Economía & Ciudades

11 de Junio de 2020

Primeras consideraciones de la Argentina post pandemia

A esta altura de las circunstancias, y transitando ya por cerca de los ochenta días de cuarentena en términos generales como consecuencia de la decisión nacional de aislarnos para mitigar los efectos del Covid-19, una de las preguntas que nos hacen, y nos hacemos, quienes conformamos el equipo de Economía y Ciudades, es qué sucederá con la economía de nuestro país, y la nuestra en particular, una vez liberada totalmente la actividad productiva, comercial y de servicios, profesionales y no profesionales. 

En las últimas semanas se han dado a conocer y confirmar, desde los datos oficiales, la estrepitosa caída de todos los indicadores económicos. Sólo puede quedar exento de la caída el comercio, dónde se, viene dando superávit comercial acumulado, especialmente como consecuencia de la baja en las importaciones en un contexto de caída de más de 20 puntos en el comercio entre países. En abril del corriente las exportaciones alcanzaron los 4.329 millones de dólares y las importaciones unos 2.918 millones. El intercambio comercial (exportaciones más importaciones) disminuyó 23,8% , en relación con igual período del año anterior. Entonces, la balanza comercial alcanzó un superávit del orden de los 1.411 millones de dólares. Por último, las exportaciones cayeron un 18,9% en relación al mismo mes del año anterior, debido a la caída en cantidades de 13,0% y en precios, 6,7%. Las importaciones, comparando los mismos períodos, cayeron un 30,1%. 

El otro motivo, todavía no concretado, que puede dar margen a corto y mediano plazo para pensar en un repunte de la actividad económica post pandemia, trata sobre las negociaciones que el Gobierno Nacional está llevando a cabo con los acreedores tenedores de deuda pública nacional. Es un tema trascendental, quizás no suficiente como para garantizar el despegue de nuestra economía, pero sí en el corto plazo puede comenzar a resolver o al menos no agravar cuestiones de acceso al financiamiento del sector público y también privado nacional. Los avances a los que nos referimos se dan en algunos apoyos explícitos del FMI, entre otros.

¿Y con lo demás, que hacemos? Y acá queremos focalizar. No sólo sobre la brecha cambiaria, la caída de la producción industrial y de la construcción. Argentina es un país con problemas estructurales que vemos se van agravando. El andar en un contexto de pandemia, evento de shock imprevisto, nos viene exponiendo una diferenciación incremental entre el interior del país y el denominado AMBA. Y creemos que es momento de comenzar a discutir sobre una verdadera, y progresiva, desconcentración de actividades. Planificada, con acuerdos y con objetivos claros y consensuados a mediano y a largo plazo. El área AMBA concentra el 30% de la población total del país en el 0,3% del territorio, con indicadores de pobreza, de marginalidad y de desigualdad apremiantes. Y no se observan soluciones definitivas, ni siquiera parciales. 

Es repetitivo escuchar y leer que Argentina tiene problemas de dólares. Es decir, son más los dólares que necesitamos para mantener el aparato productivo y la demanda agregada, que los dólares que generamos por exportación de bienes y servicios, y mucho menos por inversión extranjera directa. Con su consecuencia sobre el precio del tipo de cambio, la inflación y el nivel de actividad económica. Si se enumeran los factores por los cuales la economía Argentina no creció en las últimas décadas seguramente que uno de los más importantes resultará su estrategia en materia de exportaciones, por el hecho que nunca supo construir, más allá de las ventas del sector primario, una estrategia exitosa de inserción internacional duradera para las exportaciones con mayor valor agregado. Detrás de este resultado se halla obviamente una causa, que es la escasa competitividad internacional de la economía doméstica, que no sea en la producción de bienes primarios y algunas otras honrosas excepciones industriales. Sólo con visualizar el rendimiento del sector exportador nacional en 2019 podemos ver que el 26% del total de las exportaciones provienen del complejo sojero, seguido por el sector automotriz (10.9%), el complejo maicero (9,3%), petrolero (7,8%) y carne y cueros bovinos (6,2%). Más atrás, encontramos al complejo triguero (4,4%), cebada (1,6%) y girasol (1,4%). Es decir, que el sector agropecuario, si sumamos algún otro complejo productivo, aportó en 2019 casi la mitad de los dólares que ingresaron al país como resultante de la venta de sus productos.

Por último, si nos detenemos en observar el origen provincial de las exportaciones (Fuente: INDEC) también para 2019, la Región Pampeana (Buenos Aires, CABA, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y Santa Fe) aporta el 74,7% del total de exportaciones, con predominancia en el interior de la provincia de Buenos Aires, seguido por Santa Fe y Córdoba. Lo sigue la Región Patagonia (9,7%), Noroeste (6,0%), Región Cuyo (5,3%) y Región Noreste (1,9%). Desagregado, la Región Pampeana lideró con un total de 48.621 millones de dólares de ingresos por exportación, con predominio de manufacturas de origen agropecuario (43,3%), seguido por manufacturas de origen industrial (27,2%) y productos primarios (24,3%). La Región Patagonia fundamenta sus exportaciones en MOI y al sector de combustibles y energía. 

Nuestro país, nuestros dirigentes actuales y futuros, debe avanzar en acuerdos cumplibles y estratégicos para incrementar la capacidad exportadora de aquellos sectores que han demostrado ser competitivos a nivel internacional. Agregando más valor, consensuando esquemas impositivos progresivos que graven de manera inteligente a la producción y considere la cantidad y calidad de la mano de obra ocupada, evitando la concentración económica. Pero además, se debe intentar, al menos, promover la creación de polos productivos de una forma armónica y equilibrada en la totalidad del territorio nacional. Apoyando desde la promoción y demás incentivos a la inversión y las exportaciones, con hincapié en la competitividad internacional de la producción.

De otra manera, no hay forma de que, más allá de algunos efectos externos favorables, nuestra economía pueda sostener lo hasta aquí conseguido.

E&C

 


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