PROTECCIONISMO

11 de Diciembre de 2024

La fauna de Ana, un proyecto consciente para Zarate

Ana con Delfi, perrita de 7 años regalada a ella de cachorra para su cumpleaños. Los problemas de epilepsia del animal no son impedimento para que sea muy fiel, guardiana y amorosa.

/ por Gabi Beck

Conocí a Ana hace unos diez años, como alumna de un colegio de la ciudad de Zárate donde desarrollo gran parte de mi carrera. Tímida, de pocas palabras pero harto estudiosa y buena compañera, siempre con la mejor predisposición para adquirir conocimiento y compartirlo sin guardarse nada. Con ese mismo espíritu realiza, también de un tiempo a esta parte, la actividad que nos convoca a esta nota: el proteccionismo animal, concepto que en su caso abarca amplia gama de quehaceres. Como rescatista 24/7 es el ángel salvador de los sin voz abusados y maltratados, lo que la lleva luego a recomponerles la salud del cuerpo y el alma (sí, los animales también tienen una de esas) para al final cerrar el ciclo encontrando el mejor adoptante, personalizado para cada uno de sus casos. Es dentro de este credo que Ana maneja su labor PROYECTO CONSCIENTE, contando con la solidaridad y la buena voluntad de la gente que confía en su enorme transparencia y bonhomía para garantizar a los perros y gatos de nuestra ciudad la mejor de las vidas posibles. 

El amor hacia los animales y la necesidad de protegerlos nació con ellahace 26 años, siendo su primer rescate a los 8 años cuando encontró un cachorro y se negó a volverlo a dejar en la calle. Desde entonces, esos perros que le encantaba ver y saludar cuando salía a la plaza dejaron de ser algo para admirar y empezaron a ser un destino que lamentar. Sin embargo, no fue sino hasta el 2019 que comenzó con los rescates casi sistemáticos, cuando en barrio San Miguel de la ciudad de Zárate se encontraron cuatro cachorros de horas de nacidos envueltos en cinta sticko dentro de una bolsa de residuos. De esos cuatro cachorros sobrevivieron dos. Fueron 32 días sin dormir, cada hora y media les preparaba la mamadera, los limpiaba, los estimulaba, los hacía dormir y controlaba compulsivamente su respiración y temperatura.
Ana y Azra, gata de un año rescatada por ella a los cinco meses de un grupo de compra venta porque ya no podían alimentarla. Pasó de esto a comer todas las proteínas necesarias, calendario de vacunación completo y castración.

“Luego de meterme de lleno en el mundo del rescate con la tarea más difícil (lactante) y gratificante, no pude detenerme. Veía en redes pedidos de ayuda y allá iba por ellos, ya cachorros más grandes, los ponía en condiciones y se daban en adopción con requisitos mínimos para una vida digna y larga. Después de varios cachorros me animé a rescatar a adultos con todo lo que ellos implica, una adaptación más difícil y una posibilidad de ser adoptados muy baja. Pero nuevamente confiando en mí lo hice, no transitaba cachorros solamente sino también adultos y por supuesto seguía otro gran paso, los ancianos. Esos que nadie quiere y levanta; son otro mundo, su mirada está triste y resignada, conmueve hasta el alma más dura y el final feliz es todo de ellos” Con esta palabras nos muestra el compromiso emocional enorme que hay detrás de cada caso.

Es así que nace “Proyecto Consciente” debido a la inconsciencia de las personas o su esmero por normalizar lo que no debería ser normal. “Rescatar sin generar conciencia es una tarea que no debería existir, ese es uno de mis objetivos. Pero también soy justamente consciente de que muchos no saben, viven en la ignorancia y cometen errores. Nadie los obliga a querer a los animales, pero nadie tiene derecho a maltratarlos”. Para ejercer este apostolado con disciplina y conocimiento, Ana no deja nada librado al azar, estudiando asistente veterinaria, asistente quirúrgica, adiestramiento y peluquería canina para sumar conocimientos, ayudar aún más y al mismo tiempo, tener la posibilidad de trabajar en alguna veterinaria o centro de castración. Por otro lado, una parte del abandono se debe a problemas de conducta, por lo que busca ofrecer el servicio de corrección de conductas para reducir el número de abandonos por esa causa. Y peluquería porque tiene muchos animales y es un gasto necesario que va cada vez en aumento (no es mera estética sino que la conservación del pelaje hace a la salud general del animal). “De modo que al capacitarme puedo aprender a tener en condiciones a mis perritos y además ofrecer el servicio a bajo costo para otras personas en la misma situación que yo” sostiene Ana otra vez haciendo uso de su generosidad.

 Sus páginas de Facebook e Instagram demuestran que no sólo rescata, da en adopción y difunde, sino que también brinda información sobre cuidados y prevención, desde planes sanitarios hasta alimentación, calidad de vida, tenencia responsable, etc… En estas redes también realiza publicaciones explicando cuál es la necesidad del animal en cuestión y comprobante mediante deja links de pago para quien pueda y le nazca ayudar puede hacerlo también por ese medio. También tiene un punto en el centro de Zárate para recibir donaciones en efectivo y materiales como medicación. Por otra parte, también cuentan con la opción de hacerse socio, que son realmente muy pocos y en última instancia recurren a la buena voluntad del vecino y a hacer rifas. Aún así la mayor parte de los gastos corren por su cuenta. Dentro de las formas de colaboración, no sólo económica, ella enumera transitar como una de las mas importantes: gracias a la gente que ofrece su hogar como tránsito, con los gastos cubiertos, las rescatistas generan vacantes para tomar casos nuevos y así ayudar a amplias porciones de la población animal callejera.

Para aquellos que busquen una forma de compromiso aún mas activa y a la vez sumar un compañero para toda la vida siempre está la opción de la adopción. Al respecto, Ana afirma: “Hay mucho mito sobre lo que buscamos en un adoptante. No pedimos, al menos yo, que viva en una mansión. Además del cumplimiento de los requisitos me fijo en si el animal en cuestión es compatible con la familia o el ambiente que se le ofrece. Por lo que, si la persona cumple con los requisitos pero considero que las necesidades del animal no son compatibles  con la vida que se le ofrece entonces no entrego al perro/ gato. Lo que se espera es que cumplan con el plan sanitario como lo harían con un hijo, sus vacunas, desparasitación interna y externa. Ante un síntoma, acudir al veterinario y tener el medio económico para hacerlo. Proveerle una alimentación equilibrada y acorde a las necesidades del animal, mantenerlo seguro y a salvo dentro de sus hogares, que entiendan el esfuerzo detrás del rescatado. También es muy importante que entiendan que son parte de la familia y no se abandona ante una dificultad como el cambio de vivienda o la llegada de un bebé. Y algo súper importante, tengo la necesidad de seguir sabiendo cómo se encuentra mi rescatado a lo largo del tiempo, por lo que espero mantener una comunicación. Gracias a mi intuición y buen juicio, casi todos los adoptantes son excelentes y mantengo un vínculo agradable con ellos, incluso cuando los veo, los paseo o los cuido. Algo realmente significativo es que muchas veces han vuelto a adoptar conmigo”.

Con respecto al tema de las adopciones siempre está en tensión con la cuestión de la compra de mascotas, algo que Ana desaconseja enfáticamente porque los amigos, la familia y el amor no se compran, porque detrás del animal comprado hay un negocio cruel. Los criadores oficiales cumplen con ciertas normativas como garantizar la salud del cachorro que se entrega y la de sus padres, además de estudios genéticos. 

“El gran problema reside en que la mayoría los cría de manera ilegal, con muchas más carencias y tenemos por un lado mascotas en condiciones paupérrimas, condenadas a morir conociendo lo peor de un ser humano. Por otro lado tenemos los criaderos familiares en donde reproducen a sus mascotas en casa, con condiciones similares o un poco mejor, debo admitir. Aún así no saben nada sobre criar, se dedican a  dejar parir a sus animales sin tener en cuenta por ejemplo la genética o los tiempos de recuperación. Comprar razas condena sus dolencias, comprar un cachorro condena a sus padres y sobre todo deja sin posibilidades a los mestizos que  vagan por las calles: ¿Por qué comprar uno de raza cuando hay tantos sin casa?”

En conclusión, luego de esta nota uno se debate entre la necesidad de que existan mas personas como Ana, dado que esta tarea hercúlea es realizada por unos pocos como ella, o bregar por una realidad en la cual su labor ya no sea necesaria. Probablemente esperar lo segundo sea pecar de utópicos, entonces, queridos lectores, nos queda ofrecer ayuda desde nuestro lugar y en la medida de las capacidades de cada uno: si adoptar o transitar no está en el abanico de posibilidades, una donación económica y/o en productos o difusión y publicidad es dar una pata a la fauna de Ana.

 


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