Se están dinamitando los cimientos de los derechos laborales

/por Clivy Ricle

A las clases dominantes no les gusta que el pueblo tenga derechos. Sobre todo el derecho a la protesta. La crisis climática junto a la escasez de recursos que acarrea, el avance de la tecnología y la precarización laboral son sólo algunos de los hilos del entramado distópico que se está tejiendo hace años.

¿Le conviene a la clase empresarial que sus empleados tengan el derecho a quejarse de sus paupérrimas condiciones laborales? ¿Le conviene al empresariado que sus empleados reclamen que les hagan los aportes de seguridad social que les corresponden? ¿Les conviene a los empresarios que sus empleados reclamen por las indemnizaciones? 

A pesar de ser un derecho garantizado por la declaración de los derechos humanos, el derecho a huelga está en peligro.

La lucha de la clase obrera está llena de avances y retrocesos. La conquista de la jornada laboral de 8 horas, por ejemplo, se logró gracias a la persistencia de la clase trabajadora, que no claudicó ni ante las más feroces represiones. Muchos hasta dejaron su vida por dicha conquista, como los anarquistas de Chicago. Si bien no se aplicó en todo el mundo en simultáneo, Argentina cuenta con una jornada laboral de 8 horas diarias desde hace 95 años. Durante el gobierno de Hipolito Yrigoyen y tras fuertes protestas por la jornada laboral de 8 horas, impulsadas en su mayoría por anarquistas, se sancionó la Ley 11.544. Esta ley fue una de las primeras conquistas de la clase obrera, luego con la Ley de Contrato de Trabajo de 1944, sancionada bajo el gobierno de Juan Domingo Peron, se consolidaron y profundizaron otras demandas de las y los trabajadores. Por ejemplo, las vacaciones pagas, la figura del contrato de trabajo como documento obligatorio, la posibilidad de sindicalizarse y las bases para el desarrollo de la seguridad social en Argentina.

Sin embargo,  estas conquistas no son para siempre si no se  defienden. Hace unos días atrás el diputado radical Martin Tetaz impulsó el proyecto de una jornada laboral de 12 horas. Este proyecto pasa por arriba los artículos 1 y 2 de la Ley 11.544.

 Por otro lado, los y las docentes están a punto de perder su derecho a la huelga de aprobarse la educación como “servicio esencial”.  Este proyecto solo busca desarticular la lucha docente e invalida su legítimo derecho a la huelga. No propone mejoras en la infraestructura de las escuelas o en la carrera docente, ni mejoras salariales. Claro que la educación es un derecho y justamente siempre fue defendido por la lucha del docente en la calle.

Para la Organización Internacional del Trabajo se considera esencial “los servicios cuya interrupción podría poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de las personas en toda o parte de la población”. Por lo tanto, no nos confundamos, la educación  es un derecho no un servicio y quienes se encargan de educar tienen derecho a un salario digno y a la protesta.

Mientras se intenta cercenar el derecho a la huelga a los y las docentes y se busca establecer una jornada laboral de 12 horas, se están fermentando políticas que nos afectarán a nosotros y a nuestras futuras generaciones.

Los despidos están a la orden del día, cada vez  más trabajadores son reemplazados por máquinas o IAs o echados de sus puestos por mero capricho gubernamental.

Los recursos escasean, los temporales arrasan ciudades y en el medio queda la ciudadanía con cada vez menos herramientas para defenderse, para alcanzar las necesidades básicas. 

Vamos hacia un modelo en el cual el salario será insignificante, donde la hambruna será cultivada por el cambio climático y las políticas para nada proteccionistas para con la población. Vamos hacia un tiempo en el cual el ocio podrán disfrutarlo unos pocos. Vamos hacia un modelo en el cual seremos explotados, aún más, y no tendremos ni el derecho a alzar la voz en contra.

Lo que no se defiende se pierde. ¿Qué estamos esperando? ¿Queremos retroceder 100 años en materia de derechos laborales?

Sean eternos los laureles que supimos conseguir, pero no nos quedemos dormidos en ellos. Defendámoslos.