¿Como hacemos para que nuestros hijos transiten lo mejor posible la pérdida de un ser querido?

/ Por Silvana Cardoso

La pérdida de un ser querido es un sacudón que impacta de diferentes formas a los seres humanos. Los niños merecen poder transitar lo mejor posible semejante situación.

Mientras que algunas personas prefieren no pensar en un dolor semejante, hay otras que para el asombro de algunos se reponen al poco tiempo. ¿Qué pasa con los niños? Una duda recurrente entre los padres es: qué decir, si ocultar o decir la verdad, de hacer partícipe o no a los niños de los rituales habituales en estos casos.

En primer lugar, es importante hacer una diferenciación entre el tipo de duelo: no es lo mismo que fallezca un abuelo (con quien vivían) que el fallecimiento de un familiar lejano. Entonces, frente a la pérdida de un familiar directo el dolor y tristeza llevará entre 2 a 3 años, mientras que la pérdida de un familiar con un vínculo más lejano probablemente no afecte tanto a un niño.

Es importante pensar en ese niño, en la edad que tiene: cuanto más pequeño sea, menos comprenderá la situación, entonces mi consejo es no exponer a un niño a ver al fallecido, a no obligarlo a darle un beso en la frente (ya que dicha exposición puede generar miedo, ya que su pequeña psiquis no podrá procesar dicha situación. Sin embargo, ese niño es capaz de comprender el dolor de sus padres, en todo caso es importante poder hablar de emociones: mamá está muy triste hoy, pero no te preocupes de a poquito se me va a pasar. También poder despedirse con un dibujo, un escrito, flores, lo que el niño prefiera.

Si por el contrario es un niño de 5 o más años, mi consejo es dialogar con el/ella, decirle la verdad con palabras simples y según la creencia fliar: “…se fue al cielo, ahora no sufre más, es un ángel que nos cuida, etc., pero ya podremos preguntarle si quiere acompañarnos, prepararlo para ese ritual/velorio: “mirá vamos a acompañar al abuelo, no te preocupes, yo voy a estar con vos, si no querés verlo podes quedarte con la tía afuera del velatorio”. También será esperable que el niño tenga miedo que sus padres también fallezcan o incluso él mismo: en ese caso es fundamental explicar que, si bien es la ley de la vida y que a todos nos sucede, no significa que todos vamos a fallecer ahora, dar seguridad en las palabras que usemos.

Si nosotros como adultos estamos muy afectados con esta situación, es importante buscar a un referente familiar y/o amigo de la familia que tenga un buen vínculo con nuestro hijo. De esta manera sabremos que nuestro niño está cuidado, mimado, mientras nosotros podemos tramitar nuestro propio dolor.

Frente al duelo hay frases muy conocidas y frecuentes: “…tenés que ser fuerte, vos sos el adulto: no llores que tu hijo te ve, etc”. Lo conveniente es que tu hijo sepa que frente al dolor uno hace lo que puede, que al dolor también es importante darle espacio, es una emoción que con el tiempo se ira. (el tiempo todo lo cura). Trate una vez más, de poner en palabras las emociones: “…estoy muy triste, se fue mi papá, mi nona, etc. Por eso lloro”.

Frente a una muerte traumática (accidente, suicidio, hecho delictivo): como adultos evitemos dar información detallada del hecho con nuestros niños, pensemos que no aportará nada en el niño ni modificará la situación de dolor en ellos.

Los niños comprenden a la muerte mucho más de lo que creemos y suelen asociar lo sucedido con hechos de su propio conocimiento: porque lo vieron en su dibujito favorito, en una película, porque ya le pasó a su amiguito, entonces nunca los deje afuera de la verdad creyendo que no entenderán. Tampoco fuerce una situación que el niño no quiere, ir al cementerio, por ejemplo, resulta más difícil que el velorio en sí, ya que es un momento en el cual todos lloran más. Frente al dolor, los vínculos suelen reforzarse entre amigos y familia, entonces que este hecho de la vida no deje de ser una oportunidad para mejorar el vínculo y comunicación con nuestros hijos.