Del 26 al 30 de agosto se desarrolla la Semana de la Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas de todos los niveles y modalidades del sistema educativo de la provincia de Buenos Aires, tal como contempla el Calendario Escolar en consonancia con la Ley Nacional N° 26.150 y la Ley Provincial N° 14. 744. La psicóloga Ángela Ríos Encina remarca la importancia de su aplicación en el sistema educativo.
/ Por Lic. Ángela Ríos Encina
Muchas personas todavía tienen dudas y cuestionamientos acerca de la Educación sexual integral. Sin embargo, más allá de todas las dificultades que todavía se suscitan para ponerla en práctica como es debido, es una temática fundamental en términos de derechos y de integridad en niños y adolescentes.
Lejos de lo que muchos ortodoxos y conservadores creen; el objetivo primordial no está ligado meramente al sexo biológico, como así tampoco al sexo como acto en sí mismo. La comúnmente llamada ESI “es un espacio sistemático de enseñanza/aprendizaje que promueve saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos de los niños, las niñas y los/las adolescentes al cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, la información y la sexualidad”.
Es decir que no solamente es un Derecho del cual deben gozar niños y adolescentes en cuanto a obtención de información, sino que además, promueve incorporar en sí mismos, la capacidad del autoconocimiento y el respeto individual. Es decir, de valorar y reconocer sus propios derechos.
¿Y por qué esto es importante? Porque muchas veces, si no la mayoría, la vulneración de la intimidad y de la integridad psicofísica de los niños y adolescentes salen a la luz en el ámbito escolar. Y ese hecho ocurre fundamentalmente cuando hay un adulto que propicia el espacio adecuado de contención y escucha, indispensable para establecer un vínculo de confianza, más aún cuando esas vulneraciones son intrafamiliares. Ahora bien, si la simple posibilidad de ser escuchados permite el develamiento de un hecho traumático de tales dimensiones; imaginemos lo importante que se torna la mínima posibilidad de que ese hecho pueda ser oído con premura. No solo apelando a que el alumno posea información, sino a generar espacios reflexivos que ayuden a concientizar que dicha información puede ser lo que esté sucediendo. Es decir, que sea incorporada en pos de identificar aquellas situaciones en donde su propia integridad puede ser vulnerada.
No implica claramente que tendrán resuelto el problema, y mucho menos que se evite su sufrimiento. Pero si permite que tanto niños como adolescentes puedan tener al alcance otra alternativa. Y por sobre todas las cosas, que sean capaces de identificarlas como tales; que puedan abrirse para pedir ayuda, y no cerrarse y ser revictimizados. Las consecuencias psíquicas de hechos traumáticos son diversas, y más aún si están ligadas a su sexualidad.
Podemos incluso ahondar más, y nos encontraremos con que además de las posibles situaciones de Abuso Sexual Infantil o de Diversos tipos de Violencia Intrafamiliar a los cuales pueden estar expuestos; la ESI posibilita un ámbito de discusión y análisis en relación al autoconocimiento de su identidad. Con todo lo que ello implica. Colaborando también con la aceptación de la diversidad. Es fundamental que en sus primeras etapas de encuentro con los otros aprendan a aceptar lo diverso, lo diferente, lo distinto… al otro con sus características individuales. Poder propiciar estos espacios de auto análisis y debate permite el valor y el respeto por ese otro, evitando así los malos tratos, la discriminación y la violencia.
Cabe aclarar, que es necesario que todos los participantes de ésta ley cumplan su función adecuadamente. No servirá como productor de cambio un adulto a cargo de una clase que propicie el diálogo pero que no pueda apropiarse de los discursos de sus alumnos para trabajar sobre lo emergente. Tampoco servirá una institución educativa que no pueda pensar en proyectos o talleres que trabajen las temáticas más cuestionadas o de interés en su grupo de alumnos. O que no tengan conocimiento y asesoramiento de organismos de Protección de la infancia y la Adolescencia.
La ley de Educación Sexual Integral es una puerta que se abre a un sinfín de posibilidades para acompañar a nuestros niños y adolescentes a transitar la sexualidad lo mejor posible. Sin discriminación, sin ataduras, sin tabúes, sin miedos, y con responsabilidad. Es crear una manera mejor de conocerlos y evolucionar junto con ellos. Es ayudarnos a escuchar desde otro lugar, sin distancias, sin prejuicios, sin diferencias. Es la oportunidad de promover una vez más el respeto por la integridad de nuestro futuro.
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