Un 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner asumía la presidencia de una Argentina sumida en la pobreza, desempleo y deuda externa. Algo similar a lo que estamos viviendo actualmente. Hoy lunes, se cumplen 17 años de aquel día en el cual recuperamos los ideales de independencia, soberanía y justicia social.
Es imposible imaginarlo sin recordar el Menemismo y la Alianza. Veníamos del fin de la convertibilidad, terminaba el uno a uno, llegaba el corralito, el aumento exorbitante de la deuda externa y la constante fábrica de pobres. Estábamos en la más absoluta pobreza. Una pobreza no solo económica y social, sino una pobreza de derechos, garantías, justicia e institucionalidad. Una profunda pobreza por donde se la mire. Néstor nos sacó de ese pozo y nos devolvió la dignidad.
Desde aquel discurso en la Plaza de Mayo en el cual les pidió a los jóvenes que sean transgresores, que debían ser ellos el punto de inflexión del nuevo tiempo, las vidas de muchos de ellos cambiaron, incluso la de quien les escribe estas palabras. Desde ese día y hasta el día de hoy, miles de jóvenes apoyan este proyecto a través de la gesta más importante: la militancia. Néstor mostró que no todo es lo mismo, que las cosas pueden cambiar y de lo valioso que es tener un proyecto y creer en él. Un hombre que enseñó a anteponer lo colectivo por sobre lo personal. Logró que miles de personas se enamoraran de la política como herramienta de transformación. Efectivamente impuso el fin de la resignación.
Fue el creador de un proceso político que ha logrado convocar a miles de jóvenes, que han comenzado a participar, a militar, buscando comprometerse con la realidad de su barrio, de su país, con convicción, ilusión, alegría, pero por sobre todo con DIGNIDAD.
Es el ejemplo de lo que es ser un militante popular. Por eso hoy está en el rostro de miles de banderas, en los nombres de agrupaciones, en las cabezas y corazones de millones de argentinos. Llegó diciendo: “no voy a dejar mis principios en la puerta de la casa rosada”. Y así fue. Dio todas las disputas que cualquier militante quiere dar. Esas que cuando los compañeros se juntaban en alguna casa soñaban atrevidamente concretar: la ampliación de derechos, la puesta en valor y el gigante respeto hacia la ciencia y tecnología, la reivindicación de la educación pública, recuperar el sistema previsional, incorporar a todos aquellos que estaban fuera del “sistema”, bajar los cuadros de los genocidas, decirle no a Bush, decirle no al FMI.
¿Cómo este hombre no va a enamorar a los jóvenes? ¿Cómo miles de chicos no van militar por este proyecto si gracias a él sus abuelos se pudieron jubilar gracias a la moratoria previsional?
Hoy hace 17 años recordamos la llegaba de manera silenciosa a la Casa Rosada de un hombre que logró cambiar la vida de millones de argentinos. Que nos volvió a la militancia por ideales, al que nos devolvió las calles a los que soñamos con un país más justo, más integrado, más igualitario.
Por Facundo Ojeda
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