Lucía Cortinovis, licenciada en nutrición nos brinda su análisis acerca del excesivo consumo de alimentos ultraprocesados en la Argentina. El sistema de consumo reinante que nos construye como consumidores, antes que como personas, fue instalando patrones culturales que lo único que hacen es empeorar la calidad de vida y la salud de quienes estamos atrapados. Pero conocer acerca del tema, puede ser una alternativa para comenzar el cambio.
En Argentina 6 de cada 10 adultos presentan exceso de peso y más alarmante aun es que el 30 % de los niños y niñas en edad escolar tienen sobrepeso y el 6% obesidad. Dentro de las enfermedades crónicas no transmisibles, responsables del 60% de las muertes a nivel global, la obesidad sigue siendo cada vez más uno de los principales desafíos sanitarios en nuestro país, ya que más de la mitad de la población en Argentina está en riesgo de tener hipertensión arterial, dislipidemia, accidente cerebrovascular, diabetes tipo 2, insuficiencia cardíaca, muerte súbita y enfermedad coronaria.
Deberíamos formularnos la pregunta ¿Por qué aumentó el sobrepeso y la obesidad en nuestro país?
La respuesta lejos de ser complicada podría centrarse en dos ejes básicos:
• El aumento en el consumo de alimentos y bebidas ultraprocesados con alto contenido de grasas, azucares y sal, que reemplaza cada vez más al hábito de consumir comida casera.
• Y la disminución de la actividad física, producto del estilo de vida sedentario debido a la mayor automatización de las actividades laborales, los métodos modernos de transporte y de los cambios de hábitos, producto de la vida urbana en niños y adultos.
Los productos ultraprocesados son formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos o sintetizadas de otras fuentes. La mayoría de estos productos contienen poco o ningún alimento natural. Vienen listos para consumirse o para calentar, son grasosos, salados o azucarados y pobres en fibra, proteínas y micronutrientes. Ejemplos: productos empaquetados para “snacks”, helados, bebidas endulzadas con azúcar, chocolates, pastelería, papas fritas en paquete, hamburguesas y panchos y “nuggets” de pollo o pescado.
La sal es uno de los ingredientes críticos que poseen .Se estima que el 80% de la sal que se consume proviene de este tipo de alimentos. El sobreconsumo de sal se presenta en todas las edades, comprobándose que su presencia en los alimentos procesados puede ser 100 veces mayor que la contenida en comidas similares caseras.
Es importante mencionar que en los alimentos procesados también se encuentran ácidos grasos saturados (AGS) y ácidos grasos trans (AGT). Este tipo de grasas son obtenidos a partir de aceites vegetales parcialmente hidrogenados. Estudios epidemiológicos han mostrado una fuerte asociación positiva entre consumo de AGT y riesgo de enfermedad coronaria. Los panificados industrializados y las galletitas son la principal fuente de grasas trans.
Otro componente importante de estos alimentos es el alto contenido de azúcar presente en las gaseosas, jugos de frutas industrializados, bebidas energéticas, etc. Su alta ingesta se asocia con exceso de consumo calórico, y ganancia de peso .Este exceso de peso puede desarrollar diabetes mellitus y aumentar el riesgo de enfermedad coronaria.
En general estos alimentos son extremadamente sabrosos por ciertas características como sabores intensos, texturas y sonidos crujientes al masticar, motivo por el cual son generadores de hábitos poco saludables .Son fáciles de consumir. Están diseñados para poder ser consumidos en cualquier lugar (parques, cines, autos, mientras se ve la televisión, en el trabajo o en la calle) y están disponibles en todo tipo de negocios , muchos de los cuales están abiertos las 24 horas del día , esto aumenta el deseo de consumirlos .
Es necesario y urgente que desde el estado se diseñen mecanismos de regulación del mercado y de la comercialización de los productos ultraprocesados , ligados a la protección de los consumidores, así como la implementación de programas de educación alimentaria y nutricional a nivel de las escuelas y a nivel de la familia tendientes a mejorar las prácticas de alimentación en los primeros años de vida ya que son determinantes de los hábitos alimentarios y el estado de salud en la edad adulta.
Por Lucia Cortinovis - Lic. Nutrición MP 4151 - MN 8929
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