Un espectáculo digno de compartir en medio de una cuarentena de aislamiento obligatorio. Amarillos, ocres, verdes y un cielo diáfano e infinito es el paisaje que nos regaló hoy el Barrio Dálmine en Campana.
Ya se perdió la cuenta de cuántos días llevamos aislados. Y escenarios que nos eran comunes pasaron a ser un objeto de deseo.
Anhelo de sentir el crujir de las hojas secas en una vereda. El viento mueve las ramas que van quedando desnudas.
El sol cobija nuestros rostros mientras nosotros seguimos con la rutina, sin percibir que está.
El año pasado nadie creía que querríamos apreciar este paisaje sentados en "el campito".
Hoy lo contemplamos desde una fotografía.
(Las imágenes se viralizaron por cadena de whatsapp entre varios vecinos. Desconocemos a los autores de las mismas)
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