Día del Pensamiento Nacional

13 de Noviembre de 2020

Pensar desde acá

/ Por Alejo Giorgi

Cada 13 de noviembre se celebra en nuestro país el Día del Pensamiento Nacional. La fecha se debe al nacimiento de quien es considerado el máximo –o al menos el más caracterizado- exponente de esta corriente: don Arturo Jauretche. Pero más allá de este personaje fascinante de nuestra historia, lo que se conmemora es una matriz de pensamiento, tan rica y profusa teóricamente como viva y transgresora en la práctica, incluso hasta el día de hoy. 

Esta corriente nació como reacción a la infamia imperante durante los gobiernos fraudulentos y entreguistas de la década del 30’; como reacción a la enajenación local producida por los hechos de la Segunda Guerra Mundial, cuando se era obligadamente aliadófilo o nazifascista, no habiendo lugar para una tercera posición neutralista que se ajustara a los intereses reales del país; surgió como la denuncia reveladora del accionar imperialista británico que históricamente había subyugado al país, y como alarma ante cualquier otra potencia que deseara ocupar su lugar. Surgió, en definitiva -y esto es quizás su gran mérito-, como autoconciencia del nuevo actor que irrumpía en la escena política de los años 40’, las masas populares, a cuya efervescencia y novedad los pensadores nacionales supieron comprender, dándole una historia, herencias, marco teórico y hasta humanidad, contrariamente a los partidos tradicionales, los intelectuales prestigiosos, las universidades y el periodismo de la época, que llegaron a calificarlas de aluvión zoológico, actualizando ese triste y mediocre adjetivo político, barbarie, con el que se había pretendido disminuir el carácter humano de millones de argentinos. 

Desde aquellos pioneros “Cuadernos de FORJA” en que Raúl Scalabrini Ortiz despuntó con su conocido talento literario y sorprendió con su capacidad para la investigación; pasando por los trabajos de la Editorial Indoamérica en que la naciente Izquierda Nacional esbozó sus primeras tesis históricas e ideológicas, que más tarde Jorge Abelardo Ramos ampliaría y difundiría brillantemente; junto a los trabajos de impugnación a la “superestructura cultural” dominante, realizados en gran medida por Arturo Jauretche y Juan José Hernández Arregui; sumados al revisionismo histórico, que si bien todos ellos practicaban, fue especialmente profundizado por hombres como José María Rosa o Rodolfo Puiggrós, entre otros, la corriente de Pensamiento Nacional se fue nutriendo, tal como se observa, de diferentes tradiciones y perspectivas políticas.  

Radicales yrigoyenistas, antiguos nacionalistas, militantes peronistas, socialistas reformistas, hombres y mujeres de la Izquierda Nacional, ex militantes del PC; algunos provenientes del mal llamado Interior, otros de la cosmopolita Buenos Aires, todos hicieron, en mayor o menor medida, su aporte al robustecimiento de esta cosmovisión político-ideológica que parte de dos premisas sobre las que pivotean todos sus estudios y análisis: la defensa del interés nacional, en tanto la Argentina es un país dependiente que precisa liberarse económica y políticamente para actuar de forma soberana, es decir, sin tutelajes; y la defensa del interés de las grandes mayorías, en tanto país profundamente desigual, deformado por una colonización interna de elites oligárquicas contrarias a cualquier proyecto de desarrollo industrial con inclusión social.  

Ambas premisas -que podríamos resumir en la sencilla fórmula de “patria y pueblo”- están imbricadas, ya que no hay posibilidad de una nación grande marginando a las masas populares, actor esencial de la ciudadanía y la democracia; como tampoco puede existir justicia social sin un proyecto político que ponga en valor y defienda el patrimonio local, ya que en América latina, por diversas cuestiones estructurales y políticas, los procesos de mayor distribución social de la riqueza siempre vienen, necesariamente, de la mano de gobiernos nacionales y populares.  

Antes de terminar, vale aclarar un punto sobre el que siempre se genera confusión en la misma medida que polémica. Pensamiento Nacional no es igual a Pensamiento Argentino; el primero, como dijimos al comienzo, es una matriz específica de pensamiento político, de profundo arraigo popular, en defensa del interés nacional. Una matriz de pensamiento tan válida como el liberalismo político, el marxismo cultural o el reformismo socialdemócrata. Dentro del Pensamiento Argentino, en cambio, pueden caber todas las corrientes políticas que se han manifestado con cierta coherencia teórica y práctica a lo largo de nuestra historia, incluida, como una más, la corriente de pensadores nacionales. Sin embargo, es justo reconocer que, para muchos de nosotros, si bien el Pensamiento Nacional no implica exclusiva y excluyentemente Pensamiento Argentino, sí es el más argentino de todos los pensamientos. 

Para cerrar, queremos dedicar las últimas palabras al recuerdo de Fernando “Pino” Solanas, quien en sus películas graficara tan bien los ideales expuestos superficialmente en esta nota. En la década de los 60’, época de oro del Pensamiento Nacional, con su magistral obra “La hora de los hornos” (1968) abordó muchos de los tópicos que hacen a esta rica literatura política, denotando la influencia que en su formación tuvieron los mencionados autores. Para él nuestro sentido homenaje y agradecimiento, como para todos los que posibilitaron –y posibilitan- que tengamos un Pensamiento Nacional. 

 


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