Opinión

25 de Noviembre de 2025

La era de la desilusión… y la oportunidad de volver a creer

No es la era de la caída de la democracia: es la era del desafío. La ciudadanía exige instituciones que la reflejen y una política que escuche. Participar ya no es sólo un gesto cívico, es una herramienta de defensa frente al centralismo y los autoritarismos silenciosos. Podemos mirar desde la tribuna o volver a entrar a la cancha con reglas claras. Podemos resignarnos o podemos reinventar. La desilusión existe, sí, pero también la oportunidad de construir una democracia más amplia, diversa, moderna y honesta.

Estamos viviendo algo que muchos sienten pero pocos dicen: la democracia entró en un cansancio emocional. No se rompió ni desapareció, pero dejó de enamorar. Votar ya no alcanza, participar parece una carga y la política muchas veces suena a un ritual vacío. Aun así, cada dos años millones vuelven a la urna, no porque crean plenamente, sino porque tampoco quieren renunciar del todo.

Cuando la gente se apaga, la democracia se apaga

La desilusión no llegó de golpe. Creció cuando la dirigencia se volvió predecible, cuando los discursos dejaron de conectar y cuando el poder se alejó de la vida real. Frente a eso, muchos ciudadanos se retiraron en silencio: no participan, no opinan, no sienten que el sistema los contemple. Ese apagón cívico debilita la democracia, deja las decisiones en pocas manos y reduce la participación a un gesto vacío.

El riesgo de quedarse quietos

Cuando la política se desconecta, crecen los centralismos, los ejecutivos todopoderosos y los parlamentos que ya no representan sino que negocian. Son democracias que funcionan en lo formal pero sin alma: decisiones sesgadas, instituciones débiles y una ciudadanía que observa desde afuera. Ese clima siempre deja abierta la puerta a autoritarismos que no necesitan romper ninguna ley.

Entender que el mundo cambió… y la democracia también tiene que cambiar

La sociedad actual es diversa, fragmentada y mucho más compleja que hace veinte años. Surgen demandas ambientales, identidades nuevas, minorías que reclaman ser escuchadas, transformaciones en el trabajo y en la vida diaria. Seguir gobernando con la lógica vieja —la de una solución única para todos— es fracasar desde el inicio. La democracia necesita abrirse a nuevas voces, integrar a quienes nunca participaron y permitir que decidan, no que sólo opinen desde afuera.

Cinco movimientos para reconstruir el músculo democrático

1. Hacer de la participación algo cotidiano, no excepcional. Espacios locales y accesibles donde la gente pueda influir de verdad.

2. Transparencia clara y simple, que muestre cómo se decide para que la ciudadanía entienda, se involucre y confíe.

3. Distribuir el poder, fortalecer lo local y darle sentido real al federalismo para que las decisiones vuelvan a estar cerca de la gente.

4. Parlamentos que representen de verdad, con votaciones abiertas, control político serio y contacto permanente con la comunidad.

5. Educar para participar, no sólo para memorizar. Fomentar deliberación, pensamiento crítico, empatía social y responsabilidad ciudadana.

En fin: si no participamos, alguien decide por nosotros

No es la era de la caída de la democracia: es la era del desafío. La ciudadanía exige instituciones que la reflejen y una política que escuche. Participar ya no es sólo un gesto cívico, es una herramienta de defensa frente al centralismo y los autoritarismos silenciosos. Podemos mirar desde la tribuna o volver a entrar a la cancha con reglas claras. Podemos resignarnos o podemos reinventar. La desilusión existe, sí, pero también la oportunidad de construir una democracia más amplia, diversa, moderna y honesta.

 

Por Fernando Vaccaiani


Gracias por tu interés en breve te estaremos llamando!

¿Estás interesado en anunciar en CorreLaVoz.net?

Déjanos tus datos y un responsable del área comercial te estará contactando a la brevedad!
Completa tu Nombre!
Completa tu Numero de telefono!
Completa tu Email!

Estamos en Facebook danos un me gusta!