Vivir aislados: El virus que iguala.

El Partido de Zárate abarca 1200 kilómetros cuadrados; de estos, el 54% corresponde al territorio insular, por su parte la localidad de Campana tiene un área de islas que representa más de dos tercios del partido.

Darío Velázquez, vive con su familia en el Pasaje Talavera KM 144, a orillas del Delta del Paraná. Allí donde la naturaleza abunda, donde se confluye con la madre tierra y se la respeta. El ser isleño parecería ser un sinónimo de in-visible según el relato de Darío. Vivir aislado por la geografía no implica tener que vivir aislado por la ignorancia de los habitantes del continente. Residir en las islas a pesar de las inclemencias del tiempo y el brusco cambio climático generado por la misma acción humana hace que cada vez sea menos predecible seguir el pulso de la naturaleza.

Contrastes como los del cielo mezclándose en los humedales se observan cuando embarcaciones de gran porte y a altas velocidades dejan una estela en el agua mientras produce oleaje en las piraguas amarradas en los muelles improvisados frente a las viviendas altas de los lugareños.

Resistir no es residir; Resistir en la isla es un acto de libertario, un privilegio para quien nació allí. Defender su lugar de pertenencia se lleva en la sangre."No cambio por mi canoa por un vagón de ferrocarril" es un dicho muy popular entre ellos. El hecho de tener que abandonar sus tierras húmedas es prácticamente un acto de exilio.

El isleño no mata por placer, solo lo hace para alimentarse. La caza y la pesca son actividades diarias, aunque con la ayuda de los paneles solares, ahora se puede refrigerar la comida.

Darío brinda su testimonio genuino y entre lagrimas cuenta cómo están sobrellevando la emergencia sanitaria y un aislamiento forzado para quienes viven en continente, pues ellos encarnan esta situación desde que llegan al mundo.

-"¿Cómo es pasar la cuarentena acá en la isla?

En pocas palabras es lo mismo que siempre vivimos, hace añares. Estar aislados y que la gente no se acuerde.

Tienen que pasar cosas así como lo que está pasando. Es para todos iguales, tanto para el rico como para el pobre. Pero cuando el pobre sufre...me quiebro, porque es injusto, la humanidad es injusta. El pobre sufre en la isla y derrama lagrimas.

Los ricos disfrutan en la isla, los podemos ver. A pocos metros de nosotros hay un country, ellos andan en sus lanchas ligeras, esquiando, pasan por el rancho y miran para otro lado, no son capaces ni de levantar la mano. Simplemente, ignoran, ignoran que hay personas, que hay niños...porque les hace mal.

Entonces, tiene que pasar algo como lo que está pasando ahora en el mundo, para todos iguales. Donde no se salva ni el rico ni el pobre. Se salva el que Dios quiere. Tiene que ocurrir algo así, para que se den cuenta que hay gente que necesita.

El gobierno nunca viene, o solo de vez en cuando, cuando hay elecciones.

Agradezco a mi vecino José Maria, Delegado de Lima, que se acerca a ayudarnos con mercadería después de muchos años. También estamos agradecidos a nuestro hermano Juan Carlos García, que tiene amor y aprecio por la gente de la isla y lucha por nosotros.

Nos ayudo con la conexión de las pantallas solares. Sentimos mucha felicidad, tengo cuatro hijos y ahora tenemos luz. También se está moviendo para que nos llegue alimento. Esperemos que no sea solo por ahora. Queremos que se nos puedan dar recursos. No queremos el dar por el simple hecho de dar. Sino que la gente que está arriba, se acuerde que hay isleños, somos patriotas, somos argentinos también. Estamos dispuestos a luchar por Argentina.

Tiene que pasar algo así para que hoy pongan su mirada en el más necesitado, esto es para todos los que están arriba, para todos lo que se la creen, para el rico y para el pobre, porque de esto no se salva nadie.

Hoy sentados en sus casas, sin tener mucho que hacer piensen en las veces que pudieron hacer cosas por alguien más y no lo hicieron. Asumieron cargos, prometieron el bienestar de la gente y han fallado. Seguro deben arrepentirse. Las autoridades, ellas son nuestras cabezas, si ellos actúan mal, los que estamos abajo, la pasamos mal.

Espero que entiendan que esto no es para machacar a nadie, estamos agradecidos con todos los que nos dan una mano. Esperamos que no sea solo alimento, que sean recursos, formas de generar, tenemos islas, tenemos tierras. Hay muchos países que no lo tienen , podemos trabajarla. Queremos recursos en las islas para que el isleño no se vaya.

Hoy hay muchos isleños en el pueblo, encerrados entre cuatro paredes, acostumbrados a vivir en libertad. Doy gracias a Dios que pude aguantar con mi familia en la isla y que hoy estoy viviendo acá.

Me preguntan cómo es la cuarentena en la isla...Sigue siendo igual que siempre...Siempre vivimos alejados...

Esto es para que abran los ojos y tomen un compromiso verdadero, más que nada para los que prometieron luchar por los ricos y por los pobres. Por todos. Somos una nación....

¡Que Dios los bendiga!"

Dario y su familia

Cambio climático y el impacto en el hábitat del isleño.

Ya es parte del paisaje visualizar humo en la isla. Durante el verano se puede tratar de extensiones de vegetación reseca por el calor y el sol si es que hay sequia. Pero, últimamente los incendios de las islas son provocados por empresarios ganaderos para renovar las pasturas. Esta es una costumbre que no es compatible con los humedales. Según ambientalistas, el problema no sólo es molesto por el humo, sino que se está destruyendo el ecosistema de los humedales, del cual depende la vida de especies de flora y fauna, y también se está perjudicando la calidad del agua del Paraná. 

Juan Carlos García, vecino isleño, relata que los nidos de los pájaros cuando arden caen de los arboles como bolas de fuego que provocan incendios en mas extensiones de tierra.

Especialistas indican que la ganadería a gran escala durante todo el año no es una actividad compatible en zonas de humedales. A raíz de esta incompatibilidad es que siembran pasturas donde no hay que hacerlo y esto impide el natural ingreso del agua con sus nutrientes. Se afecta así, la biodiversidad propia del humedal, y no contribuye al buen desarrollo del ganado.

Por otra parte, la caza y la pesca indiscriminada también dejan sin alimento a los habitantes y ponen en peligro especies animales que no llegan a recuperarse.

Como si esto fuera poco, atraviesan una bajante histórica del río Paraná por falta de lluvias lo cual afectó a la cuenca en los sectores más altos. Desde 1971 que el río Paraná no estaba tan bajo. La cuenca alta por tercer año consecutivo no tiene subida estacional de verano y tiene escasa participación del río Iguazú. Es decir que todas las cuencas de aporte al río Paraná están en situación de aguas bajas y aportes reducidos.

Soledad de costanera.

Para quienes viven en el continente, la costanera suele ser un lugar pinto esco que ofrece la urbe. Un espacio de disfrute donde también se invisibiliza la vida isleña. El río parecería separar mundos distintos, inconexos.

Hoy las costaneras de Zarate y Campana están cerradas al público en general por estar atravesando una cuarentena obligatoria por la pandemia de coronavirus. Está prohibido el acceso a la costa del Paraná.

Ahora el isleño mira al continente y ve desolación. Construcciones de cemento abandonadas por habitantes que han tenido que confinarse entre paredes de material.

Ahora, disfrutar de un entorno natural es un espectáculo para pocos.