Corré la Voz dialogó con dos integrantes de la Colectiva Transfeminista Matria quienes se han propuesto durante el mes de julio visibilizar y deconstruir los discursos en torno a lxs cuerpxs gordxs. Ellas son Floriana Bustamente y Micaela Tabares, quienes se definen como militantes feministas y de cuerpos disidentes, en este sentido, se identifican con cuerpos no-normados.
En primer lugar vamos a situarnos desde una lógica del biopoder foucaultiano en tanto y en cuanto las prácticas "gordofobicas" devienen de un intento por controlar los cuerpos no-hegemónicos, cuerpos no-estandarizados, cuerpos no-normados. La coexistencia de fenómenos aparentemente estancos como la estética, la medicina, la publicidad, el cine, etc., y su influencia en las pautas culturales que promueven el consumo y la búsqueda del atractivo físico, nos han llevado a cuestionarnos algunos parámetros de lo que es considerado una vida sana o saludable. En definitiva, son categorías impuestas que ordenan y controlan la sociedad y a los individuos, creando un sistema de normalización, de convicciones y de realidades, devenidas en juegos de poder naturalizados.
Desde que comenzó la cuarentena, las menciones burlonas al tamaño corporal abundan en las redes. En este ultimo tiempo las personas gordas fueron representadas a través de memes. Tanto Floriana como Micaela aseguran que "esto se debe al temor a ser gordos, porque serán excluidos e invisibilizados, es decir que serán un punto del ejercicio de la violencia".
Hicimos el prueba de imaginarnos cuerpxs gordxs en este contexto y solo nos vienen a la mente memes sarcásticos que ridiculizan a la persona con determinado cuerpx no-normado.
Es inevitable pensar en los cuerpos estereotipados, Floriana y Micaela indican que el hombre gordo no es tratado igual que la mujer gorda: "El hombre gordo parecería caer mejor que la mujer gorda. Al hombre le dicen que tiene 'pancita de birra', 'gordito simpaticón', 'gordito bueno', pero para las mujeres el estigma es distinto 'gorda vaca', 'gorda cerda'. Se la animaliza. El hombre encuentra más variedad de talles que las mujeres, eso es porque se opera indirectamente sobre el cuerpo de las mujere. El ideal de belleza recae mas fuerte sobre las mujer".
Consideran que estas conductas encubren el miedo de ser diferente. Molesta el cuerpo disidente. El cuerpo diferente se excluye: el cuerpo del pobre, el del discapacitado, el cuerpo transgénero, etc. El cuerpo que sale de la norma se esconde.
El plan se articula con el poder "anestésico" de los medios de comunicación que proclaman modelos de excesiva delgadez, instalan un ideal de belleza, que en el caso de las mujeres, está representado por jóvenes delgadas. La flaqueza se ha tornado sinónimo del éxito profesional, social y erótico.
En este sentido, el mercado generó su oferta: gimnasios, centros de belleza, cirugías estéticas, suplementos nutricionales, prendas que hacen lucir delgado, etc. Los hilos de las lógicas de poder quedan al descubierto cuando pensamos que una necesidad básica como la de comer se enviste de una carga significante densa que se transforma en una necesidad de consumir productos light, diet, etc. Nuestra necesidad primera comienza a ser gobernada por la del sistema productivo, es que debemos ser disciplinados como consumidores.
"El gordo no se viste como quiere, se viste como puede": Los talles más amplios se llaman "talles especiales", "especiales de qué" se pregunta Floriana. Considera que es una manera de oprimir a los cuerpos a través de los talles imperantes. El gordx no le interesa al sistema, el que consume es el "gordx en proceso de adelgazar". Remarcan que en la ciudad de Campana hay solo tres locales de indumentaria con amplia variedad de talles para mujeres. Tanto Micaela como Floriana no tienen esperanza que funcione la ley de talles en la Argentina porque ni siquiera está reglamentada y porque creen que es muy marcado el odio al cuerpo disidente. Manifiestan que "los argentinos solemos mirar a Europa y a sus cuerpos, que nada tienen que ver con los nuestros. Acá hay mas voluptuosidades que allá".
Comenta Floriana y pone en discusión las categorías de "buena alimentación" y "mala alimentación" por considerarlas pautas culturales, ya que los planes alimentarios suelen sugerir la ingesta de frutas y verduras, pero no se habla sobre los agrotóxicos que se utilizan en los campos, no se fomentan las huertas comunitarias, y cadenas de producción sostenibles y menos agresivas para el cuerpo y el planeta. Por otra parte, indica que la comida con etiquetas de "producto light" es el 50% más cara que otra sin ese rotulo. La lógica se alza en que el individuo sienta que si compra un "queso light" compra belleza y delgadez. Por eso habla de un privilegio económico. Hay quienes pueden pagar este tipo de comida y quienes no: "Ni que hablar de la gorda pobre, que no puede elegir en las góndolas qué comer. La economía diaria limita la ingesta a lo que se pueda, no se tiene una opción a elegir. Es decir, que en un sistema capitalista, no nos alimentamos como queremos, sino como podemos".
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta sobre la obesidad como epidemia mundial. En nuestro país la mayoría de los gordos no son ricos sino pobres. Entonces, a la luz del marketing, ¿Interesa 'incluir' a un cuerpx gordx? Claramente, el análisis se cierra cuando visibilizamos que hay menos probabilidades de consumo.
"Ello funciona en todas partes, bien sin parar, bien discontinuo. Ello respira, ello se calienta, ello come. Ello caga, ello besa. Qué error haber dicho el ello. En todas partes máquinas, y no metafóricamente: máquinas de máquinas, con sus acoplamientos, sus conexiones. Una máquina-órgano empalma con una máquina-fuente: una de ellas emite un flujo que la otra corta. El seno es una máquina que produce leche, y la boca, una máquina acoplada a aquélla. La boca del anoréxico vacila entre una máquina de comer, una máquina anal, una máquina de hablar, una máquina de respirar (crisis de asma). De este modo, todos «bricoleurs»; cada cual sus pequeñas máquinas. Una máquina-órgano para una máquina energía, siempre flujos y cortes" en El Anti-Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia. Gilles Deleuze y Félix Guattari (1972)
Deleuze afirma que todo lo que vemos fue fabricado por flujos de deseo. Es decir que la sociedad no es ni más ni menos que una forma particular de organizar los flujos de deseo. En otras palabras: el modo de producción capitalista es una forma de organización de la producción deseante, que busca lograr que las máquinas deseantes (los individuos, sujetos) deseen lo que le conviene al sistema.
En este caso, los efectos de la cultura de la delgadez obligatoria vuelve algunos cuerpos como objetos inimaginables del deseo. En tanto, Floriana y Micaela refieren que "El sistema llega a generar que uno se odie a sí mismo, se elimina la capacidad de conectar con el propio cuerpo. La norma te dice como tenes que vivir tu cuerpo en vez de enseñarte a aceptarte. Te sacan todo, el respeto a vos mismo, la capacidad de amar y ser amado. Se meten en tu sexualidad, como si uno no pudiera ser merecedor de amor, de cariño, de tener una pareja con vínculos amorosos. El sistema llega a quitarte el deseo, pero te impone otros".
Floriana recuerda su infancia: "Practicaba deportes, era nadadora federada, pero la gente me decía que estaba gorda. Los análisis siempre me dieron perfectos. Pero por escuchar las críticas de los demás sobre mi cuerpo dejé de hacer lo que me gustaba y en lo que me iba muy bien. Me encerraba para que no me vean. Terminaba comiendo para castigarme. Cedí ante la mirada de un otro que no tenía por qué opinar sobre mi cuerpo. Hicieron que odie mi cuerpo. Me di cuenta que la actividad física generalmente está ligada a bajar de peso, a sufrir. Y yo lo hacía por placer, lo disfrutaba, me divertía".
Micaela hace referencia a la presión que ejerce "la policía de los cuerpos" en tanto que disciplina. Es el peso de la mirada del otro. Desde chicos comienza a generarse el rechazo al cuerpo propio, mientras uno se construye con la mirada del otro. Las probabilidades de sentirse incomodo en el cuerpo de uno, son tanto más fuertes en la medida que es mayor la desproporción entre el cuerpo socialmente exigido y la relación práctica con el cuerpo que imponen las miradas y las reacciones de los demás.
Ambas coinciden, que la consulta médica es una instancia traumática y violenta porque se tiende a "patologizar" el cuerpx del gordx: "Una asiste por un dolor de oído e inmediatamente te pesan. Además hay aparatología que no es apta para gordxs, se recurre a elementos de diagnostico para animales. Creen que los gordos descuidamos la salud. Pero la salud mental se deja de lado".
"No me duele que me digan gorda. Antes era un insulto. Ahora me reivindico siendo gorda y soy hermosa. Con mi cuerpo hago lo que quiero, es mi territorio. Es una decisión política. Hay que dejar de faltarse el respeto. Resignifiqué las palabras, fue mucho laburo. Entendí que los sentimientos eran impuestos y los pude modificar. Porque no eran míos. Me di cuenta que somos muy crueles con nosotros mismos. Que no tener panza, estrías y celulitis no es sinónimo de belleza. Los cuerpos no son solo un peso, son texturas, olores, relieves y somos diversos" agrega Floriana.
Reafirmarse y aceptarse es una línea de fuga que parece ser el camino para resistir y deconstruír categorías y parámetros que enferman y vacían. Acá está lo paradógico de este sistema opresivo, capitalista y de consumo, que nos devora, nos fagocita, nos come, nos consume y al mismo tiempo nos vacía. En definitiva, nuestro cuerpo es nuestro territorio, territorio de lucha, recinto de deseo.Amarnos es un acto de resistencia.Pensalo y sentilo...
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