Política

03 de Mayo de 2024

Desmantelamiento atómico: un gobierno a contra mano del mundo

Facundo Ojeda

El pasado 11 de abril, el portal de noticias Cenital, publicó el artículo “Energía nuclear: todo lo que se pierde al frenar los reactores CAREM y RA-10” al cual recomiendo que lean, ya que describe muy bien lo que implica la energía nuclear para el desarrollo del país.

La nota menciona que el 22 de marzo pasado, la presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Adriana Serquis, envió una nota formal al secretario de Energía de la Nación, Eduardo Rodríguez Chirillo, mencionando el inminente corte de servicios a partir del 25 de marzo en los Centros Atómicos, así como el freno de las obras de los reactores Central Argentina de Elementos Modulares (CAREM), el multipropósito RA — 10 y el Plan de Medicina Nuclear. Estas medidas se deben a la falta de pagos y a la situación presupuestaria crítica de la institución.

Esta semana, los compañeros de la seccional Zárate y Lima de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA) con la cual me solidarizo, intensificaron las protestas en la región, tras la confirmación oficial del freno de las obras del reactor nuclear CAREM, el cual dejará a 570 trabajadores en la calle, sin considerar el significado para estas familias de quedarse sin trabajo en medio de una brutal crisis económica y por otro lado, lo que representa el CAREM en materia energética, de soberanía y tecnología para el país.

Nuestro país tiene una amplia trayectoria en el sector nuclear. Desde la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en 1950, el país ha sido pionero en Latinoamérica en el desarrollo pacífico de la energía nuclear. Hitos significativos, como la puesta en marcha de Atucha I en 1974, la extensión de vida de la Central Nuclear Embalse, que comenzó su operación
comercial en 1984, finalizando su ciclo en 2015 y su puesta en crítico el 4 de enero de 2019, garantizando su ciclo operativo por 30 años más, y el comienzo de la construcción de Atucha II en 2006 tras su paralización en el año 1994, culminando en la entrega de energía a la red eléctrica en 2014, nos coloca como un destacado referente regional en el ámbito nuclear.

 

CAREM

El CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares) es el primer reactor nuclear de potencia diseñado y construido en Argentina, cuyo desarrollo comenzó en la década del 80, y cuyo prototipo comenzó a construirse durante la última presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Este reactor se clasifica dentro de la categoría conocida en la industria nuclear como “SMR”, un tipo de central de generación eléctrica que cuenta con una potencia de hasta 300 MW(e) por unidad, caracterizado por ser más económico y rápido de poner en funcionamiento, ya que puede fabricarse en instalaciones pequeñas y llevarse como módulos a sitios donde serán utilizados. Sin duda, representan el futuro en la provisión de energía en áreas remotas y el abastecimiento de parques industriales con alto consumo de energía. El prototipo CAREM, podrá generar 32 megavatios, con lo cual podrá abastecer a poblaciones de hasta 120.000 habitantes.

A nivel internacional, son pocos los países que participan en el desarrollo de la tecnología de los SRM. Argentina, históricamente ha estado en el tablero internacional más cómo un observador que como protagonista. Sin embargo, en el régimen nuclear ocupamos una silla principal junto a cinco potencias, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos y Rusia. El CAREM representa nuestro primer reactor 100% argentino, colocándonos en la vanguardia del mercado de los futuros Reactores Modulares Pequeños (SMR). Es importante destacar que, actualmente, sólo tres proyectos están en construcción a nivel mundial: el CAREM, un proyecto chino y un reactor ruso embarcado. Según informes de la CNEA el avance físico general alcanza el 63%, el edificio del reactor se encuentra en un 84%, el liner de la contención está al 100%, el recipiente de presión al 73%, el generador de vapor al 56% y los elementos combustibles al 62%, con una fecha estimada de finalización en 2027.

El presidente argentino, Javier Milei, ha mencionado en repetidas ocasiones que, con sus reformas Argentina podría parecerse a Alemania en 20 años. Sin embargo, para lograr el desarrollo, el país necesita avanzar hacia un proceso de industrialización, es decir, direccionar la política económica hacia una inserción internacional especializada en bienes y servicios con mayor valor agregado. Para lograrlo, es esencial articular la matriz productiva con la ciencia y la tecnología, convirtiendo la ciencia en tecnología, y tecnología en productos. Pero ¿Qué país que aspira a desarrollarse desmantela su sistema científico- tecnológico en cuestión de meses? Primero, eliminando el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y luego, desfinanciando por completo los
programas en ejecución, incluyendo el proyecto CAREM. Esta situación se agravó con la media sanción de la Ley Bases, con la ayuda de la denominada “oposición dialoguista”, permitiendo la modificación, eliminación de competencias y funciones y/o la reorganización de estructuras de organismos públicos que integran el sistema nacional de ciencia y tecnología, como el INTA, INTI, CNEA o incluso el desmantelamiento del Conicet.

¿Será verdad que la paralización del CAREM también podría estar relacionada con un compromiso asumido por el presidente frente a Laura Richardson, jefa del Comando sur, tal como lo deseaba EE.UU? ¿Qué gana nuestro país cediendo soberanía energética y posicionamiento en un ámbito donde podríamos sentarnos de igual a igual junto a las principales potencias mundiales?

Una vez más, señor presidente: sin universidad no hay futuro, sin ciencia no hay riqueza, sin obra pública no hay desarrollo y sin industria con todos los trabajadores adentro, no hay Nación.

Compañeros, en estos momentos de dolor y bronca más que nunca los acompaño en esta lucha. Sigamos adelante con fuerza, por nuestros derechos y por la organización colectiva que nos empuja a no claudicar jamás antes las injusticias. Las causas se pelean con el corazón y se defienden con pasión, porque sabemos que, sin lucha, no hay conquistas.

Dirigentes, tal como dice François Dubet, el espíritu de nuestra época es del de las pasiones tristes, dónde este mundo desigual conduce a la frustración, al resentimiento y desalienta la lucha por una sociedad mejor. El primer combate más allá de lo político es emocional, deben devolverle la esperanza a la gente. Es crucial recuperar la identidad colectiva y fomentar espacios de compañerismo y compromiso colectivo. Por ahí es la salida.


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