Por Magalí Corujo

06 de Noviembre de 2020

Una mirada sobre el ordenamiento ambiental del territorio, la base de la pirámide de sustentabilidad

¿Por qué cuando hablamos de ordenamiento del territorio no suele aparecer la palabra “ambiental”? ¿Qué es lo que nos une a un territorio? ¿Es el hecho de vivir en él? ¿O es el hecho de ocupar un espacio geofísico y al mismo tiempo ejercer territorialidad sobre él? ¿Qué es lo que nos hace pertenecer a un lugar? ¿Por qué hablamos de ciudades sostenibles?

Es un hecho que la cuestión ambiental está más vigente que nunca. Y esto, déjenme decirles, es tan gratificante como alarmante al mismo tiempo.

Por un lado, se queman nuestros humedales, se vuelven a relocalizar industrias sin que se hayan responsabilizado por los pasivos ambientales que dejan, suenan de fondo los OGM´s y los microbasurales que se limpian aparecen multiplicados al día siguiente.

Por otro lado, distintos planes, programas y proyectos tienen como base el cumplimiento de los ODS de cara a la Agenda 2030 y en la provincia de Buenos Aires, empiezan a verse distintas voluntades de hacer las cosas bien.

Las contradicciones están a la orden del día, eso es verdad. Pero necesariamente debemos destacar lo que por el momento está queriendo funcionar: ¿Acaso habíamos escuchado antes la palabra agroecología tantas veces? ¿Había sido ésta política de estado en algún momento? ¿Acaso escuchamos la palabra arraigo con tanta fuerza y la palabra ordenamiento del territorio en algunos diarios? Definitivamente no.

Y a esto, lo celebro, al mismo tiempo que sufro el acuerdo porcino y el resonar de los tambores de “Vaca viva”.

Pero volvamos: como les decía al principio, la cuestión ambiental está en auge. Y a esta brecha, señorxs, hay que aprovecharla. Porque en el imaginario colectivo, la palabra ambiente es igual a la palabra ecología, pero ésta es sólo una parte sustancial del ambiente, aunque no la única.

Cuando una ciudad, provincia, país, nación, quiera tratar las cuestiones ambientales y no fracasar en el intento, debe entender en principio que el ambiente es en sí una cuestión SOCIAL.  Decir que un problema es ambiental y referirse a una catástrofe climática, es en parte verdad. Pero sólo en parte. ¿Por qué?

Hagamos un breve ejercicio: ¿Por qué se inundan las ciudades? ¿Por qué se inunda Zárate, por ejemplo? ¿Sólo porque cae agua? Ustedes saben la respuesta. Y es que cuando queremos buscar las causales de una inundación, por ejemplo, nos encontramos con que los vecinxs no conocían un plan de evacuación, no sabían que habitaban una zona inundable, el plan de evacuación no existía o era obsoleto, los materiales con los que estaban construidas sus viviendas eran lo suficientemente precarios para no resistir a un fenómeno climático o no existían lugares comunes para evacuados (y me detengo aquí, aunque puedo seguir).

Porque si el Parque se quema o la ciudad se inunda, amigxs, no es sólo por una cuestión climática.  Recuerden que “los desastres no son tan naturales como parecen”, ya lo decía Herzer.

Y acá volvemos a lo mismo: existe una cuestión de trasfondo que es la base desde donde deberían tratarse las cuestiones socio-ambientales: el ordenamiento del territorio, o mejor dicho, el ordenamiento AMBIENTAL del territorio.

 

¿Pero qué es entonces el ordenamiento ambiental del territorio?

Para esto, en principio, debemos tener en cuenta que no puede restringirse la conceptualización de la palabra ambiente solamente a cuestiones ecosistémicas- ecológicas.  En el ambiente, bienes y valores naturales, sociales y culturales interactúan entre sí y se condicionan recíprocamente. En este entorno de reciprocidades convive el ser humano con otras especies y ese flujo de interacciones es el que importa a la hora de hablar del ambiente en pos de evidenciar los elementos para alcanzar el desarrollo sostenible.

Recientemente, desde el Ministerio de Ambiente, se ha impulsado la idea de ciudades sostenibles e inclusivas frente al cambio climático. Pero, ¿Cómo se construye una ciudad sostenible?: Eficiencia energética, economía circular, educación ambiental, bioconstrucción, estudios de impacto ambiental para la instalación de industrias, economía ambiental, agroecología; cuestiones que en conjunto forman parte de un buen tratamiento ambiental del territorio.

Luego, debemos detenernos en el concepto de la palabra territorio: ¿qué define a un territorio?

Uno de los autores expertos en la materia, Alejandro Benedetti, define al territorio como “un proceso que es atravesado por otros procesos”;  esto es,  un espacio geofísico o porción de la superficie terrestre que es apropiado por distintos agentes quienes ejercen territorialidad sobre el mismo, forman parte de él y lo culturizan: lo “territorializan”.

En este sentido, la construcción de ciudades resilientes y sostenibles deberá apuntar a buenos planes de ordenamiento ambiental del territorio, para entender que la base de la sostenibilidad ambiental se trata desde diferentes aristas que hacen a la configuración territorial ambiental.

La fundación Cambio Democrático define al ordenamiento ambiental del territorio como “una herramienta de política ambiental, que tiene por objeto la organización espacial de las actividades en un ámbito territorial determinado”; entendida esta organización desde un enfoque ambiental que permita abordar la complejidad de las cuestiones territoriales.

Este ordenamiento ambiental entonces es una herramienta fundamental. La base de la pirámide desde donde se construye identidad territorial con fundamento en ecosistemas resilientes. ¿Cómo se aborda la cuestión territorial desde la perspectiva ambiental? Entendiendo que el cuidado del ambiente hace al cuidado de la casa común. Que teniendo de base ciudades sostenibles, la educación ambiental comenzará a ser moneda corriente. Es la tarea que el Estado debe fomentar y enfatizar: ciudadanxs comprometidxs con las cuestiones ambientales, respaldando este compromiso desde un marco normativo político ambiental específico.

Ejemplos de estas cuestiones son el impulso hacia la Ley Nacional de Educación Ambiental o el Programa de Créditos Bonaerenses para el arraigo rural, que tiene por objetivo el acceso a la tierra y vivienda digna de agricultores familiares bajo el Proyecto de Ley Arraigo Bonaerense; o la reciente creación de la Dirección Nacional de Agroecología y el Curso de Facilitadores y Promotores de la Agroecología impulsado por el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires.

 

Ciudades sostenibles y ordenamiento ambiental territorial

En este contexto, en el que escuchamos la palabra desarrollo sostenible, ciudades resilientes, ciudades inclusivas con algunos planes provinciales y nacionales que incluyen la mirada ambiental en sus contenidos; el ordenamiento ambiental del territorio, por ejemplo, funciona como aporte para la resolución de conflictos de intereses ante la disputa por el acceso a la tierra, al agua, a las condiciones mínimas e indispensables para una vida digna.

El ordenamiento ambiental del territorio pensado como Programa Nacional con construcción colectiva desde “abajo hacia arriba”. ¿De qué hablamos sino cuando peleamos por una Ley de Humedales? ¿De qué hablamos cuando hablamos de la Ley de Bosques, fiel antecedente del tratamiento del OAT en nuestro país? (Recordemos que esta Ley significó un antes y un después para la convivencia de las comunidades originarias y campesinas respecto del bosque y los demás sectores productivos, aún con su cuestionada aplicación).

Esta herramienta de política ambiental como uno de los elementos para la base del arraigo cultural de los pueblos: volver a las raíces, al sentido de pertenencia sobre el lugar que habitamos, a cómo lo tratamos y las formas en las que disponemos de sus recursos; con la planificación y gestión de todos los recursos disponibles teniendo como arista fundamental la licencia social y la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones.

Debemos enfocar el desarrollo de programas provinciales y nacionales a la planificación territorial urbana y rural ambiental, al desarrollo de planes para la protección de recursos y a identificar las potencialidades de cada pueblo de nuestro territorio en pos de avanzar hacia proyectos que hagan posible la reestructuración económica de los mismos alejándonos de este neo- extractivismo desarrollista que impera y apuntando, en cambio, al fomento de las actividades económicas regionales con equidad social e igualdad de género; proponiendo y fomentando la sostenibilidad desde las cooperativas hasta las grandes industrias para el surgimiento de ciudades sostenibles.

Que el ordenamiento del territorio sea ambiental, porque es una de las salidas certeras frente a esta crisis socio ambiental y no podemos darnos el lujo de no contemplarla. 


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