - MN 8929
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