SEXUALIDAD

27 de Marzo de 2021

Hablar de sexo garpa. Nada de adivina, adivinador

Sabemos que la comunicación y la forma en que lo hacemos es clave para una sexualidad placentera; entonces, ¿por qué históricamente creemos que actuar en silencio o que cuanto menos preguntemos es mejor? Por qué pesan tanto las frases como: “Nos entendimos con sólo mirarnos”, “Nos dejamos llevar y se dio todo sin hablar”, “Fue mágico, no le tuve que decir nada e hizo todo lo que me gustaba sin que se lo dijera”

/Por Dra. Romina Barraza

Cuando las cosas suceden de esta forma (puede suceder alguna vez) la pasamos muy bien, pero ¿Qué pasa cuando esto no sucede? Generalmente aparece angustia o frustración

¿Por qué creemos que nuestra pareja nos tiene que conocer si nunca le dijimos qué cosas son las que nos gustan?

¿Por qué nos genera tanta incomodidad preguntar qué cosas le gustan al otrx, cómo si tuviéramos la obligación de tener una bola de cristal que “adivine” los gustos ajenos?

Hay otra situación que sucede muy a menudo:

En pleno acto sexual una de las partes pregunta de manera casi obsesiva: ¿Te gusta? ¿Asi? ¿Querés más? ¿Te gusta que te toque acá? ¿Te calienta lo que hago?, etc., etc., etc.

En este caso, lejos de sentir que la otra persona se está preocupando por mi bienestar y disfrute; deja una sensación agridulce de pretender reafirmar TODO el tiempo una performance personal que sólo alimentan su ego

Aquí, es bueno poder pedirle al “encuestador” que deje ese tipo de preguntas para otro momento, se relaje, disfrute y deje disfrutar del encuentro sintiendo más y pensando menos…

Volviendo al mandato de “Entendernos sin hablar”, es importante saber que hay todo un lenguaje corporal que uno puede y debe ir decodificando: gestos, miradas, fuerzas, rigideces, sonidos… Pero sabiendo que también existen “Ocultadores/as seriales” (por timidez, vergüenza, tabúes, etc.) que fingen estar pasándola bien para “no hacer sentir mal a su pareja”, la pregunta siempre será habilitadora de un espacio que nos permite relajar y abrir una comunicación en la que el único objetivo es el placer mutuo.

La empatía y asertividad son claves, ponerme en el lugar del otro, leer ese lenguaje corporal, preguntar cada tanto y registrar las respuestas para “corregir” acciones y por supuesto, ir teniendo registro de lo que me pasa para poder pedir de manera adecuada y sin culpas.

Preguntar “garpa”. Siempre suma si se hace de manera respetuosa y en la cantidad adecuada.

Animarnos a pedir lo que nos gusta es liberador y preguntar no me hace quedar como un “ignorante sexual”; preguntar me tiene que dejar paradx en el lugar de persona realista que entiende que lo que me gusta a mi o lo que le gustaba a alguna pareja anterior, no necesariamente será lo que le guste a la persona con la que estoy ahora; y que me interesa saber y conocer los gustos de quien está conmigo en este momento.

Entonces, a dejar los tabúes de lado y animarse a romper la barrera que nos permitirá disfrutar de una sexualidad diferente cada vez que este con alguien diferente.

Preguntar SUMA, preocuparme por el/la otrx SUMA, hacer saber qué cosas quiero SUMA. Todo eso permite consensuar un encuentro que nos permitirá disfrutar al máximo.

 

Dra. Romina Barraza

Médica Sexóloga y Educadora en Sexualidad Humana. MN 154156

Facebook: Sexualidades | Instagram: drabarrazasexualidades

Consultas y turnos: 03489-15510250


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