Estar en el Puente Zárate–Brazo Largo es una experiencia que sacude el alma. El viento golpea fuerte, se mete en la piel, te eriza los pensamientos. El vértigo no solo viene de la altura, sino de lo que ese lugar representa. Cada paso vibra, cada sonido metálico te recuerda que no es solo un puente: es testigo silencioso de muchas historias, de decisiones tomadas en soledad, en un instante en que el dolor pesa más que el miedo.
Ahí entendés lo frágil que puede ser la mente cuando el sufrimiento se vuelve insoportable. No es falta de coraje; es, muchas veces, haberlo usado todo. Estar ahí y poder mirar, observar, registrar con la cámara no es un acto simple. Es mirar de frente al dolor humano, al grito silencioso de quienes no encontraron otra salida.
La salud mental no es un tema menor ni lejano. Es una urgencia, una responsabilidad colectiva. Cada vida importa, cada historia que se apaga deja una huella.
Sentir el viento, el movimiento del puente, el peso de las emociones que flotan en el aire… todo eso te cambia. Te hace comprender que necesitamos más escucha, más contención, más amor.
Texto & foto: @stella_rodrgz
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