¡¡Nuestras acciones son nuestro futuro!! El 16 de octubre de cada año se celebra el día mundial de la alimentación. Este día fue programado por la FAO (Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) para concientizar sobre los problemas alimentarios y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la malnutrición y la pobreza
/Por Lic. Lucía Cortinovis
Estos dos años de pandemia por el Covid 19 dejó al descubierto la fragilidad de nuestras sociedades: la alteración de los sistemas agroalimentarios y una recesión económica mundial, junto con el aumento de la inseguridad alimentaria , la desigualdad, el hambre y la malnutrición en todas sus formas.
La inseguridad alimentaria, entendida como la falta de acceso continuo a alimentos de calidad y en cantidad suficiente, impacta directamente en el estado de nutrición de las personas, con consecuencias graves para la salud, el desarrollo y el bienestar en general.
Argentina presenta indicadores alarmantes de inseguridad alimentaria. Según el informe “Panorama de la seguridad alimentaria en América Latina y el Caribe.” publicado por FAO, OPS, UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos, en el 2019, 14 millones de argentinos sufrían inseguridad alimentaria, lo que representaba el 32 % de la población. La inseguridad alimentaria afecta mayoritariamente a hogares con jefatura femenina. Los indicadores de malnutrición también son alarmantes, según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, publicada en el 2019, el 7,9 % de los niños y niñas menores de 5 años presentaron baja talla, y la malnutrición por exceso (sobrepeso y obesidad) afectó al 41,1% de los niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años y al 69,9% de la población adulta. El drama de la malnutrición impacta con mayor fuerza en los hogares vulnerables.
Algunas de las causas de la malnutrición tienen su origen en el funcionamiento de los Sistemas Alimentarios, constituido por las personas, las instituciones y los procesos mediante los cuales los alimentos se producen, elaboran y llegan hasta el consumidor.
Este contexto exige a los y las nutricionistas asumir un rol de primordial en la lucha por la promoción de una alimentación sana, segura y soberana para toda la población.
Comprender como la malnutrición se vincula con procesos de producción, distribución y consumo nos permite identificar las posibles áreas de intervención. Debemos promover formas de producción y hábitos alimentarios que favorezcan el acceso y consumo de dietas saludables y sostenibles desde lo económico, social y ambiental.
Los alimentos que elijas y su forma de consumo afectan a nuestra salud y a la de nuestro planeta.
Necesitamos construir un futuro con suficientes alimentos nutritivos, inocuos y accesible para todos. Y debes formar parte del cambio.
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