Política internacional

08 de Febrero de 2024

La verdadera política, es la política internacional

A lo largo de la historia argentina, los cambios de gobierno han estado asociados a drásticos giros en la política exterior. Apenas han transcurrido 60 días desde la asunción del presidente, Javier Milei, pero ya podemos vislumbrar la orientación de su gobierno a través de hechos concretos, como su decisión de no ingresar al grupo BRICS, su interés en unirse a la OCDE y su intención de firmar el acuerdo Mercosur-UE. Además, se suma su postura anti-multilateral, anti-China, y su consideración a Estados Unidos, Israel y al mundo libre como principales socios comerciales. El internacionalista Federico Merke ha definido a esta mirada como simplista y dicotómica del orden mundial, en el cual el presidente lo divide en dos; buenos gobiernos liberales por un lado y malos gobiernos colectivista por el otro. El problema no es que Milei crea en el libertarismo, el problema es que ese mundo no existe más. Dejaremos este análisis más detallado de sus decisiones en política exterior para más adelante, para detenernos en su primera gira internacional, con Israel como epicentro, y las declaraciones que provocaron la reacción del grupo terrorista “Hamás”.

El presidente argentino, inició el martes pasado su visita a Israel con una polémica declaración, al anunciarle al primer ministro, Benjamín Netanyahu, la intención de trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén. La organización terrorista Hamas, enfrentado desde octubre en una guerra con Israel en Gaza, territorio que gobierna desde el año 2007, reaccionó condenando los planes del presidente argentino.

“Condenamos y deploramos enérgicamente el anuncio del presidente de Argentina sobre su intención de trasladar la embajada de su país en la entidad nazi-sionista (Israel) a Jerusalén” afirmó Hamás en un comunicado.

De todas formas, no es el primer mandatario en tomar este tipo de acciones. El gesto de Milei guarda similitud con el de Donald Trump, quien en 2018 decidió trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén, una medida que no estuvo exenta de controversia. Además de Estados Unidos, países como Guatemala, Papúa Nueva Guinea y Kosovo también tomaron esa decisión. Sin embargo, la mayoría de los países no reconoce a Jerusalén como la capital de Israel y por ello mantienen sus embajadas en la ciudad de Tel Aviv.

¿Por qué Jerusalén?

El estatus de Jerusalén es uno de los temas más delicados en el contexto del Medio Oriente. En pocos kilómetros, la ciudad alberga sitios sagrados para el judaísmo, el islamismo y el cristianismo. El Muro de los Lamentos, el Santo Sepulcro, la mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca son solo algunos ejemplos. Todos estos lugares, o lo que queda de ellos, tienen su hogar en Jerusalén y son testigos de la conexión histórica y espiritual que tanto el pueblo árabe como el judío tienen con este territorio. Desde hace décadas, la competencia por el control del mismo se ha convertido en fuente de grandes tensiones. 

Nuestro país históricamente siempre ha mantenido su posición a favor de dos Estados conviviendo pacíficamente, en forma respetuosa, reconociendo las fronteras de 1967 y el estatus especial de Jerusalén de acuerdo con las sucesivas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es decir, al igual que la mayor parte de la comunidad internacional, Argentina apoya el régimen especial de Jerusalén, conforme lo establece la Resolución 181 (1947) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como el libre acceso, visita y tránsito sin restricción a los Lugares Santos para los fieles de las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam). 

No podemos predecir el futuro, pero no debemos subestimar la importancia de este alineamiento en la política exterior argentina en Medio Oriente. Un precedente significativo ocurrió durante la Guerra del Golfo, cuando el entonces presidente Carlos Saúl Menem, envió dos buques mercantes a la guerra, lo que tuvo repercusiones locales con ataques terroristas a la Embajada de Israel y a la AMIA.  Aunque fingimos que no hay relevancia ética en la discusión, al menos debemos preguntarnos cuál es el beneficio para Argentina de una decisión como esta. ¿Qué impacto puede tener en las relaciones del país con el mundo árabe? ¿podrían deteriorarse los vínculos? ¿Tiene sentido este alineamiento si nadie lo pidió? Algo sí está claro: la política exterior siempre debe regirse por el interés nacional, por lo que no debe dar lugar a caprichos personales. Sea cual sea su ideología y religión, el presidente, Javier Milei debe anteponer su rol como jefe de Estado a sus sentimientos y preferencias personales porque como dijera Juan Domingo Perón; “La verdadera política, es la política internacional.

                                                                                                                                  

Facundo Ojeda - Lic. en Relaciones Internacionales


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