/ por Clivia Ricle
“El amor no es un mercado donde
se intercambian mercancías”
Erich Fromm
El capitalismo invadió todos los aspectos de nuestras vidas hasta el amor. Quienes renegamos de este sistema para poder “escapar” o “esquivarlo”, en la medida que sea posible, primero debemos admitir que todo esta atravesado por tal sistema. Si no lo vemos con claridad a esto no podremos “esquivarlo”.
El amor y el mercado están relacionados a través de procesos como la mercantilización del amor y la romantizacion de los bienes de consumo. Entendemos a la mercantilización como el proceso de transformación dealgo en un servicio o bien.
Por un lado, a lo largo del tiempo se generó una romanización de los bienes de consumo. Desde el mundo de la publicidad se suele asociar las emociones y los deseos más profundos, como el amor, para crear en los consumidores un interés por el producto, por ejemplo,alcanzar el amor.
Por lo tanto, podemos decir que el romance se usa como una herramienta para fomentar el consumo. Por ejemplo, el día de los enamorados es uno de los días en que mas ventas de regalos se generan. Flores, chocolates, alguna tarjeta, joyería, perfumes, entre tantos. Una cita entre dos personas de por si contribuye al movimiento del mercado, la compra de una bebida en algún bar para compartir en la cita, por mencionar un ejemplo.
Por otro lado, las practicas amorosas se ven relacionadas cada vez mas con las nuevas tecnologías. Las apps de citas o las redes sociales se vinculan estrechamente con la mercantilización del amor, ya que generan la idea de que se puede cuantificar el “amor” según la cantidad de likes o matches que se reciban. Con el auge de las apps de cita se profundiza la mercantilización del amor. Si bien estas appspueden ser de utilidad para muchas personas porque les permiten conocer a otres, también contribuyen a transformar las relaciones en productos. Mejor dicho, en experiencias que se pueden consumir y desechar. El impacto de esta transformación es terrible en el sentido de que el amor pierde su valor.
Para poder sostener la productividad del sistema capitalista el mismo sistema instalo la idea de la pareja monogámica como la base de la familia, entendiendo a la familia como una institución. Una pareja heterosexual cargada de estereotipos y roles de género. El varón como “macho proveedor” y la mujer como “cuidadora” de ese obrero y de los futuros obreros y cuidadoras, es decir, de sus hijos e hijas respectivamente.
A lo largo de los años este modelo “ideal” de “pareja”, de “amor”, de vinculación fue cuestionado y puesto en jaque. Hoy por hoy los estereotipos y roles de genero se van deconstruyendo, las tareas de cuidado se suelen repartir y los modelos de familia cambiaron, así como se va rompiendo con la heteronorma. De la misma forma fueron cambiando las formas de vincularse. La monogamia fue desafiada. El amor libre, las relaciones abiertas y el poliamor venían a ser alternativas a la forma tradicional de vincularse impuesta por el capitalismo. Pero terminaron cayendo en las lógicas de la mercantilización del amor. En donde se consumen los cuerpos, las parejas, las experiencias relacionales como productos sacados de la góndola de un supermercado. La góndola puede ser una app de citas o las redes sociales.
El afán de consumir nuevas experiencias relacionales, cuantas mas mejor, lleva a la superficialidad de los vínculos. Esto aplica tanto a las relaciones monogámicas como las que no lo son.
Las alternativas a la monogamia al no ser tomadas con la responsabilidad que requieren, en el plano afectivo - vincular, y al ser utilizadas en muchos casos con el objetivo único de aumentar las experiencias relacionales dejan la puerta abierta para que ingrese el virus del capitalismo y se aloje en ellas usándolas de huésped.
Incluso las nuevas formas de relacionarse no monogámicas al no tomarse con la seriedad y responsabilidad que conllevan pueden terminar replicando las lógicas de poder que se suelen dar en relaciones monogámicas. Por ejemplo, que una de las personas que integra esa relación ejerza poder sobre la otra al momento de definir acuerdos.
Las nuevas formas de vincularse no monogámicas venían a romper con presiones impuestas por el capitalismo y a permitir a las personas amarse, vincularse, de forma más libre, pero al no ser tomadas con responsabilidad la idea de una mayor libertad se perdió, pasando a importar más el número de vínculos que la profundidad de estos.
Como vemos las lógicas de consumo pueden permear en las relaciones amorosas, la forma de evitar o defendernos de esto es construir relaciones basadas en la autenticidad, el amor genuino, la reciprocidad y el respeto. El amor es nuestra ultima trinchera en el sistema capitalista que promueve el hiper individualismo. Evitemos reproducir las lógicas capitalistas en nuestras relaciones. Cuidemos esos espacios, esos abrazos. Evitemos que el amor se reduzca a una experiencia a la cual accedemos dando like, dando click, en alguna app.
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