Del libro Indeleble, de Paula Tomassoni, Buenos Aires, Corregidor, 176 páginas
 
            
        Indeleble comienza con una imagen tan brutal como desconcertante: Maine encuentra a su marido, Ricardo, ahorcado. Ella sólo puede pensar que la camisa que él lleva puesta no combina con las cortinas celestes del departamento. El humor negro y trágico de Paula Tomassoni incomoda al lector porque la novela desafía la solemnidad cultural del duelo, la crisis y otras yerbas.
El avance de la historia se traduce en un pivoteo a dos tiempos con escenarios políticos que no necesitan demasiada presentación: en los años noventa se cuenta la vida de la pareja; lo que le sucede a Maine luego del suicidio se relata junto con la crisis del 2001. El recuerdo del pasado reciente (y, por qué no, cíclico en nuestro país) convierte a los lectores en espectadores muy informados que pueden prever el desastre en las dos temporalidades. Tanto Maine como Ricardo están al borde del abismo. Los personajes se asoman con vértigo al derrumbe, la pulverización de los ahorros y la angustia de un futuro clausurado que es inminente.
Respecto a la protagonista, Maine no es simplemente una mujer sumisa, sino la encarnación de lo que la autora denomina un “feminismo no adquirido”. Es una de esas “mujeres instaladas en un modelo de felicidad que no discuten". La muerte de Ricardo la despoja de ese rol y la obliga a decidir quién es ella, cuáles son sus propios deseos y, sobre todo, cómo va a sobrevivir. Maine no está sola, la acompaña una sobrina que reaparece con la muerte de Ricardo. Julia es un personaje fresco que desliza sentencias incómodas mientras intenta escribir aforismos.
Paula Tomassoni nació y vive en La Plata. Su escritura rescata lo cotidiano desde una mirada que incomoda. Este año en la FED, en una presentación que compartió con la escritora mexicana, Socorro Venegas, sobre cómo escribir a pesar del dolor, contó una anécdota que da muestra de su tono agudo “En La Plata había una publicidad de un cementerio, y una mujer, muy grande, hacía un esfuerzo enorme para leer el cartel. Me pregunté qué estaría leyendo, cuál era su preocupación. Me llena de curiosidad esa convivencia con lo inevitable”.
La idea de la novela proviene de la lectura de un artículo sobre la crisis hipotecaria española de 2011 que relataba el suicidio de un hombre asediado por las deudas, cuya muerte se volvía irónicamente inútil cuando, días después, el gobierno anulaba las ejecuciones. Paula Tomassoni entendió que la escritura tenía que indagar sobre la viuda “Mi primer pensamiento fue: pobre tipo, si esperaba un poco se enteraba. Pero después pensé: pobre la mujer que se queda, con la deuda, sin casa y con un duelo imposible”.
Indeleble es un retrato íntimo y a la vez colectivo de la supervivencia, donde la tragedia personal se entrelaza inseparablemente con el desmoronamiento de una nación. La novela nos deja ver cómo se forja una identidad cuando tanto el mundo personal como el colectivo se han hecho pedazos y cómo, incluso en la ruina más absoluta, es posible encontrar un camino para empezar de nuevo.
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