Desde el Frente Grande Campana, proponen una ley que obligue a la expulsión del violento del hogar, entre otras medidas de cumplimiento efectivo.
La Secretaría de Genero del Frente Grande Campana emitió una declaración donde puntualiza que “que en lo que va de la cuarentena obligatoria (28 días), se han dado a conocer cerca de diecinueve femicidios. Situación que nos alarma porque la mujer víctima de violencia de género se ve obligada a compartir con el agresor todo el tiempo en su casa, lo que obliga a pensar estrategias de acompañamiento y, de alguna manera, de persuasión hacia esa mujer, para que se anime y decida hacer la denuncia, dado que la situación de maltrato suele imponer silencio a la víctima por miedo a las represalias del agresor.
Importa recordar que es el espacio doméstico uno de los de mayor incidencia de situaciones de violencia machista.
Se han pensado y diseñado alternativas en las redes (medio de comunicación casi imprescindible en estas épocas) y otras que tienen que ver con la acción concreta, como el número de denuncias 144 (único de alcance federal que ha sido fortalecido ante el crecimiento crítico del número de femicidio), el barbijo rojo en articulación con las farmacias (se desconoce si se ha podido implementar con efectividad), también el correo electrónico: linea144@mingeneros.gob.ar, como también el uso de la aplicación gratuita: https://www.argentina.gob.ar/aplicaciones/linea-144-atencion-mujeres.
El número de femicidios se vuelve más grave en este contexto de cuarentena, y parece acelerar los tiempos y reacciones violenta. Un proceso o ciclo de violencia puede abarcar meses o semanas durante los cuales va desarrollándose y pasa por diversos estadíos; en situaciones cotidianas, es habitual que cada una o al menos una de las personas que integran la pareja salga a trabajar; los tiempos de encierro, en cambio, imponen cercanía y convivencia en el mismo espacio el día completo, con los resultados alarmantes que se están constatando. De modo que resulta urgente encontrar una salida a una situación que parece no tenerla.
Es oportuno entender cómo y por qué surge la violencia machista. Hay una cuestión cultural, y hablar de cultura implica que no se trata de un aspecto que deba asumirse como “natural”, sino como algo a pensar y plantear a fin de modificar con acciones concretas.
El machismo mata de manera fáctica y simbólica desde hace siglos, pero las medidas tomadas todavía no llegan a tener el impacto necesario para detenerlo.
Aun se ven en lo cotidiano actitudes “machirulas”, como se dice muchas veces, tan enraizadas, que a veces ni siquiera las percibimos como tales: “lo dejé de niñero”, “hoy me tocó cocinar” mientras “la señora hace que trabaja”, “mi marido cuida a la beba así yo puedo mandar un mail”, “yo la ayudo con las cosas de la casa”, “no trabaja, es ama de casa”, “qué bien que te ayude a hacer las tareas domésticas”, “¿cuánto hace que no me planchas la ropa?”, “hoy me tomé un descansito y cocina él”… Y así se podrían enumerar muchas más, que ocurren a diario, actitudes que además tienen su concreción en las actividades diarias y dan cuenta de los llamados “micromachismos”: si se confeccionara una grilla con tareas que van desde la limpieza, organización de comida, compras, ropa, horarios, mascotas… seguramente se comprobaría que la mujer tiene ocupados muchos más casilleros que los hombres. Sin contar, por supuesto, el hecho de que muchas mujeres, además de conservar el “privilegio” de las tareas de ama de casa, también trabajan fuera de casa.”
Hacen falta políticas concretas
Continua el comunicado inquiriendo sobre “qué muestra lo antedicho? Varias cosas: que en el fondo no es mucho lo que se ha cambiado en el aspecto cultural. El hecho de que se hable del tema y se expongan más casos constituye un avance, pero las palabras se las lleva el viento. Hace falta concretar acciones que modifiquen a fondo la desigualdad frente a la carga doméstica, la dependencia psicológica y económica que determina que muchas mujeres deban permanecer junto a su agresor aumentando el riesgo de que dichas agresiones culminen en un femicidio, que la educación desde la primera infancia no continúe cosificando a las mujeres y estableciendo como norma la división sexual del trabajo, entre otras muchas cuestiones.
También es evidencia de que no basta, tanto para mujeres como para hombres, con cambiar la forma de hablar y ahora utilizar la “e” o ponerse un pañuelo verde o violeta y participar de las marchas, y enarbolar la bandera de la igualdad, si en el fondo no se cambia la actitud de manera consciente y efectiva. Porque muchos de esos hombres, anónimos o públicos, hoy están siendo acusados y denunciados de ejercer la violencia.
Otra cuestión no menos importante, es la implementación urgente y sin excusas de la ESI (Educación Sexual Integral). La educación es la herramienta más efectiva, no sólo contra la ignorancia, sino también de la construcción de nuevas masculinidades y deconstrucción de las propias mujeres que aún se identifican con las estructuras machistas. Porque los femicidios son el fatal resultado en los casos más extremos, de repetidas situaciones naturalizadas de maltrato que dan cuenta de la ideología machista patriarcal imperante, que niega a la mujer como Sujeta de Derecho.
La ESI tiene que apuntar al cambio de paradigma, dado que aún se visualizan en los distintos centros educativos (desde inicial hasta universitario) actitudes, discursos y comportamientos que reproducen esa ideología que van en contra de esta lucha que venimos sosteniendo.
La ley de Educación Sexual Integral, está vigente desde el año 2006 y es una herramienta a favor de la apertura de pensamiento, de razonamiento y comprensión que el mundo “no es solo de y para varones” en el mundo somos todas las personas que tenemos los mismos derechos y obligaciones de Respeto, de Empatía y de Libertad, por ello como Frente Grande Campana consideramos que es imperiosa su implementación con cumplimiento efectivo, como así también políticas concretas como una ley que obligue a la expulsión del violento del hogar, perimetrales con control de la fuerza pública, espacios y lugares de refugio para las mujeres que comparten la vivienda con la familia del agresor, por ejemplo, comisarías de la mujer capacitadas para recepcionar y accionar ante las denuncias de las mujeres que en casi todas las situaciones han sido una y otra vez minimizadas, ninguneadas y hasta ignoradas, botones antipánico que funcionen, como algunas de las medidas que aún estamos esperando, es decir: Más acciones que Palabras, porque mientras esperamos, nos siguen matando. “
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