Jorge Julio López fue un militante peronista y albañil retirado argentino que fue víctima de desaparición forzada durante la última dictadura argentina (1976-1983) y confinado varios años a estar en distintos centros clandestinos de detención. Sobrevivió, y ya restaurada la democracia, se presentó como testigo en los Juicios por la Verdad abiertos en 1998.
Luego de que el Congreso Nacional y la Corte Suprema anularan las leyes de impunidad en 2003, López declaró como víctima y testigo en el juicio por delitos de lesa humanidad en el que fue condenado a prisión perpetua el represor Miguel Etchecolatz. Poco después de declarar y un día antes de que se dictara la sentencia condenatoria, durante el gobierno de Néstor Kirchner el 18 de septiembre de 2006, desapareció sin que existan noticias sobre qué le sucedió. Las sospechas recaen en algún grupo parapolicial vinculado con la fuerza.
En aquel momento el Congreso de la Nación anuló las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. La causa por delitos de lesa humanidad contra Miguel Etchecolatz fue la primera en ser reabierta y Jorge Julio López fue uno de los testigos directos que declaró en el juicio sobre los crímenes que se le imputaban al represor.
El día 18 de septiembre de 2006 ―el día antes de la condena de Etchecolatz― López desapareció sin dejar rastros, en la ciudad de La Plata. Ese día había quedado con su sobrino Hugo Savegnago, para que lo pasara a buscar por su casa en Los Hornos para asistir al tribunal a escuchar los alegatos del juicio contra Etchecolatz. Sin embargo, salió de su casa sin esperar a su sobrino. Caminó varias cuadras y fue visto por varios testigos. La última persona que lo vio fue un vecino suyo, Abel Horacio Ponce, parado en la calle 66, “entre la verdulería y el local de Edelap".
La causa judicial formada para investigar su desaparición fue asignada al Juzgado Federal Nº 1 de La Plata, a cargo del juez Manuel Blanco hasta su muerte en 2014. Durante los primeros dieciocho meses la causa fue caratulada como desaparición simple y la investigación del hecho quedó a cargo de la Policía Bonaerense, la misma fuerza de la que Etchecolatz había sido un alto funcionario.
El 30 de diciembre de 2006 el entonces presidente de la Nación Néstor Kirchner habló por cadena nacional para referirse a las desapariciones de Jorge Julio López y Luis Gerez, testigo en el caso de los crímenes de lesa humanidad de Luis Patti. Kirchner consideró que se trataba de secuestros realizados por grupos para-policiales o para-militares integrados por la "mano de obra desocupada", que buscaban amedrentar a jueces y testigos con el fin de frenar los juicios reabiertos y lograr una amnistía. El ex presidente convocó a utilizar y mejorar los mecanismos de protección a testigos, así como a actuar sobre las fuerzas de seguridad para superar la descomposición que significó esa participación en la represión ilegal y recuperar capacidad investigativa a favor de la ciudadanía.
En mayo de 2008, la causa fue caratulada “López, Jorge Julio, s/ desaparición forzada de personas” y la Policía Bonaerense fue apartada de la investigación. Al momento de la desaparición de López, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires era Felipe Solá y su ministro de Seguridad León Arslanián. Hasta 2017 la investigación judicial no había podido determinar qué le sucedió a Jorge Julio López, ni encontrar sus restos en caso de haber sido asesinado -hipótesis sobre la que existe un amplio consenso-, responsables, partícipes ni encubridores. Arslanián informó años después que "en el caso de López había un cúmulo de indicios que apuntaban al grupo de tareas supérstite del ex jefe de la Policía Bonaerense Miguel Etchecolatz".
Los organismos de derechos humanos sostuvieron desde un primer momento que se trataba de un delito en el que habían participado miembros de las fuerzas de seguridad retirados y en actividad. Cuestionaron la investigación judicial y las operaciones tendientes a establecer pistas falsas.
Las sospechas sobre Etchecolatz se fortalecieron en 2014, cuando un fotógrafo descubrió que, en el momento de oír su condena en otro caso de violación de derechos humanos, el represor tenía en sus manos un papel, donde se leía escrita a mano la siguiente anotación: "Jorge Julio López Secuestrar".
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