Columna de opinión

12 de Mayo de 2024

Chau... no va más

La demolición del ex Balneario Municipal en la Costanera de nuestra ciudad constituye un ataque a la preservación del patrimonio construido, tanto por su valor histórico cultural como arquitectónico.

Las instalaciones demolidas son la parte efectivamente construida - hacia 1938 - de un ambicioso proyecto de la administración municipal de Don Pedro Guerci.

La obra en consonancia con las ideas de salubridad de antaño poseía una impronta modernista que dialogaría con algunas bonitas viviendas que aún existen sobre la calle Hipólito Yrigoyen en tanto establecían un contrapunto con las instalaciones también modernas de la Aduana pero que adherían a la corriente neo colonial en busca de una pretendida identidad arquitectónica nacional.

Ya con anterioridad uno de los dos galpones de la Aduana sufrió el desdén de los demoledores de turno, que el paso de los años y la progresiva valoración de la arquitectura del pasado nos mostró su sin razón.

Lamentablemente la anterior gestión no encontró el rumbo con respecto a dicho edificio y tras largo tiempo en un estado de abandono que no hacía más que deslucir el paseo costanero sirviendo de refugio precario para personas en situación de calle, lo cual de ninguna manera justifica la decisión depredadora de la actual gestión.

En un lamentable contexto de paralización de la obra pública con finalidades económicas muy cuestionables, al menos se podría haber demolido la mampostería manteniendo solo la estructura y adecuándolo para instalaciones de baños que tan necesarios son en el sector. La cubierta bien hubiera servido para la ubicación de puestos de venta de micro emprendedores que habitualmente se instalan en el sector los fines de semana y para la prestación de algún servicio.

¿Puede atribuirse esta acción a la miopía de noveles administradores de la cosa pública?

¿O puede deberse a intereses de privados que intentan recuperar lo que la administración anterior logro rescatar tras prescripción adquisitiva de espacio público ganado para el disfrute de vecinos/as y visitantes?

Se trata de una ya conocida visión, excluyente para las grandes mayorías del espacio, con finalidad de rentas privadas que con vistas ininterrumpidas hacia el rio, sin vendedores ni baños públicos, que híper valoricen el m2?. Si es así se está en el camino inverso al recorrido hasta ahora y que distinguió a la ciudad tras la multiplicación por 6 de la superficie en espacios públicos recreativos, entre ellos su costanera a la que vemos visitado, ahora, cada fin de semana luego de décadas de abandono.

En definitiva, una concepción del espacio no ya para los simples ciudadanos de a pie disfrutando de lo que no pertenece a nadie en particular sino a todos en general, vendría a ser desplazada por la idea de la fragmentación espacial con usos sociales diferenciados entre usuarios y clientes.

Por Carlos Méndez, arquitecto


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