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04 de Julio de 2020

Aporte para una historia de la prostitución femenina en Zárate

Después de Retirarse el sol, el último libro de Sergio Robles.

/ Por Victoria Martinelli y Pablo Gallardo

 

La prostitución como práctica legitimada se presenta anclada a un conjunto de valores y costumbres que pueden ser entendidos, según algunas perspectivas, desde una lógica de poder y de dominación patriarcal. En este sentido, ha adoptado distintas modalidades y transformaciones a lo largo de la historia. En el caso de la presente investigación, dedicado al estudio de la reglamentación de la prostitución femenina durante el final del siglo XIX y comienzos del siglo XX en el Partido de Zárate, vemos como ciertos sectores de la sociedad adoptan una postura reglamentarista frente a la cuestión. De acuerdo con esto, el presente libro se revela muy fecundo para la historia local en tanto repone sistemas de enunciados que nos permiten interactuar con la trama más compleja de discursos sociales, morales, políticos y científicos que fundan la acción estatal en materia de intervención sobre el fenómeno de la prostitución.

Desde el punto de vista del Estado, es decir, del orden social dominante a fines del siglo XIX y principios del XX, la prostitución constituye una actividad lícita pero peligrosa. Lícita en tanto responde a satisfacer una demanda: la de ser un complemento de la vida matrimonial fundamentado en la “necesidades naturales” del goce masculino, único cuerpo deseante legítimo. Así proliferaban los lugares destinados a saciar las manifestaciones y apetitos corporales de los varones: bailes, tabernas, prostíbulos que representaban la permisividad reglamentada respecto de los preceptos prenupciales del noviazgo y del matrimonio tradicional. Además, peligrosa para el orden, en tanto que necesita del control estatal respecto a su oferta, ya que el cuerpo femenino que es puesto en juego en la transacción implica una errancia de las pulsiones y deseos que pone en cuestión preceptos de la religión así como también la ética del trabajo ascético que está en la base de las disciplinas laborales del capitalismo.

En este sentido, la matriz oligárquica liberal del estado argentino (1880-1930) no esconde un componente fuertemente intervencionista en lo que respecta a las estrategias de control biopolítico de la población: la natalidad, la filiación, la longevidad, las enfermedades y la mortalidad. La política sexual normativizada forma parte de estos mecanismos de poder de los estados que ejercen un control sistemático sobre los cuerpos: la maquinaria de los edictos policiales y la vigilancia higienista de la medicina social positivista y sus dos artefactos predilectos, la prisión y el hospital.  La escala local no constituía una excepción, varias ordenanzas y regulaciones de la municipalidad durante el período estudiado en este volumen así lo demuestran.

En síntesis, la prostitución femenina reglamentada constituía una actividad considerada socialmente necesaria y económicamente rentable, un mercado en ascenso que requería de regulaciones económicas, contravencionales, sanitarias y morales. Asimismo, podemos destacar dos dispositivos de control -entre otros más- que la presente investigación pone en evidencia:

El primero, cartográfico, refiere a la segmentación socio-espacial de las zonas donde es posible realizar actividades de recreación sexual comercial, estableciendo su emplazamiento en los márgenes de la trama urbana (Capítulo I: Los radios de exclusión).

El segundo, es la constitución de un adecuado régimen de visibilidad pública, un orden de los cuerpos. Este se realiza a través de una serie de disposiciones propias de las instituciones de encierro: “mantener puertas y ventanas cerradas”, “colocación de cierres en puertas y ventanas para evitar la vista del público” sumada a la “la prohibición de circular en la calle en trajes deshonestos”, trazan el ocultamiento de una práctica que no puede tener lugar en lo visible. Sin duda, se trata de poner barreras para defender a la sociedad de la irrupción de ciertas transacciones pulsionales de la vida urbana que pueden ocupar la calle (Capítulo II: Prostíbulos y prostitutas).

Después de retirarse el sol es, sin duda, un trabajo significativo y necesario. Cuenta con bibliografía sobre la temática, es sensible a los debates éticos políticos del presente, y establece un riguroso vector de análisis de los documentos que el paso del tiempo ofrece a la mirada historicista y a la curiosidad investigativa. Este objeto- libro constituye a la vez una valiosa caja de herramientas para el pensamiento social y una pequeña superficie para el hondo placer del texto.


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