Cuáles son los diferentes tipos y cuándo se recomienda su uso. Qué sostienen los organismos oficiales y la evidencia científica hasta el momento
En el contexto actual de pandemia por coronavirus, es más necesario que nunca comunicar de modo claro y con criterios unificados para guiar a las personas acerca de las mejores prácticas para cuidarse y cuidar a otros. Para ello, es indispensable discriminar entre una recomendación y una imposición: el uso de barbijos caseros por parte de la ciudadanía solo se aconseja como una medida que complementa y no sustituye las normas preventivas establecidas.
Así lo recordaron en un comunicado conjunto la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) y el Comité de Infectología Crítica (CIC) del 6 de abril, en el que puntualizaron que la adopción de máscaras caseras puede ser un complemento de aquellas medidas que se reconoce como verdaderas limitadoras de la diseminación: el distanciamiento físico, el lavado de manos y la desinfección de superficies.
En el documento también se señala: “Considerando que en la pandemia una porción significativa de la población puede encontrarse infectada asintomática o en período presintomático, el uso de barbijos caseros podría tener un rol en la disminución de la propagación desde dichos individuos hacia el resto de la población, actuando como un elemento de barrera para los fluidos infectantes. Por lo tanto, su uso sería más apropiado en entornos públicos donde otras medidas de distanciamiento físico sean difíciles de mantener, como en las compras de productos esenciales como alimentos y medicamentos”.
Del mismo modo, la infectóloga Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, recalcó en la conferencia del 8 de abril que el uso de este tipo de barbijo podría generar una falsa sensación de seguridad y que, por eso, hay que insistir en que no reemplaza al aislamiento social preventivo y obligatorio, el lavado de manos, el toser y estornudar cubriéndonos con el pliegue del codo, airear los ambientes o limpiar las superficies. También puntualizó que solo se trata de una medida adicional para disminuir la potencial transmisión del virus a otros, es decir, para proteger a los demás, pero que no es útil para la protección personal.
Y agrego: “Si alguien decide usar lo que se denomina como barbijo casero, máscara, tapaboca o cobertor de fabricación casera, tiene que saber algunos conceptos importantes: estos deben tener varias capas de tela, tienen que ajustarse a la cara, son de uso individual, deben poder lavarse y reutilizarse”. Es necesario seguir las instrucciones del Ministerio de Salud acerca del modo de confección, materiales y otros parámetros de seguridad disponibles en su sitio web.
“El uso de barbijos caseros es una práctica con escasa evidencia científica que lo sustente como método para disminuir el contagio por COVID-19”, señalan la SATI y el CIC en su documento. Si bien en varios países del mundo se adopta como recomendación gubernamental y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos aconsejó la cobertura facial para enlentecer la diseminación de la enfermedad el 3 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no avala esta estrategia y así lo ratificó en el último documento de posición del 6 de abril.
En el CONICET dos equipos independientes de científicos que integran los institutos de INIBIOMA e IPATEC elaboraron dos informes técnicos sobre el uso de máscaras faciales para utilizar durante la emergencia sanitaria. Resulta claro el contenido y también el título de uno de estos trabajos Barbijos caseros: un complemento necesario para prevenir el contagio de COVID-19 que coincide en que es una acción suplementaria y eficaz que se suma a las otras medidas tomadas por el gobierno para retrasar la propagación del virus. El informe también analiza los materiales posibles, esterilización y reutilización de los barbijos de tela, así como la eficiencia, comodidad, y durabilidad dependiendo del tipo de material.
Por otro lado, también hay que enfatizar y reiterar que el uso inadecuado de estas mascarillas también puede implicar riesgos graves: quienes los usen no deben tocarse la cara ni la máscara, tampoco deben retirarlo y volverlo colocar varias veces para hablar como suele verse. Quien los use debe tomar ciertos recaudos indispensables:
-Antes de colocarlo: lavar las manos con agua y jabón o con un desinfectante a base de alcohol.
-Mientras se use: cubrir la boca y la nariz con el barbijo y asegurar que no queden espacios entre la cara y la máscara. No tocar el barbijo y, de hacerlo, lavar bien las manos. Debe cambiarse en cuanto esté húmedo o sucio.
-Cómo sacarse el barbijo: por detrás y sin tocar la parte delantera, luego introducirlo de manera inmediata en un recipiente cerrado y lavarse las manos con agua y jabón o alcohol en gel
En este sentido, la SATI y el CIC recuerdan que el uso de barbijos caseros podría aumentar el contacto de las manos con la cara, incrementando el riesgo de infección y señalaron: “Consideramos importante asesorar a la población de evitar tocarse la cara tanto en la colocación, el uso y la remoción de los barbijos, así como en la higiene de manos. También sobre la posibilidad de reutilización, y en tal caso explicitar higiene y almacenamiento según tipo de material”.
Por último, todas las sociedades científicas, organismos oficiales y quienes integramos el sistema sanitario, queremos recordarle y pedirle a la población que es imprescindible priorizar y reservar el uso de barbijos quirúrgicos y de alta eficacia para quienes realmente los necesitan: los profesionales de la salud, las personas con síntomas (casos sospechosos o confirmados) y sus cuidadores. Estamos atravesando una situación crítica a nivel mundial y estos insumos son indispensables para salvar vidas y evitar que nos enfermemos por COVID-19 los farmacéuticos, camilleros, enfermeros, médicos, terapistas y tantos otros que trabajamos para cuidar a la población. Seamos responsables y solidarios.
El Dr. Daniel Stamboulian es médico infectólogo. Presidente de FUNCEI y FIDEC. Expresidente de la Sociedad Argentina de Infectología y de la Asociación Panamericana de Infectología.
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