Día del Cine Nacional: Una reflexión acerca de su consumo

/ Lautaro Palacio

En mi experiencia personal, desde que puedo recordar, siempre me he sentido atraído al cine. A través de los años, uno adquiere experiencia en diferentes aspectos de la vida y entre ellos se anima a más cosas, incluso a expandir su conocimiento en el arte que más ama. En esa adquisición de conocimiento, uno de los estándares planteados a nivel personal, fue poder ver películas de la mayor cantidad de países posibles.

Imagen de la primera película del Cine Nacional Argentino "La Revolución de Mayo" (1909)

Diferentes personas, costumbres, paisajes e idiomas que endulzan el oído aunque uno no pueda comprender lo que dicen sin la ayuda de subtítulos.  En esa búsqueda de conocimiento, que considero un viaje en sí mismo por más que no dejo mi casa, he encontrado muchos amantes de este mismo arte que se muestran evasivos a la hora de explorar el cine de nuestro propio país.

Sonrisas picaras, muecas de descreimiento y ceño fruncido son algunas de las señales comunes frente a la mención de una película argentina, incluso la aclaración “pero está bueno a pesar de ser argentina” o “no esperaba nada por ser argentina”, o peor si su calidad es mala, “si es Argentina, ¿qué esperabas?.

Siempre reflexiono acerca de esto, ¿Por qué muchos de nosotros nos sentimos tan lejanos de nuestro propio cine?, ¿Será una sobre exposición al cine extranjero (más que nada estadounidense)?, ¿Será una idea capitalista inconsciente que relaciona calidad con costos?, ¿o puede ser que algunos malos ejemplos manchen la reputación de toda una industria?, ¿o a veces es tan cercana la experiencia que ni nos molestamos en verla?.

La realidad es que el cine, como medio de expresión, está al alcance de cualquier persona, sin importan su nacionalidad, y es lo que hace con ese recurso expresivo lo que cuenta al final del día. El artista encuentra su voz a través de dichas herramientas, haciendo de cada limitación una ventaja y de cada obstáculo, una conquista para hacernos llegar el mensaje que desean transmitir, con el mayor aliado que cualquier persona puede tener, la colaboración e inspiración de otros.

Con esto dicho, nuestro cine no es diferente al de cualquier otro país, con sus excelentes obras, sus ovejas negras, y el punto medio efímero. Todo este extenso catálogo, da cuenta de la gran riqueza cultural que tenemos, una visión interna de las alegrías y miedos así como su intento de aportar algo al debate eterno de como sanar al ser humano de los traumas que compartimos

En mi experiencia personal, desde que puedo recordar, siempre me he sentido atraído al cine. A través de los años, uno adquiere experiencia en diferentes aspectos de la vida y entre ellos se anima a más cosas, incluso a expandir su conocimiento en el arte que más ama. En esa adquisición de conocimiento, uno de los estándares planteados a nivel personal, fue poder ver películas de la mayor cantidad de países posibles.

Diferentes personas, costumbres, paisajes e idiomas que endulzan el oído aunque uno no pueda comprender lo que dicen sin la ayuda de subtítulos.  En esa búsqueda de conocimiento, que considero un viaje en sí mismo por más que no dejo mi casa, he encontrado muchos amantes de este mismo arte que se muestran evasivos a la hora de explorar el cine de nuestro propio país.

Sonrisas picaras, muecas de descreimiento y ceño fruncido son algunas de las señales comunes frente a la mención de una película argentina, incluso la aclaración “pero está bueno a pesar de ser argentina” o “no esperaba nada por ser argentina”, o peor si su calidad es mala, “si es Argentina, ¿qué esperabas?.

Siempre reflexiono acerca de esto, ¿Por qué muchos de nosotros nos sentimos tan lejanos de nuestro propio cine?, ¿Será una sobre exposición al cine extranjero (más que nada estadounidense)?, ¿Será una idea capitalista inconsciente que relaciona calidad con costos?, ¿o puede ser que algunos malos ejemplos manchen la reputación de toda una industria?, ¿o a veces es tan cercana la experiencia que ni nos molestamos en verla?.

La realidad es que el cine, como medio de expresión, está al alcance de cualquier persona, sin importan su nacionalidad, y es lo que hace con ese recurso expresivo lo que cuenta al final del día. El artista encuentra su voz a través de dichas herramientas, haciendo de cada limitación una ventaja y de cada obstáculo, una conquista para hacernos llegar el mensaje que desean transmitir, con el mayor aliado que cualquier persona puede tener, la colaboración e inspiración de otros.

Con esto dicho, nuestro cine no es diferente al de cualquier otro país, con sus excelentes obras, sus ovejas negras, y el punto medio efímero. Todo este extenso catálogo, da cuenta de la gran riqueza cultural que tenemos, una visión interna de las alegrías y miedos así como su intento de aportar algo al debate eterno de como sanar al ser humano de los traumas que compartimos, con la importancia de que ésta vez viene de alguien de nuestra cercanía.

, con la importancia de que ésta vez viene de alguien de nuestra cercanía.