Palabras para Federico

Escribir una reseña de la generación del 27 sería un ejercicio vano que puede hallarse en algún libro o sitio sin mayor dificultad. Recuerdo no poder discernir cómo textos tan diversos podían pertenecer a un grupo aglutinado de ese modo.

Puedo sí decirles que aunar a escritores como Rafael Alberti, Vicente Aleixandre o Gerardo Diego –entre tantos otros notables de esa época- requiere de sutiles disquisiciones habida cuenta la singularidad de sus producciones. Tanto es así que el hecho histórico de haber participado en las actividades del tercer centenario de la muerte de Góngora por sus competencias académicas y literarias los define para la historia bajo esa fecha conmemorativa, 1927.

Es posible que Federico García Lorca –poeta y dramaturgo- la represente para tantos por su historia personal y aquellos rasgos que lo diferencian del conjunto. Del mismo modo que una pintura de Van Gogh grita su autoría, un poema lorquiano evoca su nombre en cualquier latitud donde se escuche. Insisto en el vocablo escuchar porque su poesía trascendió en forma oral antes de ser dada a la prensa y su voz ya había atravesado el océano para ese entonces.

Tal vez su profunda empatía con la sensibilidad popular y las minorías más vulnerables lo condujo a interpretar como un juglar su vasto cancionero rico en recursos, audaz en las cadencias, profundamente sugestivo. Tal vez esa misma razón asida a sus dones y conocimientos se hizo poesía comprensible para todos acuñando en la memoria colectiva sus mejores versos. Cierto es que su pasión y convicciones cincelaron un destino transitado con su mejor virtud, la honestidad intelectual.

El 18 de agosto de 1936 García Lorca es asesinado en Granada. Aquel  temprano y violento desgarro de su muerte muestra la paradoja de callar una voz talentosa para convertirla en mito y multiplicarla en la eternidad. Como expresión de dolor u homenaje su amigo Antonio Machado escribe El crimen fue en Granada que concluye así: Labrad, amigos,- de piedra y sueño en el Alhambra,-un túmulo al poeta,- sobre una fuente donde llore el agua,-y eternamente diga: - el crimen fue en Granada, ¡en su- Granada! Sin embargo aquí prefiero recordar su voz caudalosa que trasnocha sonámbula por la ciudad de los gitanos…y entre la vida y la muerte de sus versos,  decido creer que va diciendo: Verde carne, pelo verde,- con ojos de fría plata.- Un carámbano de luna- la sostiene sobre el agua.-La noche se puso íntima-como una pequeña plaza.

Un autor trae a otro mientras un libro viejo descansa sobre la mesa; es Antología poética de García Lorca, selección de Rafael Alberti. Fue comprada en usados de la calle Corrientes en el año 1979, de editorial Losada…de aquellas lecturas, estas palabras.

NLC