Seguimos celebrando el mes del orgasmo y abordaremos un tema que preguntan de manera frecuente y que preocupa a muchas personas.
/Por Dra. Romina Barraza
La sexualidad se modifica con cada cambio en la vida. La infancia, la adolescencia, la primera pareja, la convivencia, los hijos, un divorcio, una nueva pareja, la perdida de la pareja, entre tantos otros cambios. Y la menopausia es uno más.
¡Claro que la vida sexual no se termina en esta etapa! Al contrario, puede ser una etapa muy enriquecedora para la persona que la cursa y para su pareja también.
Entonces, ¿De dónde viene esta idea que la tenemos tan arraigada?
Remontándonos un poquito a la historia de nuestra cultura, podemos ver que las relaciones sexuales siempre se relacionaron con la reproducción. Se consideraba que la mujer estaba “disponible”, sexualmente hablando, desde que “se hacía señorita” con la llegada de la menstruación hasta que ésta se le retira en la menopausia. Luego de la misma, como ya no pueden procrear, a las mujeres no se las consideraba “aptas” con relación a lo sexual.
Hoy sabemos que muchas de las veces que tenemos relaciones sexuales (por no decir la mayoría), no es con una finalidad reproductiva sino por placer. Ese placer que también se nos negaba en el pasado y que supimos ganarnos el derecho de obtenerlo libremente y a demanda personal.
Es por todo esto que afirmamos que la menopausia es una nueva etapa, que trae cambios, pero que depende mucho de cómo cada mujer haya vivido sus experiencias sexuales en cómo continuará luego. En muchos casos se vive con muchísima libertad porque desaparece la preocupación de un embarazo no deseado y muchas lo viven con angustia por la posibilidad que desaparece de una nueva gestación.
En cuanto a lo orgánico, como consecuencia de la baja de estrógenos, pueden aparecer molestias a nivel vaginal por la disminución en la lubricación como ardor, dolor, irritación, etc.; sofocos; lo que puede llevar a incomodidad y como consecuencia, dificultad para excitarnos, necesitar más tiempo para llegar al orgasmo y una baja de deseo.
Todos estos síntomas pueden aliviarse con diferentes tratamientos y el acompañamiento de la terapia sexual; aprendiendo nuevas formas de estimulación, recuperando el deseo y volviendo a tener una sexualidad activa y plena. Otras veces, tenemos que desterrar mitos y desaprender lo que nos han enseñado mal o lo que nos han hecho creer.
Lo importante es saber que la sexualidad va cambiando y que necesitamos ser flexibles a esos cambios. La comunicación con la pareja es fundamental y la comprensión y aceptación de “lo nuevo” nos abrirá puertas impensadas. Tomarnos el tiempo para conocernos y para vivir los procesos vitales de manera placentera nos permitirá disfrutar saludablemente nuestra vida, todos los días.
Si tenés dudas e inquietudes sobre tu sexualidad en esta etapa de la vida, no dejes de hacer una consulta sexológica.
Dra. Romina Barraza
Medica. Sexóloga Clínica. UBA
MN 154156/MP 552214
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