Desde Corré La Voz dialogamos con Carlos Pomilio, biólogo y científico zarateño del CONICET, quien junto a su compañera Ailin O´Donohoe, Licenciada en Ciencias Biológicas, crearon “Neotrogla”, un espacio de divulgación en donde la ciencia es más bien una cuestión cultural.
Por Magalí Corujo
¿Ciencia para quién?
Así se titulaba el artículo que hace ya algunos años atrás escribió el ahora Doctor en Ciencias Biológicas, empleado del Instituto de Medicina y Biología Experimental (CONICET) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), Carlos Pomilio. En él, la polémica por la transgenia y el patentamiento de las semillas constituían el centro del relato.
Es que como lo dice una de las cuatro leyes de la ecología de Barry Commoner, “todo está conectado” y más cuando hablamos de ciencia. ¿La ciencia al servicio de quién? ¿Qué papel juega la política? ¿Es la transgenia el problema o el problema radica en la aplicación de esta técnica en, por ejemplo, cultivos extensivos?
Por un lado nos encontramos con el agronegocio, patentamiento de semillas, dependencia de los productores por parte de esta lógica productivista que no se detiene. Por el otro, con científicos que llevan en sus espaldas años y años de investigaciones, cuyos frutos quedan encajonados en varias ocasiones, en las paredes de los laboratorios o éstos son utilizados sólo por aquellos grandes magnates capaces de ponerlos en práctica con el único objetivo de beneficiarse a ellos mismos y a sus grandes empresas transnacionales.
Hoy, ya pasados los años de ese artículo, volvimos a dialogar con Carlos sobre ello y al respecto, nos cuenta:
“En estos temas hay varios dominios de discusión: por un lado se encuentra el aspecto biológico de la cuestión, que es propiamente técnico; por otro lado, nos encontramos con los intereses políticos y económicos asociados y finalmente con la discusión de la transgenia desde la falacia naturalista. La transgenia es una técnica. Después podemos discutir para qué se usa. Pero lo importante está en entender que detrás de esta técnica hay intereses políticos y económicos que lógicamente perjudican a unos y benefician a otros”.
“Como biólogo, creo que esta técnica no se cuestiona desde donde debería ser cuestionada. Con la transgenia estás creando un organismo que no existe en la naturaleza, pero lo estás haciendo interactuar con otros, hecho que puede llegar a ocasionar problemas graves tanto en la salud como en el ambiente (si es que lo vemos desde su aplicación en la agricultura); lo que se cuestiona es si está bien o mal alterar algo por ser natural. Esto se conoce como falacia naturalista y no lo cuestionamos en otras ciencias. El justificativo que se utiliza es que alterar genéticamente es “antinatural”, entonces sólo por esto se califica a la transgenia como “mala”. El problema está en esa idea de darle a la naturaleza la noción de bondad, que se repite muchas veces en los discursos sociales también. Por ejemplo, sucede lo mismo con el aborto ante la “familia” o el matrimonio. Para que esas instituciones se vuelvan incuestionables y se sostengan en el tiempo se fundan en esta falacia naturalista. Entonces aparece la complementariedad hombre mujer, la jerarquización del organismo, cabeza vs extremidades, clases sociales, empresas, estructuras jerárquicas, que se fundamentan en esa analogía con lo natural. Nos resulta muy fácil aceptar que lo natural es algo bueno. Desde la biología no podemos avanzar con esa idea. Tenemos que tener todos los cuidados del mundo, pero una decisión no se puede basar en que algo es bueno o es malo, sino en evidencias fácticas.”
¿Patentando seres vivos?
El hecho es que esta técnica “se vuelve mala” cuando es utilizada por intereses económicos y políticos bajo el fundamento de que produciendo más con cultivos extensivos genéticamente modificados, “vamos a saciar el hambre en el mundo”. Y en este punto, no podemos dejar de hacer alusión al tema de los patentamientos de las semillas, que de la mano del lobby del agronegocio, es un claro ejemplo de la situación actual de varios productores, quienes además de verse obligados a trabajar bajo la manipulación constante de los mal y comúnmente llamados “fitosanitarios”; son dependientes de un sistema que los obliga a comprar semillas para seguir produciendo o a tirarlas en todo caso. ¿Pero esas semillas, de dónde vienen?
Al respecto, Carlos nos cuenta:
“Todo organismo al cual se le aplica la técnica de transgénesis, es decir, se le introduce en su genoma un gen que normalmente no pertenece a esa especie sino que proviene de otra, generándose un organismo nuevo con una propiedad diferente que antes no tenía; hoy en día es considerado como un bien tecnológico y como tal puede ser patentado. Y la empresa que lo crea puede tener la exclusividad en su comercialización y en la circulación de ese bien. Pero lo que está patentado no deja de ser un ser vivo, una secuencia genética. Entonces ¿cuánto sentido tiene patentar a un ser vivo? Si bien es un producto, también es una ventaja para las grandes empresas. Porque por ejemplo, ese es el argumento que usa Monsanto para evitar el acopio de semillas. Si vos te quedaste con semillas de Monsanto y no las sembraste, la empresa tiene el derecho de obligarte a tirarlas porque son de ellos. Porque esas semillas “las crearon ellos”.
Esto trajo consecuencias graves no sólo en lo que respecta al agronegocio y a su creciente desarrollo desde la implementación de esta técnica, sino también en áreas relacionadas con la salud: “un ejemplo de esto fue lo que sucedió con un gen que fue descubierto muy tempranamente por una empresa privada y fue patentado. Con el tiempo se descubrió que ese gen estaba muy involucrado en el desarrollo del cáncer de mama. Sin embargo durante mucho tiempo no se pudieron hacer investigaciones acerca de ese gen, esto es, los organismos públicos NO pudieron actuar al respecto, porque este gen como bien tecnológico, estaba patentado; y la empresa “propietaria” del mismo, así lo había dispuesto”.
Entonces, ¿cómo se regula esto?
Ciencia y política: claves fundamentales para el desarrollo de una sociedad
A través de la política, claramente.
En este sentido, tenemos por un lado a las empresas, a quienes se supone que hay que otorgarles exclusividad para que éstas quieran invertir en desarrollo tecnológico, pero por otro lado ¿cuáles son las consecuencias de sus acciones? ¿Quién pone los límites en estas acciones? ¿Quién las regula?
Al respecto, Pomilio asegura: “Hay tantos intereses contrapuestos, tantos conflictos de intereses, en donde necesariamente tiene que actuar la política como mediadora y ejecutora de estas ideas. El desarrollo económico, social, tecnológico y científico de un país debe ir encausado en un objetivo común para lograr el progreso y el avance de la sociedad. El rol de la ciencia es fundamental, pero la falta de integración con otras áreas y la no continuidad de los proyectos debido a los cambios de gobierno cada cuatro años son algunas de las principales falencias de este sistema”
Se trata de la política para hacer las normas, para que éstas puedan ponerse en práctica. La política como herramienta fundamental para la integración de las distintas áreas, con perspectiva de género y ambiental, adaptada a las cuestiones actuales y al dinamismo de la sociedad. La política como camino para la materialización de las luchas sociales y la justa distribución de la riqueza.
Activistas, consumidores, productores, empresas: la clave está en la integración de estos grupos de interés y en el aporte de la ciencia a las cuestiones que los involucra, que son técnicas en principio, pero que necesariamente hacen a la cultura del país.
Neotrogla: ciencia para todos
Hoy, Carlos Pomilio junto a Ailin O´Donohoe, su socia y amiga, tienen algo en común que va más allá de la biología: Neotrogla, un proyecto de divulgación científica que se las trae: “lo que nos propusimos fue armar un espacio de divulgación pero ocupando un lugar que no está ocupado hoy en día por la mayoría de los canales de divulgación científica: nosotros creemos que la ciencia está muy enfocada en el científico que le viene a dar información a la gente. Desde un lugar muy técnico, muy educativo. Muy como verdad, como si la ciencia fuera incuestionable”.
Se trata de cuestionarnos qué dice y qué no dice la ciencia, porque muchas veces pasa que el discurso científico tiene facilidad para acomodarse como una nueva religión, es decir, lo dice la ciencia y por eso esta cuestión es así. A través de Neotrogla queremos mostrar a la ciencia no como un conocimiento absoluto, sino como una actividad más de la cultura humana que es muy útil para algunas cosas”
¿Por qué hay creencias que se imponen? “Hay ciertas ideas que se reproducen fácilmente simplemente porque eso valida lo que ya se tiene como prejuicio. La idea es mostrar que el prejuicio forma parte del conocimiento científico. Muchas veces pasó que hubieron ciertas ideologías que se difundieron más rápidamente que otras justamente en base a este supuesto, prejuicios sociales, que forman parte de la dinámica de la ciencia.”
“Lo importante es ser conscientes de ese sesgo y entender cuánto de lo que uno está diciendo es verdad. Entender que la ciencia es útil por fuera del laboratorio y que no hay que apelar al aporte del científico sólo desde este lugar, sino desde el trabajo en conjunto de éste junto a otros especialistas de distintas áreas: por ejemplo, la ciencia en los conflictos ambientales. Como biólogos estamos capacitados para aportar en estudios de impacto ambiental, ¿pero a cuántos biólogos vimos trabajando en ello?
En esto está la clave, en ver al científicx más allá de una persona capacitada para publicar papers, en verlx como alguien que es capaz de aportarle ese conocimiento a la sociedad, interactuando con ésta desde la parte más humana.
El hombre es un ser cultural. La ciencia es parte de esa cultura. Ahora bien, ¿Cuál es el rol social de la ciencia? ¿Cuáles son los límites entre conocimiento científico e ideología? ¿Qué es lo que le puede aportar la biología a la agroecología? ¿Qué significa neotrogla?
Si quieren aprender la ciencia desde otro punto de vista, les recomiendo que sigan a Neotrogla en las redes y vean de que se trata.
Como siempre les digo, en este plexo de ideas estamos todos y el aporte interdisciplinario para la resolución de los conflictos es la clave para avanzar hacia un modelo más sustentable con el medio, fundamentado en el pacto eco-social, que cambie el accionar de la lógica productivista imperante y ponga a la ciencia al servicio de la sociedad.
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