AGRONEGOCIO

03 de Septiembre de 2022

“Basta de venenos. Fuera Monsanto Bayer”

Vecinos de Campana, Zárate y Los Cardales colocaron pasacalles en la pasarela frente a la empresa Bayer (Monsanto) ubicada sobre la ruta 6 (Zárate)

La iniciativa fue liderada por la agrupación “Pioneros por el Agua” (Campana) que en sintonía con las demás localidades que forman la Red de Pueblos Fumigados harán lo propio en conmemoración al fallecimiento de Fabián Tomasi a causa de estar expuesto a agrotóxicos. El ex peón rural murió el 7 de septiembre de 2018 en Entre Rios. Había contraído una polineuropatía tóxica severa, además de atrofia muscular generalizada. Falleció a sus 53 años, con un peso menor a 40 kilos. Siempre luchó por los derechos humanos frente al modelo del agronegocio.

Acompañaron el señalamiento de  Bayer las agrupaciones Asamblea SocioAmbiental de Campana (ASAC), Vecinos del Humedal y Acción Ambiental de Zárate.

“BASTA DE VENENOS. FUERA MONSANTO BAYER” es la leyenda del pasacalle ubicado sobre la pasarela. 

Los vecinos de Pioneros por el Agua en Campana han enviado al INTA BALCARCE muestras de agua, tierra y orina de habitantes del barrio y los resultados fueron escandalosos. Se encontró glifosato y derivados en las muestras. El principal productor de glifosato es la empresa Monsanto.

En diálogo con los activistas ambientales todos coinciden que la agroecologia es el camino.

A continuación, una carta que escribió Fabián Tomasi para La Garganta Poderosa en marzo de 2018:

"Tengo miedo de morir"

* Por Fabián Tomasi.

"Desde muy joven, durante muchos años, trabajé en el campo guiando avionetas, en contacto directo con agrotóxicos. Y yo soy de Basavilbaso, Entre Ríos, donde la gente aprendió a pasar por encima de la frustración sobre las carrozas de los carnavales. Pero lamentablemente, detrás de sus coloridas luces o debajo de sus majestuosos escenarios, hoy sólo puedo ver la cara de Antonella González, una nena que murió de leucemia en el Hospital Garrahan, hace apenas cuatro meses. Había nacido en Gualeguaychú, hace apenas nueve años. Y falleció, víctima de los agroquímicos. Los médicos lo sabían, todos lo sabíamos. Como también sabemos que un 55% de los internados en el Garrahan por cáncer, provienen de nuestra provincia...

La más fumigada del país, una de las más envenenadas del mundo.

Nunca participé de ninguna fiesta. Ni antes, porque jamás me alcanzó el dinero, ni ahora, porque hace mucho tiempo me diagnosticaron polineuropatía tóxica severa, con 80% de gravedad: afecta todo mi sistema nervioso y me mantiene recluido en mi casa. Mis primeros síntomas fueron dolores en los dedos, agravados por ser diabético, insulinodependiente. Luego, el veneno afectó mi capacidad pulmonar, se me lastimaron los codos y me salían líquidos blancos de las rodillas. Actualmente tengo el cuerpo consumido, lleno de costras, casi sin movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el temor a no despertar.

Tengo miedo de morir.

Quiero vivir.

Tal vez, ese miedo me pueda servir de escudo, una especie de anticuerpo, como el humor. O como tanta gente que me ayuda para que pueda estar escribiendo, en vez de largarme a llorar, porque la enfermedad me hizo adelgazar 50 kilos y he visto mucha gente fallecer por consecuencia de las fumigaciones, pero nadie se anima a hablar. Mi hermano Roberto, sin ir más lejos, fue otra víctima más de las lluvias ácidas que arrojan sus avionetas: el cáncer de hígado no lo perdonó. Jamás voy a olvidar su agonía, escuchándolo gritar toda una noche de dolor. Mi papá falleció así, con esa tortura en la mente y tragándose silenciosamente la impotencia de verme así. Ahogado, de rabia y de temor.

Yo no quiero ahogar mis palabras.

Quiero gritar.

Muchas provincias del litoral son arrasadas por el glifosato y el resto de sus químicos, como si desconocieran que los seres humanos tenemos un 70% de similitud genética con las plantas. ¿Cómo esperaban que sus venenos aprendieran a distinguirnos? No lo hacen. Por eso, cuando se fumiga, sólo un 20% queda en los vegetales y el resto sale a cazar por el aire que respiramos. ¿Entienden? No todo es brillantina y diversión en lugares como San Salvador, el "Pueblo del Cáncer", donde la mitad de las muertes derivan de la misma causa. Allí, el carnaval nunca llega... Y sí, recibí muchas amenazas por visibilizar lo que nos hacen comer, respirar y beber a diario. Pero ya no basta con decir "Fuera Monsanto", porque las cadenas de maldad hoy se extienden al resto de las compañías multimillonarias y se enredan con el silencio. Pues no hay enfermedad sin veneno y no hay veneno sin esa connivencia criminal entre las empresas multinacionales, la industria de la salud, los gobiernos y la Justicia. Hoy más que nunca, necesitamos que paren y para eso debemos luchar, aun en el peor de los escenarios, porque nuestro enemigo se volvió demasiado fuerte...

No son empresarios, son operarios de la muerte".

 

Foto de Pablo Piovano a Fabián Tomasi que forma parte del fotoreportaje “El costo humano de los agrotóxicos”

 


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