Política

24 de Mayo de 2021

Elecciones en Chile: Fin del primer laboratorio neoliberal de Latinoamérica

/ Por Facundo Ojeda

El cambio de la Constitución fue una de las principales demandas durante la explosión social que vivió Chile en octubre de 2019. La actual Carta Magna chilena data de 1980, y aunque fue modificada varias veces, es criticada por ser herencia del régimen militar de Augusto Pinochet y por consolidar un papel residual del Estado en la provisión de servicios públicos.

Así, el 25 de octubre de 2020, se llevó a cabo en el país trasandino la consulta popular más importante desde su vuelta a la democracia. La sociedad chilena se movilizó en plena pandemia por un plebiscito constitucional que intentaba cerrar décadas de desigualdad. El resultado fue abrumador. El 80% de la sociedad estaba dispuesta a cambiar la Constitución.

Comencemos por referir el contexto, antes de aclarar los efectos trascendentales del acontecimiento electoral recientemente ocurrido.

Corría el miércoles 5 de octubre del año 1988. Chile era llamado a votar en un Plebiscito con dos opciones: SI o NO. Las Fuerzas de la Dictadura que apoyaban el SI y todo el aparato estatal, como medios de comunicación, radios, revistas, TV, entre otros, eran manejados por la JUNTA MILITAR. La represión era dura y brutal, las violaciones a los derechos humanos eran constantes y la censura a los medios opositores solía ser también algo habitual.

El pueblo chileno junto a sus líderes políticos, votó en calma, demostrando al mundo entero que se podía salir de una dictadura brutal, asesina, torturadora, sin armas y con solo la fe y el poder que da la razón. Los chilenos cumplieron con su deber cívico dejando atrás los espantos y horrores vividos por tantos años. Ese día se unieron bajo una bandera común, dejando atrás sus propias diferencias y ambiciones, porque era lo que Chile requería, porque la gente lo necesitaba, por el recuerdo de los miles de muertos, desaparecidos, torturados y tantos que sufrieron. Dieron la batalla en las urnas y ganaron, porque se unieron como pueblo, luchando por el bien común y sobre todo por la dignidad y la libertad. Así se daba a conocer al mundo entero, que Chile, sin miedo y sin violencia, comenzaba una nueva vida.

De esta forma fueron pasando los años y el pueblo empezó a darse cuenta que la dictadura les legó un país muy desigual, con una Constitución hecha a la medida de unos pocos, protegiendo a los más ricos y empobreciendo a la mayoría. Poco a poco los políticos opositores a la dictadura, se alejaron de los dolores y sufrimientos del pueblo. Se volvieron indolentes, transaron al mejor postor y dieron rienda suelta a sus egos y ambiciones.

Hoy como ayer, y tal vez como un presagio del destino, el pueblo se levantó nuevamente, alzando la voz por legítimas demandas sociales y enrostrando a los líderes que se olvidaron del pueblo y los dejaron a su suerte. Una vez más, fueron los jóvenes, como sucede en toda batalla cultural, quienes demostrarían que ellos no estaban dormidos y con visión y esperanzas de construir algo mejor para todos, salieron a la calle a exigir justicia, dignidad e igualdad.

El pueblo chileno de la mano de los jóvenes despertó de un largo sueño y esa lucha que volcaron hace un tiempo en las calles hizo tambalear a las grandes élites del poder.

Divididas en dos jornadas debido a una pandemia que azota de manera brutal al mundo entero, entre el sábado 15 y el domingo 16 de mayo, se celebraron en Chile las elecciones en las que los ciudadanos eligieron a las 155 personas que serán las encargadas de redactar la nueva Constitución. Además, esta elección representó un termómetro para medir que es lo que puede llegar a pasar en noviembre, cuando se elija al nuevo Presidente.

El escrutinio de votos indicó que la coalición oficialista de derecha Vamos por Chile obtuvo 38 escaños, quedando muy lejos de los 52 necesarios para alcanzar el tercio requerido para bloquear medidas que modifiquen la base con que se estructuró la sociedad chilena bajo la dictadura pinochetista y que lleva más de 30 años.

Fue un rotundo triunfo de los independientes y la izquierda. Muestra la nueva cara de un país que quiere dejar atrás un modelo neoliberal que deja afuera a millones de ciudadanos. Chilenos y chilenas entregaron la misión de redactar la nueva Constitución a muchas caras nuevas. Eligieron independientes, gente que no tenían largas trayectorias en este campo, hicieron ingresar a muchas mujeres, de movimientos, organizaciones o el activismo.

El gran cambio es una mayor proporción de personas jóvenes, feministas y progresistas que entran al escenario político tradicional. Sin dudas, es una renovación de la política en Chile. Estos resultados muestran a un país que quiere dejar atrás el neoliberalismo e ir hacia una sociedad más equitativa, más justa e igualitaria. Posiblemente los temas que entrarán en la próxima Constitución serán; la plurinacionalidad, la igualdad de género, la sustentabilidad, el sistema político presidencial o parlamentario, los derechos sociales, el acceso público a la salud, la educación, y pensiones.

Sin dudas, estamos frente al fin de la política tradicional que rigió en Chile por más de 30 años. El primer laboratorio del neoliberalismo en Latinoamérica ha muerto, sin embargo, no hay tiempo para festejar. Chile debe avanzar hacia un nuevo modelo que recupere la lucha contra la pobreza, la igualdad, la exclusión, que impulse un crecimiento económico inclusivo.

Felicitaciones a todo el pueblo chileno por este gran paso histórico.


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