GÉNERO

11 de Marzo de 2021

Marzo, mes de las mujeres: Por las que ya no están

Marzo se conoce como el mes de la mujer. Un momento donde se conmemoran años de lucha por reivindicaciones y derechos que hoy tenemos o por los que aún seguimos peleando. En esta oportunidad, este mes abre con la alarmante cifra de 52 femicidios desde el comienzo del 2021 - un femicidio cada 27 horas-, según datos del Observatorio de violencias de género: Ahora que si nos ven. Hoy les propongo pensar qué hay detrás de estos crímenes de violencia machista, para seguir acompañando la lucha de todas las que ya no están.

/Por Constanza Garbocci

Úrsula, Guadalupe, Ivana, son solo algunos de los nombres de mujeres que fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas en este último tiempo. Otras fueron abusadas, acosadas y violadas en la búsqueda de un trabajo o simplemente por estar en la calle. Estas son las noticias que escuchamos todos los días y que no parecen tener respuestas o acciones claras por parte de la justicia. 

Rita Segato, una reconocida antropóloga y activista feminista, ha referido a estos delitos de violencia contra las mujeres como crímenes de poder. Para ella, los actos de acoso y violación deben ser diferenciados de la satisfacción de un deseo sexual, para pasar a ser  entendidos como muestra de poder y dominación machista por sobre cuerpos femenizados. Históricamente, los cuerpos de las mujeres han sido caracterizados como objetos de propiedad masculina, siempre puestos al servicio del sostenimiento - a través de tareas reproductivas, sexuales y de cuidado- de una sociedad escrita por y para los hombres.

La realidad violenta que vivimos las mujeres y vemos en las noticias debe hacernos pensar más allá de los lugares comunes que los medios reproducen en sus discursos sin perspectiva de género. Periodistas, panelistas, abogados defensores de los autores de estos crímenes, e incluso sus espectadores, suelen poner el foco en el accionar de las víctimas. Esto es lo que Segato llama sospecha moral, una construcción discursiva histórica que ha generado desconfianza sobre las figuras femeninas por ser “naturalmente malas”. Siempre rindiendo cuentas, siendo interrogadas sobre nuestras decisiones, ropa o  ubicación geográfica en el momento del crimen, las mujeres hemos sido educadas bajo la duda, bajo la sospecha de que algo hicimos para encontrarnos en esa situación. Los estereotipos de la buena y mala mujer, nos han formado para modelar nuestras acciones y palabras durante años.

Necesitamos una reforma

La violencia machista no puede adjudicarse simplemente a un género. Todes somos capaces de ejercer prácticas de violencia patriarcal, a través de comentarios, reproducción de estereotipos sobre lo femenino o incluso la sobrevaloración de lo masculino en el día a día. Por eso es importante entender que esta es una problemática social que debe tener respuesta en transformaciones culturales profundas. 

Más allá de esto, es necesario que las figuras masculinas -quienes suelen cometer estos crímenes de violencia física- reflexionen sobre sus propias prácticas. En relación a esto, existe un término que expone el código de interacción del sexo masculino. Este se denomina, pacto de caballeros, un código con un tipo lenguaje y acción particular que reproduce la desigualdad de género y su división con lo femenino. Estas son herramientas que configuran los privilegios masculinos, ese capital simbólico que permite a los hombres seguir ejerciendo su hegemonía y potestad de la violencia, no solo sobre cuerpos de otres -considerados por ellos mismos como más débiles-, sino sobre los valores morales de cómo ese otredebe existir en esta sociedad. Al interior de este pacto se construyen redes de blindaje que permiten, por acción u omisión, la continuidad de la violencia física o simbólica machista.

Todo esto puede observarse en situaciones más sutiles y cotidianas - que no implican no defender a una víctima de abuso cuando lo vemos-, estas son denominadas como micromachismos. Allí, los mismos códigos se ponen en funcionamiento. Por ejemplo cuando un docente justifica el uso de la violencia de un niño, por el hecho de que “los varones son más brutos para jugar”, o en esas conversaciones del grupo de Whatsapp cuando un hombre manda una foto de una chica para referir a su cuerpo, el chiste trans-odiante del que todos ríen o el comentario que con burla expresa a un otro: “no seas minita”, y el cual nadie discute. 

Como se mencionó anteriormente, la violencia y femicidiosrecurrentes son un conflicto social y para enfrentarlo debemos transformar en profundidad discursos, acciones individuales y colectivas, e instituciones ya obsoletas. Ahora me pregunto: ¿Cuántas de esas mujeres no fueron escuchadas por sus pares en el trabajo, familia o círculo cercano? ¿Cuántas de ellas ya habían denunciado a su agresor? ¿Cuántas no pudieron denunciar por miedo o descreimiento de la justicia? 

El sistema judicial es una de las instituciones que debe reflexionar sobre su rol en estos crímenes, los cuales muchos podrían haber sido evitados con una correcta intervención. Hoy en día, la justicia sigue siendo patriarcal, garantizando que la impunidad funcione. Así, los autores de hechos violentos contra mujeres siguen sin condena, sin ser detenidos a tiempo, libres de repetir el abuso. Por esto, es necesaria una reforma judicial feminista. Más allá de lo partidario, la justicia argentina debe tomar responsabilidad y transformarse para que desde una perspectiva de género -perspectiva en la cual todos sus funcionarios ya deberían estar formados, gracias a la Ley Micaela (2018)- garantice la protección, en tiempo y forma, de manera igualitaria para todes.

 


Gracias por tu interés en breve te estaremos llamando!

¿Estás interesado en anunciar en CorreLaVoz.net?

Déjanos tus datos y un responsable del área comercial te estará contactando a la brevedad!
Completa tu Nombre!
Completa tu Numero de telefono!
Completa tu Email!

Estamos en Facebook danos un me gusta!