La caminata de mujeres indígenas llegó al Congreso de la Nación

Basta de Terricidio. Ese fue el grito de las mujeres indígenas bajo una capa gris que sobrevolaba los edificios de la capital federal. La lluvia era fina. Mawün le dicen en mapundungun y no es la lluvia que empuja a guarecerse, es la fuerza del cosmos que se expresa, que viene a traer protección, prosperidad, limpieza.

Casi dos mil kilómetros recorrieron las hermanas en su caminata que se inició a mediados de marzo. Partieron en cuatro bloques desde distintos puntos del país y setenta días les llevó llegar al Congreso de la Nación para hacer llegar su mensaje que dice que la lucha de los pueblos está naciendo. 

 

 

 

 

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Las mujeres dejaron sus territorios por una causa que las convoca y que tiene que ver con el pedido de castigo a los responsables del Terricidio que denuncian. 

El Terricidio es definido como exterminio sistemático de todas las formas de vida, la destrucción tanto del ecosistema tangible como del ecosistema espiritual. “Existen fuerzas reguladoras que sostienen la vida, dichas fuerzas son la energía espiritual en ese territorio en particular. Los pueblos indígenas estamos conectados con esa espiritualidad de manera cotidiana y basamos en esa relación, nuestra organización comunitaria”, describen desde el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir.

El pedido es que los terricidas sean juzgados y condenados, y que el delito sea considerado “crimen de lesa naturaleza y lesa humanidad” y que sea imprescriptible.

Alrededor de las 13 horas llegaron al Congreso con un canto que se expandió recorriendo las calles de la ciudad. La voz de los pueblos llegó para perdurar y decir basta al racismo y el genocidio indígena que lleva mas de dos siglos.

La caminata concluye en vísperas del 211º aniversario del primer grito de independencia de la República Argentina, “recordando que en esa fecha el Estado se empezó a constituir como una fuerza de invasión en los territorios indígenas”.

Esta acción se constituye como llamado a la sociedad en su conjunto, un grito ancestral que busca sensibilizar sobre la necesidad de un cambio de paradigma hacia el buen vivir, que garantice la protección de los bienes naturales del mundo que habitamos.