Entre ayer y hoy se observaron más de seis perros muertos al costado de la Ruta 6, entre Zárate y Campana. Animales de todos los tamaños quedaron tendidos en la banquina, dibujando una postal de crueldad e indiferencia que duele y preocupa.
La magnitud sorprende: de un día para otro aparecieron demasiados cuerpos. Una vecina, conmovida por la escena, escribió a Corre la Voz preguntando si no se trataría de un caso de envenenamiento. El interrogante queda flotando y la urgencia de que las autoridades investiguen es ineludible.
Más allá de la causa —accidentes viales, abandono o un hecho intencional— lo cierto es que estos animales no deberían estar allí, sin cuidado, sin protección, expuestos al hambre, a la violencia y a la muerte. La pregunta que resuena es: ¿quién se hace cargo?
La raíz del problema: los perros en situación de calle
En nuestras ciudades y rutas es común ver perros abandonados, merodeando sin dueño, sin castración, sin un techo seguro. Son víctimas de una cadena de negligencias:
¿Qué hacemos como sociedad?
Naturalizar estas muertes es peligroso. Cada perro en la calle es reflejo de una sociedad que desatiende a los más vulnerables. Los animales no eligen; son consecuencia directa de nuestras decisiones o de nuestra indiferencia.
Concientizar, denunciar y exigir medidas es un primer paso. Las autoridades municipales y provinciales deben investigar lo ocurrido y garantizar controles efectivos. Pero también cada vecino y vecina puede aportar: adoptando, castrando, no abandonando, y levantando la voz cuando la crueldad golpea tan fuerte.
Inadmisible es la palabra que mejor define la situación. Inadmisible que sigan muriendo así. Inadmisible que se sigan multiplicando los perros en la calle. Inadmisible que la respuesta oficial sea el silencio.
La escena en la Ruta 6 no puede quedar como un hecho aislado: debe ser un llamado urgente a la acción.
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