/ Por Leandro Matilla
La victoria de Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires y en Zárate es un mensaje claro y contundente: el pueblo no se resigna. Frente a la crueldad de un gobierno nacional que ajusta y condena a las mayorías, y frente a la ausencia de un gobierno municipal que se borra y da la espalda, las y los bonaerenses eligieron otro camino.
No fue una elección más. Fue un grito colectivo contra el desamparo y la desigualdad. Fue la decisión de decir basta a la política del sálvese quien pueda y de recuperar la certeza de que el Estado tiene un rol central: estar presente, acompañar, proteger y proyectar un futuro mejor para cada vecino y vecina.
En la provincia, la gestión de Axel Kicillof demostró con hechos que se puede gobernar con sensibilidad y decisión política. Parques industriales, obras, inversión en salud, en educación, en infraestructura: pruebas concretas de un modelo que no especula ni ajusta, sino que genera oportunidades y construye comunidad.
En Zárate también se expresó esa voluntad. Porque la gente sabe que el abandono no es destino y que la resignación no es opción. Frente a la desidia del intendente Matzkin, la comunidad eligió el compromiso, el trabajo y la coherencia de quienes nunca se alejaron de los barrios ni de la vida cotidiana de los vecinos.
La victoria de Fuerza Patria es el triunfo de otra forma de hacer política: caminando cada calle, escuchando cada voz, defendiendo cada derecho. Es la certeza de que la patria se construye todos los días, con coraje, solidaridad y convicciones firmes.
Este 7 de septiembre, el pueblo votó por trabajo, producción, industria, educación, salud y justicia social. Eligió una Argentina más justa e inclusiva. Eligió Fuerza Patria. Eligió defender su futuro.
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