Reseña

11 de Abril de 2022

La rana del Ibicuy – Poema homenaje a la memoria

El pasado viernes se presentó en el Forum Cultural de Zárate "La Rana del Ibicuy", obra teatral protagonizada por Frida Jazmín Vigliecca, escrita y dirigida por Nadia Sandrone. El publico colmó la sala del teatro con la sensibilidad a flor de piel, celebrando el acontecer litoral. Victoria Morales estuvo ahí y nos regaló esta delicada y precisa crónica del encuentro.

/ Por Victoria Morales - Poeta y gestora cultural

El salón previo a la sala de teatro del Fórum Cultural está lleno de personas que se saludan y se abrazan. Entre sonrisas y charlas se puede sentir un clima de amistad o familiaridad que da la pauta de que muchos de los que estamos allí para presenciar la obra estamos unidos a ella y a la historia que encierra por algún lazo en particular.

Una vez dentro, a sala llena, esperamos ansiosos mientras ameniza de fondo el sonido típico del pueblo: los grillos, las ranas y nuestras voces cuchicheando. 

La rana del Ibicuy, obra de teatro escrita y dirigida por Nadia Sandrone, es un unipersonal interpretado por la actriz Frida Jazmín Vigliecca. 

El diseño de escenografía estuvo a cargo de Camila Pérez

La rana sale a escena en soledad pero poco a poco, a medida que narra su historia personal y nombra a cada personaje, aunque no estén allí, se los puede ver. Los sentidos se abren, así como el paisaje, los sonidos, el aroma y los colores.

El personaje de la rana es una mujer que cuenta parte de su historia, la cuál tiene origen en la localidad de Ibicuy, ubicada a orillas del río Paraná Ibicuy, cercana al delta del río Paraná. 

Hay ciertas cuestiones de la época y del lugar que quedaron impregnadas en ella. Es atrevida, soñadora y está convencida de haber obrado siempre en virtud de seguir su deseo. Recorre la memoria familiar y personal, a veces absurda, a veces tan real que duele. 

El monólogo es íntimo, sensible, poético. Ella se sumerge en su propio relato, como si reviviera cada historia, cada aventura, cada tragedia. Por momentos se distrae en sueños. Por momentos, el escenario es la pista de baile de una noche cualquiera en Ibicuy donde suena bien fuerte “¡amorcitooo!, ¡amorcitooo!”. 

Algo en la obra está necesariamente incompleto, ya que en el acto vivo frente a un público se rellenan con las risas y las lágrimas ciertos espacios que se abren con cada relato. 

La memoria de la rana se desdobla y se abre rindiendo homenaje a la historia, a la tragedia (tan difícil de narrar) y, en un sentido político, a las prácticas del cuidado de lo propio, de lo identitario: el amor, la familia, el pueblo, los vínculos, la muerte. Todo aquello que corre por las venas involuntariamente, en esta obra de arte se le hace honor, como en un canto, con toda la potencia que su poesía le confiere.

“¡Larga vida al Ibicuy!”, se oyó gritar entre aplausos al finalizar la obra.


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