Coronavirus en Latinoamérica: El rescate de una lectura comparada

/ Por Victoria Martinelli y Guillermo Colella

    La “política comparada” es una metodología muy utilizada en la Ciencia Política. Incluso es una disciplina dentro de ella. En las asiduas conferencias que da el presidente Alberto Fernández respecto del devenir de la pandemia y el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), es común que utilice el recurso de la comparación (Suecia y Noruega son ejemplo de eso); de hecho, ha sufrido críticas por ello, como si la comparación resultara un agravio a las relaciones políticas diplomáticas. Citando a un famoso politólogo italiano:  la comparación es un método de control de nuestras generalizaciones. La idea central es la comparación entre países, buscando similitudes y diferencias, para luego buscar las causas de estas.

 En este sentido, nos proponemos aquí comparar las medidas tomadas por países latinoamericanos frente a la pandemia del Covid-19. Las descripciones apuntan a despertar la curiosidad en los lectores, recordando que la pandemia permite ver las características y peculiaridades de una sociedad. Hace manifiestas las capacidades y limitaciones de los Estados y de la dirigencia política de los mismos. Devela las intenciones: por qué unos países toman ciertas medidas, y otros países otras.

 Si tomamos el caso de Honduras, ha sido el país con la peor situación de pobreza en América Latina. La dictadura neoliberal (comandada por neoconservadores y fuerzas militares) ha achicado las funciones del Estado. En esta situación, refiriéndonos al sistema de salud, casi 9 de cada 10 personas no están cubiertas por ningún tipo de seguro de salud y el 18% no tiene acceso a servicios de salud. Esto se debe a que el presupuesto en salud ha sido reducido en detrimento del gasto militar para el sostenimiento de la dictadura. Derivando en la incapacidad del tratamiento de los casos de coronavirus, imposibilitando el resguardo de la vida de los prestadores de servicios de salud. Esto ha generado que Honduras este posicionada como uno de los países con más altas tasas de mortalidad por Covid-19 hasta finales de mayo.

   El coronavirus llegó a Brasil en un escenario donde Bolsonaro genero una “uberización” del empleo, una flexibilización brutal y recortes salariales perjudicando a los trabajadores. Además de una campaña racista, misógina y violenta que suscribe a una política neoliberal del achicamiento del Estado. El país tardó casi 2 meses en implementar medidas de actuación en relación a la pandemia. Bolsonaro en una postura inhumana niega la gravedad del coronavirus, llegando a tratarla de “gripecita”, oponiéndose al aislamiento social. Incluso ya dos ministros de la salud “los renunciaron” por negarse a defender el uso de cloroquina para los casos de contagio. Hoy Brasil tiene más de 20 mil muertos por coronavirus y se ha convertido en el segundo país del mundo con más casos, superando los 34000.

   Con respecto a Ecuador, el 11 de marzo de 2020 el presidente Lenin Moreno decretó al Ecuador en emergencia sanitaria.  El 16 de marzo se limitaron los vuelos, se impuso el estado de excepción y un toque de queda parcial desde las 21:00 horas hasta las 05:00 horas.  En varios hospitales y centros de salud del país el personal médico protestaba por la falta de insumos necesarios. Al mismo tiempo, varios gremios de la salud denunciaban la falta de implementos que cubran con las normas de bioseguridad básicas para afrontar la pandemia, a la vez que personal de salud renunciaba ante la falta de garantías de salubridad. El 21 de marzo la Ministra de Salud renuncia a la cartera de Estado. Todo esto, más la falta de reacción para asistir a los contagiados derivó en el colapso del sistema de salud ecuatoriano, apareciendo las tristes imágenes de cadáveres siendo prendidos fuego en veredas y calles.

   El caso del Gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, resalta –como en Argentina-  por las medidas tomadas, como por la intensidad con la que éstas se han aplicado. El Gobierno consiguió reducir los contagios en 81% y aumentar 6 veces el número de camas. Para conseguirlo, dispuso de todos los recursos políticos, económicos y jurídicos del aparato estatal; tendió vínculos de colaboración con el sector de salud privada para subrogar sus hospitales y ponerlos a disposición de la gente de manera gratuita. Asimismo, implementó medidas de confinamiento y restricción de la movilidad, apelando a la responsabilidad y la conciencia de la población en torno al cuidado mutuo y la sana distancia. En lo que respecta a la economía nacional, el presidente de México, A través de un método de transferencias directas, inyectó dinero, ya fuese a través de rescates, subsidios, o exenciones en el pago de impuestos en los estratos más pobres de la sociedad; con el objetivo de fortalecer la capacidad de consumo de las clases populares.

Con estos datos podemos acercarnos a las realidades que vivencian estos países de Latinoamérica y a las decisiones políticas que marcaron -y marcan-  su curso. Los sistemas de salud de la mayoría han colapsado y, en varios de ellos, se ha desmantelado el Estado. Queda en evidencia que el neoliberalismo individualista y consumista es parte del problema, destruyendo los roles activos de los Estados y de los sistemas públicos de salud y atención social, así como también imposibilita las acciones colectivas de la comunidad. Los países que demuestran más efectividad en el recorrido de la pandemia son aquellos donde justamente la doctrina neoliberal no es -o ya no es - la hegemónica. ¿Qué pensas de las medidas tomadas en Argentina? ¿Cómo definirías el rol del Estado?  En definitiva, o se salvan muchos, o los de siempre salvan a pocos. 

Por Victoria Martinelli y Guillermo Colella