En la ciudad más rica del país hay gente muriendo en la calle

/Por Corina Vera - Comunicadora Social

La noticia de tres nuevas muertes de personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires en las últimas dos semanas, obliga una vez más a pensar acerca de la violenta desigualdad social que existe en el territorio más rico de la Argentina.

En un contexto marcado por la indicación de quedarnos en nuestras casas como única forma posible contra la propagación del COVID-19, el contraste con les sin techo golpea con urgencia en reclamo de un Estado que garantice las condiciones mínimas de supervivencia.

Los números son alarmantes: según datos del informe del Segundo Censo Popular de Personas en Situación de Calle publicado en julio del año pasado, 7251 personas, de las cuales un 16% son niñes, se encontraban en esta situación al mes de abril de 2019. De esas, un 52% declaró estar viviendo en la calle por primera vez en su vida.

Es evidente que la creciente precarización de las condiciones de vida de la que es responsable el gobierno porteño, por acción u omisión, impacta más crudamente en los sectores más vulnerables de la ciudad.

El vaciamiento de los programas de asistencia, el colapso de los paradores de emergencia, la reducción o subejecución presupuestaria, las condiciones laborales deplorables para les trabajadores de áreas sociales son algunos de los elementos que forman parte de una política deliberada de negación de un sector de la población.

Y es cuando los efectos de esta desigualdad trascienden a otros sectores, como con el aumento exponencial de casos de coronavirus en CABA por la propagación en las villas, que la invisibilización se vuelve insostenible.

Hacinamiento, falta de estructura sanitaria, falta de acceso a servicios básicos, ausencia incluso de recursos para paliar la emergencia, son parte de la inacción planificada de un gobierno que administra la Ciudad de Buenos Aires hace catorce años.

Lo que hace la pandemia no es más que desnudar la pobreza estructural y el Estado porteño tiene que comprometerse a trabajar para que de una vez y definitivamente se logre erradicar lo único que, como decía el Padre Mugica, hay que quitarle a los sectores más vulnerables: la miseria.