Fotografía y texto de @moiravinas
Ella se sienta en silencio, con la mirada perdida en la majestuosidad de la montaña. Su rostro refleja una mezcla de serenidad y melancolía, como si estuviera buscando respuestas en el horizonte.
La montaña, con su imponente presencia, parece ser un reflejo de sus propias emociones. Las cumbres altas y las valles profundos representan los altibajos de su vida, los desafíos y las victorias.
En este momento de quietud, ella se conecta con su propia esencia. Deja que sus pensamientos y emociones fluyan libremente, sin juzgarse a sí misma. La montaña, con su silencio y su belleza, le recuerda que la vida es un viaje de autodescubrimiento y crecimiento.
La mujer sola en la montaña es un símbolo de la búsqueda interior, de la conexión con la naturaleza y con uno mismo. Es un recordatorio de que, en medio de la turbulencia de la vida, podemos encontrar la paz y la claridad en la quietud y la contemplación.
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