Meditá con mandalas

/Por Lucila Barbero

Las imágenes mandálicas se han utilizado desde la antigüedad en todo el mundo y en todas las culturas. Aparecen en construcciones y en forma plana, en vitraux y en pinturas integrando diferentes formas y colores con diversas simbologías. Hay mandalas en la Alhambra o la mezquita de Córdoba, en la catedral de Notre Dame de París y en las pirámides Mayas, en el arte japonés, o el celta,  en artesanías apaches, africanas e iraníes y en tradiciones como la cabalística judía, sin dejar de mencionar  los mandalas que hay en el tarot, la magia o el zodíaco.

Tres ejercicios de meditación con mandalas pueden ser, por ejemplo:

1. Dibujar y colorear nuestro propio mandala o colorear uno que tengamos de un libro, revista, bajado de internet, etc.
2. Simplemente observar un mandala que ya tengamos.
3. Antes de observar un mandala, hacernos una pregunta sobre alguna cuestión que queramos resolver.

Veamos cómo es:

1.Si inspirás y decidís meditar haciendo tu propio mandala, la forma básica de hacerlo es tomar una hoja en blanco y hacer un círculo grande a mano o con un compás. A partir de ahí, podés hacer los pétalos de una flor, líneas, símbolos, figuras geométricas, vegetales, animales, dibujos tribales, lo que quieras. Y cuando lo hayas dibujado, podés comenzar a pintarlo. La idea de que es una meditación es que, para comenzar, te tomarás ese tiempo para vos, en un lugar en el que te sientas cómodo y donde nadie te moleste por un rato, incluido el celular. Respirá profundamente, lentamente y dejá que tu mano dibuje libremente, elegí los colores que tu intuición te diga, disfrutá del silencio mientras lo hacés, o si preferís, poné una música inspiradora para relajarte y sorprendete con el resultado. Mientras tu consciente esté ocupado en dibujar, tu subconciente te traerá ideas, metáforas, respuestas. Abrí tu mente a esos mensajes.

2 y 3.  Si decidís a observar un mandala, podés hacerlo solamente para relajarte disfrutando de las líneas, formas y colores, o podés hacerte primero una pregunta y observar los pensamientos que te surjan mientras lo mirás. Para ambos casos, colocalo a una distancia cómoda y fijá tus ojos en su centro. Sostené tu mirada en el centro durante tres minutos solo siendo consciente de tu respiración. Tal vez sientas que las líneas se mueven o se van de tu foco, es normal. Si te viene un pensamiento consciente y te saca de la meditación, aceptalo, dejá que se vaya flotando y volvé a concentrarte en el centro del mandala y tu respiración.

Si te gusta este tipo de meditación, gradualmente podés ir aumentando los minutos de la observación a cinco o diez. Verás que esta práctica, además de relajarte, mejorará tu habilidad para concentrarte, tu creatividad, tu intuición y tu habilidad para acceder a las ideas de tu mente no consciente.

¿Qué te pareció este Tip? Contame cómo te resultó hacerlo.

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¡Siempre por tu bienestar!

Lic. Lucila Barbero

PNL, Coaching y Aromaterapia para el Bienestar