Volver a Fase 1: Cuando la incertidumbre nos vuelve a gobernar

/Por Angeles Ríos Encina

¿Cómo impacta en la vida que el hecho de alcanzar una meta se convierta en empezar de nuevo?, ¿Cómo enfrentar aquello que no llega?

Desde el inicio del Aislamiento Social Obligatorio atravesamos una situación, en principio indeseada. Por lo que desde entonces, nos vimos obligados a cambiar nuestra cotidianidad, para luego ir modificando nuestro esquema mental de manera forzada. Lo cierto es que no es nada sencillo.

El pronunciamiento del nuevo confinamiento para la zona más complicada por la pandemia, en términos de salud mental, representa al menos una prolongación de la meta, sostener la incertidumbre. Para muchos otros, es incluso un retroceso. ¿Cómo hacemos para enfrentar otra etapa más rigurosa de sentirnos atados?

En primera instancia habría que resignificar la medida, es decir, no pensar en los 100 días pasados, sino en la posibilidad de proyectar nuevas actividades, una nueva organización en base a algo que ya conocemos luego de tantas renovaciones de la medida. En toda crisis es importante resignificar las variables, quizás la continuidad del confinamiento pueda ayudarnos a descubrir nuevos aspectos de uno mismo. Algunos cuestionamientos personales pueden ayudarnos a conocernos más.

Lo mas complejo es esa sensación de angustia y ansiedad entrelazadas. Ese momento en que quisiera hacer muchas cosas pero en realidad no tengo ganas de nada. La sensación de cansancio, de agotamiento, de abulia, la falta de energía, la preocupación y la hoy famosa incertidumbre.

El agotamiento es propio del estrés, que aparece como mecanismo de respuesta en cada situación de conflicto donde la incertidumbre no se resuelve en tiempos esperables. Actualmente esto se agudiza ya que no solamente se prolonga en tiempos sino que además se retrocede y se hace más rígida. De allí deviene el cansancio y el agotamiento, la angustia y el decaimiento. Una de las maneras de enfrentarlo es ser creativos en cuanto a las posibilidades que tenemos. Poder elegir aquello que no hemos experimentado aún éste período, continuar con aquellas actividades que nos gustan, y sobre todo aprovechar nuestros potenciales. Todo aquello que se relaciona con el arte permite canalizar las ansiedades y las emociones; todas las actividades físicas y deportivas ayudan a disminuir la ansiedad y a renovar energías. El mundo virtual ofrece miles de opciones para incursionar, no sólo entretiene sino que además amplía la mirada y permite el entretenimiento.

Otro punto fundamental, tiene que ver con la convivencia y los cambios en la dinámica de la familia. Y en este aspecto son dos las cuestiones que considero centrales a tener en cuenta: comunicación y privacidad.

En éstos tiempos de aislamiento obligatorio, el quedarse en casa supone el compartir el tiempo a pleno con los demás convivientes. Padres, hermanos, parejas, hijos, etc. Encontrar la posibilidad de un espacio sano de comunicación se torna difícil, sumado a las emociones singulares de cada miembro de la familia. Respetar los tiempos individuales y controlar las formas de expresión son fundamentales para que la convivencia no se torne insostenible.

Abrirse al diálogo, trabajar sobre la paciencia y la empatía; dar lugar a las emociones y poder transmitirlas.

Por ello también es fundamental la privacidad, tener un espacio propio. En familias numerosas o personalidades muy dependientes sostener la privacidad puede ser todo un desafío. Aquello que muchas veces se encuentra mientras el otro trabaja o realiza actividades; o cuando salimos a trabajar e interactúas con otras personas; o mientras los chicos van a la escuela. Ese espacio donde encontrarse a solas tal vez es más complicado cuando debemos TODOS quedarnos en casa.

Tomar clases virtuales, algún entrenamiento físico, la sesión virtual de terapia, las charlas con amigos, hasta incluso ver una serie o una película; suelen ser actividades individuales que no siempre son compartidas en el seno familiar, justamente porque responden a gustos y deseos individuales; no encontrar ese espacio mínimo de encuentro con sí mismo, también puede generar irritabilidad y ansiedad, cierto malestar que genera enojos y muchas veces, más retraimiento.

Lo cierto es que por el momento seguiremos con ésta modalidad de vida. Independientemente del hasta cuándo, es una modalidad que se impone y que debe ser respetada por el bien común.

Dentro de nuestras posibilidades, y vaya que es un desafío!... debemos encontrar la mejor manera de atravesarlo, sin omitir lo que sentimos y pensamos al respecto. Sin eliminar nuestro espacio personal, sin limitar nuestras capacidades de adaptación, sin negar el cansancio y el estrés.

Intentaremos cambiar la perspectiva, resignificar los vínculos y los objetivos que nos habíamos propuesto. Alentando la creatividad, la capacidad reflexiva, la empatía, la paciencia y sobre todo… la importancia del bienestar individual para lograr el bienestar común.

Ángela Rios Encina | Licenciada en Psicología