/ Por Victoria Morales
Desde la puerta abierta de la biblioteca en la calle Independencia asoma una luz azul, pero al ingresar es rosada. Los colores están sueltos. En los rincones brillan los verdes, los amarillos, los violetas. Hay una mujer sentada al piano y está tocando Chopin. La sala se va llenando.
Lo primero son voces recitando un poema y cuchicheando. Luego alguien canta una canción acompañada por una guitarra y nos invita a seguirla. ¿A dónde? No tengo idea. Nadie lo sabe, pero todos le seguimos el paso. Ya en el patio de la biblioteca la luz azul se hace imponente y allí tiene lugar el primer acto.
Cuando finaliza el acto y los aplausos, los actores y actrices nos invitan a seguirlos, una vez más, para dirigirnos a un nuevo escenario. Los actos siguientes se dan en el interior de la biblioteca. Pero siempre con la misma dinámica: -con una fe ciega- seguimos a estas personas, las observamos, las escuchamos, reímos y nos emocionamos con ellas.
Diez artistas, actores, actrices, poetas y bailarines conforman la magia sensible y particular que propone “Me verás llegar en un día azul”*, la obra de teatro escrita y dirigida por Nadia Sandrone que tuvo lugar todos los domingos de este mes en la Biblioteca Popular José Ingenieros de Zárate. La Biblioteca que hace más de 90 años fundaron obreros para que (como los mismos artistas de la obra dicen) ahora, en tiempos feroces, sea lugar de encuentro para pensar cómo seguir construyendo desde la ternura y el afecto la potencia de lo comunitario.
La obra es un llamado a las minorías ¿silenciosas? Más bien, a aquellas que su voz grita desde el seno más íntimo: hermanas, vecinas, amigos, amantes. Voces que se hacen oír desde la complicidad del barrio. Relatos de una verdad que no es absoluta, ya que para cada personaje hay una verdad, la que les atraviesa el cuerpo cada día y vuelve impredecibles todos los escenarios de su vida cotidiana. La palabra poética construye una historia que es también una invitación a recorrer (casi con nostalgia) los rincones de nuestra querida ciudad de Zárate.
En la obra conversan el intento y el error. Se cruzan todo el tiempo como en una trenza. Hay un tire y afloje entre varias generaciones que se explora con humor y ternura. Algo los une: soñar les duele. Aun así, no abandonan el gesto.
Hay cierta pauta en común en todos los actos: el arte de la conversación, la charla. En época de crisis económica, ambiental y emocional urgen con una fuerza increíble las ganas de conversar. Me dejó pensando. ¿Seremos capaces de reírnos de nuestras crisis?, ¿qué clase de belleza se puede crear con el horror?, ¿con el error?, me pregunto. Estos personajes son capaces de cuestionar, de criticar, de reírse, de hacerse cargo de lo que les toque. Por momentos se divierten, otras veces se alteran, discuten, se incomodan, se dejan querer. Y en cada acto se va descubriendo lo que cada uno tiene entre las manos; un sueño profundo, un amor perdido, un deseo intenso, un miedo de perros.
El baile final desentrama lo individual para devenir en una fiesta colectiva. La fiesta del mundo que quieren crear. Bailan y cantan para recordarnos que la vida, en definitiva, sigue siendo hermosa. Ya lo dijo la poeta Mary Oliver;
Instrucciones para vivir una vida;
Prestar atención
Sorprenderse
Contarlo.
*Elenco de oro: Paula Barrios, Luciana Ferrari, Sol Tálamo, Olivanderr, Magui Monti, Max Almirón, Mailén Benitez, Florencia Manzi, Micaela Casentini, Zoe Vargas.
Dramaturgia y dirección: Nadia Sandrone
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